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Yo también soy Rayden...

Antonio García Gómez

Al menos para solidarizarme con su coraje y su ejemplo, desde su tierra natal, en Alcalá de Henares, donde gobiernan PP y Vox, tras "haberse significado", tristemente como antaño, y haber decidido cancelar su concierto anunciado y de despedida en "su ciudad" y de su carrera musical, como protesta ante "la censura cultural de Vox".

Probablemente muy de acuerdo con la determinación que habría de movernos ante la desfachatez de los adalides del paso atrás, los cruzados de la intolerancia y el odio a los otros, a los distintos, en nombre de su falta de respeto y capacidad de convivir... contra quienes adoran los verbos "derogar" y "desokupar". Frente a las "okupaciones" que, naturalmente, duelen y hay que evitar y solventar, cientos de desahucios, "lanzamientos" sangrantes, crueles y amparados por las "leyes", por sus leyes, sin que duelan poco más que lo que se tarda en olvidarlos

Pero las varas de medir son las mismas con las que sueñan quienes corren a aplicarlas contra los vulnerables, contra quienes dependen de circunstancias y leyes draconianas, para poder sobrevivir en las peores condiciones.

Mientras que los voceros de los nuevos inquisidores, quienes vienen con ganas de revancha, entretienen al personal indignado con sus nuevas medidas casposas, miserables y de "obligado cumplimiento", bajo el visor de sus miradas sucias, capaces de prohibir que el aire libre pueda seguir corriendo entre las iniciativas de quienes pretendemos soñar a diario, de quienes sonreímos porque no tenemos nada de qué avergonzarnos. 

Salvo en todo caso de nuestra indiferente cobardía de "buenas personas", tal vez porque preferimos mirar hacia otro lado. 

Aunque resulte que no todos estamos dispuestos a doblegar nuestras cervices, y por eso, hoy mismo [viernes] en Madrid, leen Juan Diego Botto o Montxo Armendáriz "Orlando" de Virginia Wolf, autora ya prohibida por las obsesiones anticulturales de la derechona crecida y cerril. 

Tras haber censurado y prohibido, lo mismo a Lope de Vega que a Buzz Ligthyear... y así iniciando una llamada a la libertad vigilada, tal y como la entienden esta gente que, insisto, "van pudriendo la tierra", como ya adelantó el buen poeta Machado, hombre bueno, maestro entregado a sus discípulos, sin otras malquerencias que las de ofrecerse igual entre ellos, sus amados alumnos/as, jóvenes de un futuro libre y respetable.

Por eso, hoy, yo también soy Rayden, y Wolf, y Lope de Vega... y más que ningún otro el maestro Antoni Benaiges, vil y cobardemente fusilado en La Pedraja, Burgos, en 1936

Como también lo intentó el maestro de escuela Antoni Benaiges, que de 1934 a 1936 ejerció en una aldea burgalesa, Bañuelos de la Bureba, cuyos únicos delitos fueron los de crear una imprenta para aquellos asombrados niños y animarlos a soñar con un viaje "a ver el mar", con testimonios de las propias redacciones que escribieron, de niños, soñando con el mar que no conocían, y que escondieron aterrados una vez que la dictadura planeó sobre su pueblo y su comarca. Naturalmente al maestro Antoni lo fusilaron.

Pero quedaron las redacciones, quedaron el recuerdo y el respeto, el afecto y el reconocimiento y... el odio instalado en los nuevos talibanes como para haber prohibido, en Briviesca, pueblo cabeza de comarca de La Bureba, donde se encontraba el pueblo donde enseñó Antoni Benaiges, la representación de una obra teatral sobre "El mar: la visión de unos niños que no lo han visto nunca", de Bobes y Conejero

Y es que esta gente inquisidora y censora regresa con ánimo de revancha, con el odio desatado, con las ganas desbocadas de volver a retrotraernos a un pasado que creíamos superado.

Y este puede haber sido nuestro gran error, porque la pus está reventando las costuras que creímos cicatrizadas.

Por eso, hoy, yo también soy Rayden, y Wolf, y Lope de Vega... y más que ningún otro el maestro Antoni Benaiges, vil y cobardemente fusilado en La Pedraja, Burgos, en 1936.

Y esta es la gente que clama "por no reabrir las heridas". Como las heridas que abrazó, al fin, Fausto Canales a sus 90 años, los restos de su padre, abierta la caja 198, en el Valle de Cuelgamuros, enterrado contra su voluntad... para mayor gloria "perecedera" del dictador Franco y sus secuaces

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Antonio García Gómez es socio de infoLibre

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