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La solución para descarbonizar la aviación se llama SAF y abre nuevas oportunidades de empleo para España
La transición energética y la lucha contra el cambio climático son los grandes retos de este siglo. La descarbonización de la economía mundial es el único camino a seguir para alcanzar el objetivo del Acuerdo de París: limitar la temperatura del planeta a 1,5ºC por encima de los valores preindustriales. Una transición de un sistema energético basado en combustibles fósiles hacia otro de bajas emisiones basado en fuentes renovables que en el caso del sector de la aviación es, si cabe, más complicado.
El primer grupo de aerolíneas del mundo que se comprometió a alcanzar las emisiones netas cero en 2050 es IAG, grupo al que pertenece Iberia. ¿Y cómo se consigue esto? Con inversión en una renovación de la flota con nuevos aviones más eficientes, aumentando la eficiencia de las operaciones e invirtiendo en combustibles sostenibles de aviación.
El SAF (sustainable aviation fuel) es un combustible alternativo a los fósiles que se ha convertido en la respuesta inmediata al reto de descarbonizar la aviación. Puede reducir hasta en un 100% las emisiones de CO2 del combustible en términos de ciclo de vida, desde su producción hasta su consumo. Puede ser sintético (generado a partir de la captura de CO2 mediante el uso de hidrógeno verde) u orgánico (producido a partir de aceites vegetales, grasas animales, biomasa o residuos agrícolas).
Una oportunidad para la España rural
El problema de este tipo de combustibles es la escasa producción que existe a día de hoy. Con las actuales infraestructuras apenas se puede cubrir menos de un 1% de la demanda a nivel mundial por lo que es necesaria una producción a gran escala.
En España serían suficientes entre 30 y 40 plantas de producción de SAF repartidas por todo el país para conseguir descarbonizar la aviación española. Según un informe de PwC, la construcción y puesta en funcionamiento de esas plantas generarían 56.000 millones de euros en el PIB de nuestro país hasta 2050 y crearían 270.000 nuevos puestos de trabajo.
Gran parte de esos empleos se ubicarían en zonas rurales, donde se encuentran las mayores fuentes de los residuos que se emplean como materias primas para producir biocombustibles. Eso contribuiría al desarrollo de la España vaciada y a una mayor cohesión social y territorial. Además, el impulso a la industria del SAF abriría interesantes oportunidades a la economía circular ya que soluciona el creciente problema de la gestión de los residuos, que se convierten en una nueva oportunidad de negocio.
Una alternativa real e inmediata
El combustible sostenible de aviación es la única de las tecnologías disponibles actualmente para descarbonizar el sector aéreo que es una realidad y que se puede usar ya en los aviones. Las aeronaves actuales están certificadas para operar con hasta un 50% de estos combustibles de origen sostenible. Se considera una tecnología “drop in” porque no requiere ninguna transformación ni en el diseño de los aviones ni en la infraestructura de los aeropuertos. Además, se puede emplear tanto en los vuelos de corto y medio radio como en los de largo radio. El SAF es la respuesta inmediata para que el transporte aéreo pueda cumplir con los objetivos internacionales y europeos de reducción de emisiones en 2030 y 2050.
España es líder en energías renovables y tiene al alcance de la mano ser también un gran productor mundial de SAF. Una oportunidad de país que requiere de un esfuerzo colectivo de todos los actores para incentivar su producción. Dada la envergadura y ambición del proyecto son necesarias alianzas público-privadas, en particular, de las empresas productoras con el Gobierno y con las Administraciones locales y autonómicas.
Iberia ha realizado ya los primeros vuelos demostrativos con este tipo de combustibles sostenibles. En octubre de 2021 realizó el primer vuelo doméstico a Bilbao y en junio de 2022 realizó varias rutas intercontinentales a Dallas, San Francisco y Washington.
Estados Unidos es precisamente uno de los países que más ha apostado por la producción de SAF. En los próximos 20 años, IAG va a invertir cerca de 900 millones de dólares en combustibles sostenibles a través de la firma estadounidense Gevo. Un dato que demuestra las dificultades de producción y suministro que existen en Europa.
La aviación es una actividad imprescindible por su contribución al bienestar y al avance de nuestra sociedad. Garantiza la interconexión de los territorios y contribuye al desarrollo de muchos países, en especial aquellos cuya economía depende del turismo. El reto que tiene por delante el sector aéreo es seguir generando riqueza y alcanzar la necesaria neutralidad de carbono.