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Vargas Llosa la ha vuelto a armar

Marcelo Noboa Fiallo

Los que nos acercamos a la ingente obra de Benito Pérez Galdós, allá por los años 70, de alguna manera somos cómplices de su injusta relegación y olvido que ha sufrido durante muchos años. Gracias a ese “duendecillo” que habita en las efemérides (sobre todo si estas son redondas) como es el caso del centenario de la muerte del genial escritor, hemos vuelto a recuperar su obra, su pensamiento y su persona. Hemos vuelto a ponerlo en valor. En los institutos, universidades y foros literarios, medios de comunicación, está siendo motivo de los homenajes que en su día (vivo y muerto) se le negó.

Escritores como el poeta y Director del Instituto Cervantes, Luis García Montero, Antonio Muñoz Molina, Rosa Montero o la recientemente fallecida Almudena Grandes, entre otros, han destacado (y continúan haciéndolo) el inmenso legado que para las letras hispanas tiene el escritor canario, candidato en tres ocasiones  al Premio Nobel de literatura.

Hasta que llegó él. Vargas Llosa ha escrito un “panfleto” indigno sobre la figura y la obra del genial escritor. Confiesa en su “panfleto” que hasta antes de escribir sobre él, no había leído más que Fortunata y Jacinta en los 70. Por ello, se puso manos a la obra y en cuestión de semanas “devoró” toda la obra de Pérez Galdós (¡!) Hay que reconocer y rendirse ante la impresionante capacidad de éste hombre que, entre revistas del corazón, saraos mediáticos, foros de todo tipo, artículos neoliberales, conferencias…saca tiempo y en cuestión de semanas “engulle” toda la ingente obra de un escritor complejo y rico literariamente hablando. Cometido que a otros autores, biógrafos o críticos literarios les llevaría años de dedicación exclusiva. ¡Chapeau, por el nobel!

No sale bien parado nuestro canario universal. Vargas Llosa arremete contra él en el centenario de su muerte. En La mirada quieta de Pérez Galdós empieza reconociendo que “no le gusta Galdós”. ”Confieso que lo he leído a remolones; me costó trabajo terminarlo, lo hice a duras penas, disgustado por sus larguísimas frases, su frivolidad, su mundo pequeñito y egoísta y, sobre todo, sus paredes de corcho, construidas para no distraerse oyendo los ruidos del mundo que a mí me gustan tanto”. Toda una declaración de desafecto y sin complejos (que diría su amigo Aznar). Pero en una cosa tiene razón, si Pérez Galdós viviera hoy, jamás frecuentaría las revistas del corazón y los saraos que tanto le apasionan a Vargas Llosa. En eso tiene razón.

“Las novelas sobre Torquemada están escritas apresuradamente y no valen gran cosa”. ”Gloria es una historia sin pies ni cabeza”. ”Miau, destaca más por sus defectos que por sus aciertos”… Y así podríamos seguir con el destrozo que, el nobel de literatura, hace de la obra de Benito Pérez Galdós.

El crítico literario José Luis García Martín ha escrito al respecto: “El atracón lector de la obra de Galdós, por parte de Vargas Llosa, puede explicar en parte su rechazo. La literatura no se lee así: Cada obra literaria requiere su momento y, a un autor de otro tiempo y de obra abundante, no resulta adecuado leerlo completo y de un tirón. ¿Quién no acabaría odiando a Lope de vega si leyera todas sus piezas teatrales una tras otra?

El artículo de García Martín, “Cómo no leer a Galdós” es demoledor con el panfleto de Vargas Llosa: “Da la impresión, con frecuencia, de que no se entera de nada, de que no entiende lo que lee”. 

Por mi parte considero que el escritor hispano-peruano “no da puntada sin hilo”. Su repentino “interés” por la obra de Pérez Galdós es una manera de contrarrestar, de contestar a Antonio Muñoz Molina, Almudena Grandes o García Montero, valedores del autor de Los Episodios Nacionales y ¡oh, sorpresa! escritores de indudable compromiso con los valores de la izquierda. Como toda una declaración de intenciones nos encontramos al inicio del “panfleto” con un larguísimo “loa” a Javier Cercas, sin venir a cuento con el análisis de la obra que pretende realizar, “tengo a Javier Cercas como uno de los mayores escritores de nuestra lengua”

El poeta Luis García Montero, en un reciente homenaje a Pérez Galdós en Canarias ha recordado al universal escritor a través del poeta Luis Cernuda, “los intelectuales deben demostrar en momentos como los actuales, capacidad de analizar la realidad, aportar argumentos, actuar «de vacuna» contra la polarización de la política y defender sus ideas sin considerar «enemigos y canallas» a quienes no las comparten” (intuyo que el poeta ya conocía el panfleto miserable de Vargas Llosa). Por su parte, Antonio Muñoz Molina, recuerda constantemente el valor y la inmensa literatura que hay detrás de la obra de Pérez Galdós, en su último libro, “Volver a dónde”

En cualquier caso, conviene recordar que no es la primera vez que lo hace. No es la primera vez que denigra a escritores o políticos por la simple razón de ser contrarios a su ideario político. En “El Fin de Evo Morales” (El País), es especialmente duro y yo diría que hasta miserable, al desposeerlo de su “mismidad”, de sus orígenes, de su indigenismo: “Hasta cuando seguiremos leyendo que Evo Morales fue el primer presidente indígena en la historia de Bolivia?”. “Basta oír hablar a Evo Morales para saber que no es indio sino mestizo cultural, como lo somos buena parte de los latinoamericanos”

Tampoco Albert Camus se libró de la pluma agresiva del amigo de Aznar, “La peor novela de Albert Camus, La Peste, tiene un súbito renacimiento y tanto en Francia como en España se hacen reediciones de ese libro mediocre” (Piedra de toque, El País)

En fin, el nobel en su laberinto, ya no sabe que hacer o decir para hacerse perdonar su pasado comunista

Marcelo Noboa Fiallo es socio de infoLibre

  

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