Un voto que es necesario explicar

Cesar Moya Villasante

Siempre se ha dicho que el pobre suele votar a la izquierda y el rico a la derecha, pero ahora ha variado esa rutina. Vemos cada día con mucha extrañeza que la clase trabajadora o media-baja se pasa a la derecha, aunque el Gobierno actual está realizando un esfuerzo encomiable para no dejar a muchos atrás y quizá esto ha hecho que no se haya destruido demasiado el equilibrio social del país. Soy de los que piensan que, si en la pandemia hubiera gobernado Rajoy, o Feijóo con Abascal, estaríamos muchos implorando otro gobierno. Pero casualmente hoy se produce la inversa. Aun haciendo alcances sociales, muchos de los receptores se pasan al voto a la derecha que, además, para más inri amenaza con derogar estas leyes positivas para muchos. Increíble. Si además vemos que la riqueza mundial cada día se reparte entre menos grupos económicos, lobbies o personas, dueños de esa derecha, la incredulidad llega al extremo. Y muchos nos preguntamos el porqué.

Y la única respuesta que me ofrezco es por el desastre que vivimos en donde el desarraigo de todo se ha generalizado y mucha gente vota al que no está y así lo conocen, porque los que conocen no les resuelve nada. Y ya me pregunto el porqué no les resuelve el problema. Y eso sí que me lo sé.

Hoy en día, en España, y creo que fuera de aquí es similar, se vive un mundo extraño, se vive de la imagen del día, la derecha vive del bulo y la mentira bien vendida al populacho a través de medios de comunicación vendidos al mejor postor porque hay que pagar la hipoteca. Y la deontología profesional hay mucha gente que ni sabe lo que es. El que sale en la tele a diario es el que gana, y si no, que se lo pregunten al dúo MAR / Ayuso. La inteligencia o categoría profesional del político no se aprecia. Aquí añadimos el factor ultranacionalista de la derecha que ataca a diario a quien pueda dialogar con independentistas no valorando que todos somos del mismo país y que debemos vivir juntos. Pero hay una derecha y “sus independentistas odiados” que, sin embargo, viven unos de otros en la política, porque ese enfrentamiento da muchos votos, jugando a algo que juzgo muy peligroso. Añadimos el 'factor Ayuso', que hoy supone más de lo que nos creemos, porque está dedicada a herir a la derecha cada minuto del día y en la capital hay seis millones de habitantes y parece que a muchos les gusta el tema. Más los que en el resto del país les caiga bien esta señora con un currículum cero.

La derecha vive del bulo y la mentira bien vendida al populacho

Juntemos a todo esto una democracia que decide tarde y mal porque entre otras cosas aloja en su entorno a quienes desean eliminarla y que todos sabemos quiénes son. Y una izquierda que es incapaz de venderse por sus continuas disputas y no tener la inteligencia suficiente para pensar en los problemas geopolíticos del mundo que nos pueden llevar a un desastre que nadie quiere pero que está ahí. Y unos “indepes” que no se enteran de que el mundo no está para hacer tonterías sobre su obsesión absurda en un momento como este. Y la insistencia de muchos medios que cada día nos sacan a fascistas haciendo su tarea, como un diputado de Castilla y León que insulta y provoca, como único valor mental, pero al que se blanquea por esos medios solo por darlo infinitas veces en todos los canales. Sin embargo, a políticos que tienen algo que decir o que tienen un coeficiente intelectual medio, nadie se acerca. Qué más puede querer la derecha para llegar a gobernar si se lo damos hecho….

Muchas veces me pregunto por qué en esa Constitución que nadie sigue no se incluye algo tan simple pero eficaz como el Voto de Calidad. Que cuando un proyecto se estanca en continuos vetos sea posible que alguien, puede ser el presidente del Gobierno, decida el sí o el no. O quizá el rey, que para algo debe valer, digo yo. ¿Y en un problema de Estado algo debe él intervenir, o tampoco? ¿No sería una solución para aquellas leyes o proyectos que acaban en el sótano del Congreso? Y que son, quizá, parte del problema que trato de explicar (como opinión personal, obviamente).

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César Moya Villasante es socio de infoLibre

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