Antonio García Gómez

Valentones, matones del tres al cuatro, incluso facciosos de toga y birrete, tan poderosos ellos y ellas como solemnes y artificiosos, conservadores casi por naturaleza, jueces y juezas, haciendo causa común en un porcentaje muy notable para que todo permanezca de acuerdo a sus intereses y a los de “sus amos y señores”. Siempre al lado del poder de los propios, desde la potestad que les da su preeminencia de nacimiento, de patrimonio, de conservadurismo rancio y retrógrado. Por mucho que se pongan como se pongan, de “iluminados”, desde cuando se dejaron ya decir por el portavoz del PP en el Senado que… “ya manejarían a la justicia por la puerta de atrás”.

Pues por eso mismo, porque ya han quedado desenmascarados, porque no cuelan sus artimañas y sus componendas, por muy bien que las redacten en lenguaje de leguleyos alambicados y graves. Porque no es que pongan o quiten rey, pero sí que ayudan a sus señores, cada día con menos disimulo. Porque no aceptan las nuevas mayorías que procedan de los resultados en las urnas y los acuerdos en el Congreso.

Solo les interesa el poder, “su poder”, el poder que emane de sus intereses, el poder torticero…

Porque habrán de inventarse lo que haga falta, con mayor o menor razón, con el descaro de los tramposos, como trabucaires de chufla y desparpajo, porque no están por la labor de “renovar el órgano superior de los jueces”. Ya va para cuatro años, porque aguardan a que las cartas les sean propicias, disimulando lo indisimulable hasta que se revistan de razones muy prosopopéyicas.

Ahora va Carlos Lesmes, hasta ayer mismo presidente del Tribunal Supremo, y dimite porque dice que “no quiere seguir siendo cómplice”, y ya lleva cuatro años siendo cómplice, a la vista de todas las resistencias que los jueces “conservadores” han ido poniendo, en nombre del PP. Es inútil seguir disimulando y negándose a utilizar nombres propios, con tal de asegurarse la renovación cuando les convenga.

En contra de la Constitución, es decir de la ley, del funcionamiento institucional normalizado, sin tretas de trapisondistas infumables, porque solo les interesa el poder, “su poder”, el poder que emane de sus intereses, el poder torticero… A favor del funcionamiento articulado que a ellos más les interese, disimulando que, después de todo, son demócratas acusando al resto de sus malas artes, como trabucaires desenfadados que no tienen previsto dar su brazo a torcer, siempre a favor de la corriente de quienes se dejen embaucar, por interés o por influjo, de la mareona que los devuelva al poder, para que entonces… sí, entonces sí que se darán prisa a dar todas las facilidades.

Fulleros con puñetas, fulleros engolados, fulleros que se han dejado por el camino el respeto debido por mucho que engolen sus pronunciamientos, sus fallos y sus sentencias de independencia negada por los hechos de quienes se han dejado atropellar por el interés superior de “sus amos y señores”.

 

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Antonio García Gómez es socio de infoLibre

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