Son conservadores disfrazados de creyentes

José Amella

Al hilo del artículo de Luis Arroyo publicado el viernes, No son conservadores, son creyentes, tengo que decir que, aunque me ha gustado, si el cerebro humano está más preparado para sobrevivir que para razonar, si está más preparado para el presente inmediato que para el futuro, si está más preparado para cazar para hoy y dar su imperiosa comida a su prole que para organizar un plan de caza que le asegure comida para la siguiente temporada aun a costa de sacrificar a su prole actual, ¿cómo es posible que aquellos que analicen y razonen puedan triunfar si toda la prole, incluso los progenitores, van a sucumbir o al menos llegarán exhaustos a esa hipotética buena campaña? Ese es el dilema.

A nivel personal mi respuesta es favorable, aunque con escasa esperanza, de que el horizonte que se razona se imponga al horizonte que plantean los que abogan por la mera supervivencia. Los que defienden conductas con fundamentos racionales tienen las dificultades inherentes a todo comportamiento basado en la razón, por un lado las dudas inevitables ante todo análisis, y por otro lado la inquina de los irracionales que pueden considerar que su supervivencia futura está en peligro y que en consecuencia declararán alejadas de la lógica las racionales propuestas que supongan un peligroso futuro para ellos. Hay que indicar y resaltar que los irracionales juegan con la ventaja de que ellos no tienen dudas ni cortapisa alguna, esa es la primordial característica de toda irracionalidad: Más vale pájaro en mano que ciento volando.

Desde el prisma racional se les puede explicar, exponer y demostrar que esos ciento volando son la garantía de poder disponer de un pájaro en mano en un futuro cercano y lejano. No hay nada que hacer si ven peligrar el pájaro en su mano

Que el horizonte que se razona se imponga al horizonte que plantean los que abogan por la mera supervivencia. Los que defienden conductas con fundamentos racionales tienen las dificultades inherentes a todo comportamiento basado en la razón

Desde el primer instante en el que vean peligrar la presa a su disposición, su irracional cerebro elaborará las tácticas más elaboradas para desembarazarse y desacreditar a los que ponen en cuestión la viabilidad de sus conductas. Así, si tienen que apelar a creencias indemostrables, lo harán; si precisan de leyendas, lo harán; de tradiciones y costumbres ancestrales, harán ley; los símbolos serán sacralizados, las banderas no serán trapos sobre mástiles, sino pendones identitarios y los mástiles lanzas de ataque. La naturaleza de sus baluartes pone de manifiesto la esencia de su pensamiento cuyo único objetivo es la defensa del pájaro que su mano sostiene.

Es decir, elaboran muy racionalmente toda suerte de creencias que son la tienda de campaña en la que se cobijan y en la que esconden y ocultan, tapan, su caza del presente. La esencia y naturaleza de sus argumentos no la ponen en cuestión, ya que en ningún momento esos argumentos han sido diseñados como hipótesis objeto de discusión, sino como armas para combatir todo argumento, idea que ponga en cuestión la legitimidad de sus posesiones. En nuestro ejemplo, el pájaro en su mano. No es tanto la irracionalidad frente a la racionalidad, sino la guerra del hoy y su pervivencia en el futuro contra los que anhelan y proponen un futuro en el que la irracionalidad no dicte ni el qué hacer ni el cómo hacerlo.

Estos cerebros “irracionales” cambiarían sus creencias actuales por las contrarias con tal de sostener el pájaro en su mano. La irracionalidad se pone de manifiesto en la naturaleza y esencia de sus baluartes, creencias, pero en absoluto en sus actitudes y comportamientos, que son absolutamente coherentes con sus objetivos.

Por eso mismo se les puede llamar, como mucho, falsos creyentes, pero siempre conservadores.

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José Amella, socio de Infolibre

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