El rey y la investidura

Marcelo Noboa Fiallo

Desde la misma noche electoral del 23/J, hace más de un mes, y tras el escrutinio que arrojó el resultado electoral que todos conocemos –resultado endiablado y jamás experimentado en España tras 44 años de elecciones–, lo único cierto es que los ciudadanos hemos “sufrido” un bombardeo diario por tierra, mar y aire (tv, prensa, radio) de debates estériles. Probablemente los más estériles tras el del “sexo de los ángeles” (lo digo sin ánimo de ofender y con el único apoyo cierto de los números, que son los que son).

En mi modesta y particular opinión, apelar a la “costumbre” ha sido el refugio que la Casa Real ha encontrado para no tener que decir la verdad, la de que el Rey no puede tomar la decisión de proponer a otro candidato

1.Tras el escrutinio sólo existían (y siguen existiendo) tres posibles resultados con el mismo porcentaje de probabilidades cada uno, pese a lo que manifiesten los interesados en el diseño de sus propias estrategias políticas (Feijóo para sobrevivir dentro de su partido y Sánchez para poder culminar su proyecto con los mimbres endiablados que ha dejado el 23/J): Gobierno PP/Vox, reedición de la coalición PSOE/Sumar o repetición de elecciones. Cada una, insisto, con el mismo nivel de probabilidades. 

2.El artículo 99 de la Constitución (que no lo voy a repetir porque seguro que los ciudadanos ya lo conocemos más que el nombre del alcalde/alcaldesa de nuestra ciudad), establece la potestad que tiene el jefe del Estado de proponer un candidato a la investidura (no designa un candidato a presidente como ha señalado torticeramente Feijóo, tras su entrevista con el rey). Y lo hace tras mantener las correspondientes audiencias con los representantes de los partidos o coaliciones con representación parlamentaria.

3.Las audiencias sólo tienen un objetivo: conocer de primera mano, oficialmente e institucionalmente, cuál va a ser el voto de los partidos por uno u otro candidato, más allá de lo que le manifiesten los propios candidatos. Y aquí viene la patata caliente para el rey, tras la negativa de los partidos independentistas a asistir a las audiencias reales. Si el objetivo de las audiencias es el de conocer el sentido del voto para tomar una decisión, ¿cómo diablos lo va a saber (institucionalmente) si los interesados se niegan a asistir a las mismas?

4.El único que podía presentarse con sus 172 apoyos ciertos era Feijóo, pero no por lo que dijera él, sino porque así se lo manifestaron tanto Vox (33 diputados), como UPN (1) y CC (1) durante las audiencias correspondientes. Sánchez solo pudo presentarse con 153 apoyos (PSOE/Sumar). Es verdad que las negociaciones siguen abiertas y por lo que sabemos no van por mal camino. Pero eso no le facilita al rey aplicar el artículo 99 de la Constitución. La incomparecencia de los actores a este “drama shakesperiano” (ERC, JUNTS, BNG, Bildu) no le permite al rey conocer institucionalmente los apoyos ciertos con los que cuenta Sánchez, más allá de los 153. Tampoco Sánchez le podía decir al rey que él también cuenta con 172 o 178, porque no es cierto (al menos hasta hoy). No vale apelar a lo sucedido en la votación para la Mesa del Congreso.

5. Por tanto, el único candidato que podía ser propuesto por el rey para que intente una mayoría parlamentaria para formar gobierno era Feijóo. Dar por hecho que Feijóo sólo va a contar con esos 172 diputados (le faltarían 4) es desconocer la reciente historia política de este país, más allá de las declaraciones de los interesados. ¿Alguien podría poner la mano en el fuego por lo que podría hacer el PNV? ¿Alguien podría afirmar al cien por cien que el prófugo de Waterloo le va a dar sus votos a Sánchez? ¿Alguien podría asegurar que no se va a producir otro tamayazo?...

6. Finalmente, el rey ha hecho lo que tenía que hacer para que el reloj de la democracia corriera. Se está debatiendo también sobre el comunicado de la Casa Real en el que, aparentemente, se pone en valor “la costumbre”. Y digo “aparentemente” porque el final del comunicado da pistas para un análisis más cercano a la realidad: “En el procedimiento de consultas, no se ha constatado, a día de hoy, la existencia de una mayoría suficiente para la investidura que, en su caso, hiciera decaer esta costumbre“.

En mi modesta y particular opinión, apelar a la “costumbre” ha sido el refugio que la Casa Real ha encontrado para no tener que decir la verdad, la de que el rey no puede tomar la decisión de proponer a otro candidato ya que desconoce el sentido del voto de los partidos incomparecentes. Decir esto habría supuesto un enfrentamiento directo entre la Casa Real y los partidos independentistas. Y no está el “el horno para bollos”. 

Y lo único cierto en el horizonte es que tenemos, al menos, otros 2/3 meses de raca-raca de los partidos y medios de comunicación. Empieza a ser insufrible y agotador.

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Marcelo Noboa Fiallo es socio de infoLibre.

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