Sumar sí o sí, sin ruidos, por favor

Héctor García Pérez

Ya vamos tarde, pero aún es momento de hablar claro. Yolanda Díaz planteó hace más de un año y medio la idea de un proyecto político para las generales, que se ha venido denominando Sumar, enfocado a presentar un bloque histórico a la izquierda del PSOE. Sumar, en sentido matemático, es el proceso de disponer los “sumandos” para finalmente ejecutar la suma o resultado. El Sumar de Yolanda ha desarrollado un proceso de aproximación a una diversidad de fuerzas políticas, muchas de las cuales le reconocen la idoneidad para coordinar las políticas de transformación social, incluso el mismo Podemos.

Quiero destacar que la fase de proceso es tan importante o más que la fase de resultados. En esta fase de proceso de conformación de Sumar es donde los interlocutores han tenido la oportunidad de plantear el qué y el para quién, el cómo y el porqué, y los valores que guiarán el abordaje estratégico, táctico y operativo de los problemas y prioridades democráticos, económicos y sociales que el bloque histórico de progreso pretende transformar. Desconocemos los disensos pendientes y las condiciones particulares, pero la mayoría de fuerzas de ámbito estatal o autonómico han dado su confianza a Yolanda y sus propuestas. Todas excepto Podemos, que ha reclamado a Yolanda y a Sumar respeto, primarias abiertas y reconocimiento de su fuerza organizativa, por escrito. El desarrollo del proceso condicionará los resultados electorales, autonómicos y generales, efectivamente, y el triunfo o no de la derecha. 

Vayamos por partes. Sumar, el 2 de abril, no era una persona jurídica, ni representada en modo alguno por Yolanda Díaz, que no tenía ninguna autoridad conocida para firmar ningún acuerdo que no fuera acordado por las fuerzas políticas a integrar en la suma. Por tanto, estaba fuera de lugar que los líderes de Podemos pidieran a Yolanda la firma de unos compromisos en nombre de Sumar. El resultado de la suma de fuerzas se dió el domingo 2 de abril. Si Podemos no se integró en la suma ese día, puede aproximarse después a la coalición resultante y negociar sus condiciones de entrar n ella.

Podemos es en el momento presente una fuerza política menguante en el parlamento español y en algunos autonómicos, en los cuales está coaligado con Izquierda Unida y con fuerzas territoriales, con diversidad de estrategias entre ellas y Podemos. El partido centralista Podemos nació cuando las condiciones objetivas fueron las adecuadas (tras el fracaso de Partido X y de Equo), en el contexto de una desafección popular al PP y al PSOE, sin otros partidos a la izquierda del PSOE, ni en la derecha. Con la aparición de Ciudadanos muchos votantes del PP que eligieron Podemos se reubicaron en Cs, y, a partir de la municipales y autonómicas de 2015, los dirigentes de Podemos prohibieron a los Círculos presentarse a las elecciones municipales y autonómicas con las siglas “Podemos”, laminando la eclosión popular de los círculos, facilitando gobiernos del PSOE (como el de Puig en el País Valencià) y cometiendo otros errores estratégicos que le llevaron a una pérdida de representantes autonómicos y de las Cortes generales en 2019. Es difícil, a día de hoy, predecir cual es la fuerza política y electoral de Podemos

Por su parte, Yolanda Díaz está organizando un proyecto, una plataforma, una entidad transversal, sin disponer del poder relativo de un partido propio, pero con la autoridad que le ha conferido su talante democrático, su capacidad de diálogo y negociación y las ideas claras de hacia dónde debe ir el buen gobierno para transformar la vida de la gente. Yolanda tiene la capacidad de cohesionar un bloque histórico a la izquierda del PSOE (socioliberales), de aglutinar los votos electorales de votantes de otros partidos (PSOE y Podemos) y de indecisos, y de conseguir un resultado que desborde las previsiones en las elecciones generales de noviembre 2023

A estas alturas deberían estar cerrándose candidaturas autonómicas y en grandes municipios, sumando y sin ruidos, con equilibrios proporcionales y equitativos al mismo tiempo, con primarias, por consenso o por sorteo, pero sin ruidos.

Desgraciadamente, los tiempos políticos prevén que en el próximo 28 de mayo habrán una elecciones municipales estatales, y otras en algunas autonomías. La participación de Yolanda Díaz y Sumar en las campañas electorales de mayo es muy complicada si la diversidad de fuerzas en cada territorio autonómico o ciudad no están coaligadas: si se participa en la campaña de un partido se aparenta un posicionamiento contra los rivales. Es evidente que las fuerzas coaligadas en Sumar para las generales deberían presentarse unidas en las elecciones de mayo.  

Por eso, la pelota está en el tejado de Podemos. A estas alturas deberían estar cerrándose candidaturas autonómicas y en grandes municipios, sumando y sin ruidos, con equilibrios proporcionales y equitativos al mismo tiempo, con primarias, por consenso o por sorteo, pero sin ruidos. Con acuerdos de constituir grupos propios postelectorales o en grupo único. Sumar sí o sí, sin ruidos, por favor. Y si Podemos se vende como el más poderoso tiene la responsabilidad de aglutinar las fuerzas territoriales. Con proporcionalidad (que es cambiante en autonómicas y generales), pero con equidad, sin laminar a nadie. La suma real son los intereses de la gente, no de los partidos. El escenario a considerar es el desgaste de la marca Podemos y la oferta electoral de una nueva marca, Sumar. Y aceptar a Yolanda como coordinadora general, pero pensando en controlar los órganos de gobierno y la imagen pública de Yolanda, no seria de recibo. 

Unos malos resultados municipales para los miembros de Sumar pueden ser una mala noticia para las generales, aunque también un revulsivo para la ciudadanía. Si lo que propone Podemos es una coalición postelectoral con Sumar después de las elecciones generales, estará restando votos y escaños al bloque histórico de progreso. Y Podemos debe aprender de su experiencia: asaltar el cielo no es nada fácil. Una cosa es predicar y otra dar trigo. Una revolución puede hacerse en una semana y ser liquidada en unos meses. Sumar tiene una estrategia a medio plazo, pero más eficiente para transformar la realidad social.

 El sistema capitalista industrial, tecnológico y financiero ha tejido, con el apoyo de los Estados y de tratados internacionales, una red legislativa y judicial que están por encima de la soberanía de cada país aislado y de los individuos. La estrategia es establecer prioridades, fijar los objetivos y las actividades para alcanzarlos, y ejecutar  procesos en los que se facilite la participación ciudadana, que debe ser la base de Sumar. Y como dice Moreno Pestaña (Los pocos y los mejores, Akal, Madrid 2021), esto no va de concentrar la acción política en unos pocos líderes políticos y técnicos, que no reconocen que no saben de todo, y que derivan a la arrogancia y la soberbia. La pluralidad de Sumar puede ser un instrumento político donde la deliberación y la participación en las propuestas de soluciones a los problemas de forma colectiva impida los hiperliderazgos y facilite avanzar en las transformaciones sociales necesarias de forma más democrática.

Ya vamos tarde, pero aún es momento de hablar claro. Yolanda Díaz planteó hace más de un año y medio la idea de un proyecto político para las generales, que se ha venido denominando Sumar, enfocado a presentar un bloque histórico a la izquierda del PSOE. Sumar, en sentido matemático, es el proceso de disponer los “sumandos” para finalmente ejecutar la suma o resultado. El Sumar de Yolanda ha desarrollado un proceso de aproximación a una diversidad de fuerzas políticas, muchas de las cuales le reconocen la idoneidad para coordinar las políticas de transformación social, incluso el mismo Podemos.