Librepensadores

La 'rauxa' españolista

Gonzalo de Miguel Renedo

Sinceramente, en el conflicto catalán, hasta el día de hoy, he visto más violencia en el lado de quien busca retener que en quien quiere irse, y que a fuerza de palos, retóricos y de porra, supongo que querrán irse cada vez más. Y veo más odio en quien más quiere que Cataluña se quede entre nosotros que en quienes desean largarse: tal y como hablan aquellos de los catalanes, o catalufos, como les gusta referirse a ellos, parece mentira que defiendan su permanencia en esta piel de toro masacrado. Un rollo sadomaso. Supongo. Quiero decir que veo más agresividad en quien quita un lazo que en quien lo pone, signifique el lazo lo que signifique. Un objeto inocuo no puede alterar la convivencia y si lo hace es porque quienes lo retiran quieren alterarla. Dicen éstos que son los que los ponen quienes la alteran, pero no me convence: no deja de ser más que una manifestación de la libertad de expresión. Como si alguien habla y otro le grapa la boca. No es más que un puto lazo, con perdón, que los hay de muchos colores y por causas varias y nadie va quitándolos. Nadie en su sano juicio, claro. Molesta la causa, no el lazo.

No quiero que el pueblo catalán se vaya de nuestro lado, ni quiero que nos odien, pero vamos directos al odio mutuo. La proverbial rauxa española anda buscando gresca para que el proverbial seny catalán pierda los estribos. Ya ocurre. Lo vemos en las redes sociales, en las que especímenes de uno y otro bando ya han entablado una batalla campal de corte infantiloide, con apelaciones tribales a las esencias patrias mutuas, o como vulgarmente se dice, a ver quién mea más lejos. ¡Cuánto se parecen! Vamos, que justamente quienes más se enfrentan son quienes más se parecen, y quienes más podrían compartir espacio y lengua viperina.

Con todo, nada es comparable, por ahora, a esas imágenes repugnantes de españolistas dando ejemplo de su patriotismo cazurro zurrando a supuestos enemigos catalanes. Por cada mil actos violentos protagonizados por españoles, encuentras uno catalán. Eso es así. Ello no quiere decir que apoye la campaña independentista catalana, que me parece un despropósito. Solo digo que la violencia juega más en un bando, por más que quieran convertir en rebeldes belicosos a quienes no lo son, según justicias diversas. Y los españolistas, o como quiera que pueda llamarse a toda esa caterva de obtusos que llenan las redes con vídeos de sus acciones patrióticas y con los que no comparto ni desearía compartir nada, (¡y qué pena que sean estos grupos los que quieran irse!), olvidan, o eso me parece, que una batalla dialéctica la pierde el que ejerce la violencia física, por mucho que la otra carezca de base para ganarla con argumentos.

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Y en este conflicto, el bando español va perdiendo toda su fuerza cuanto más la ejerce. Los dirigentes catalanes sabían que la tenían perdida aquí, con una justicia amaestrada, por eso se llevaron el procés a Europa. Estos políticos catalanes no se han escondido en ninguna odiosa dictadura. De hecho, nunca se han escondido. Al revés, se han refugiado en modernas democracias, aliadas de nuestro país, cuyos poderes judiciales han desestimado las peticiones maximalistas de nuestra justicia. Cada vez que les insultamos y criminalizamos sus palabras y sus actos, insultamos y criminalizamos a las naciones que les acogen y que, seguro, acabarán sintiéndose menospreciadas. Llamar criminales, tildar de prófugos a personas libres en otros países democráticos, conlleva acusar de cómplices a esos pueblos que les admiten sin trabas, y que no solo no les detienen sino que se niegan a entregarles. Y me pregunto si nos podemos permitir esta licencia.

Digo yo, en fin, que más nos valdría abandonar de una vez esta senda sin salida y buscar una solución viable. Porque me da a mí que quien más sale ganando con esta estrategia judicial es justamente quien más perdida tiene la política, por más que la defienda con uñas y dientes. Es decir, los indepes. Quiero decir que el procés estaría ya agotado si en lugar de detenciones ruidosas el Gobierno español se hubiera inclinado por declaraciones más o menos duras. Ya saben lo de no hay mejor desprecio que no hacer aprecio. Pero no ha sido así. Ciudadanos espoleaba a Rajoy a sabiendas de que con ello ganaba votos, votos virtuales que se han esfumado en las encuestas tan pronto llegó Sánchez y levantó un poco el pedal.

La distensión es el gran enemigo de la derecha. Lo vemos claro hoy, cuando agotado el filón catalán, se ponen a tirar un poco de la siempre rentable valla, la del sur, que la tenían muy olvidada, y que ha servido a nuestros chicos, Rivera y Casado, tanto monta, para soltar unas cuantas mentiras sobre la inmigración –para ellos invasión–. No hay papeles para todos, dice el flamante nuevo líder del PP. Claro que no. No quieren papeles, hermoso, tras conocer tu expediente académico lo que reclaman es licenciaturas para todos y sin estudiar. Fuera bromas, todo sigue el mismo iter: exagerar, sobreactuar, mentir y aterrorizar a la población para luego presentarse ellos como salvadores. Populismo de derechas. Lo han hecho en el pasado, lo hacen en el presente y lo seguirán haciendo siempre.

Gonzalo de Miguel Renedo

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