García Montero y Benjamín Prado recuerdan a Ángel González: "El poeta más mentiroso de la historia"

"No han podido pasar quince años de su muerte, eso es mentira, es un rumor incierto que corre por la prensa. A mí me da la sensación de que se ha muerto ayer", confiesa Benjamín Prado recordando a Ángel González. Y otro gran devoto, Luis García Montero, prosigue: "Ángel es un recuerdo constante porque ha formado parte de nuestro presente y de nuestra vida. Eso pasa en general con los amigos, con la gente que te ha formado a través de su propia persona o de su obra. Además, Ángel ahora sigue formando parte de mi vida y de la de mis hijos, que le trataron como si fuera un abuelo".

Ambos poetas y escritores recuerdan con infoLibre al "amigo", al "maestro", como le definen a partes iguales. "Es una persona que tengo muy presente. De hecho, tengo un poema que se llama María y el fantasma en el que confieso que hablo con él aún ahora, que le pregunto muchas cosas y sigo sus consejos, porque a veces es como si le estuviera viendo", apunta Prado, compartiendo algo de lo más personal: "En ocasiones voy a hacer algo y veo a Ángel mirándome por encima de las gafas diciendo 'Benja, mejor no lo hagas'".

María y el fantasma forma parte de Ya no es tarde, poemario editado por Visor en 2014. Con versos como estos: "Existen ciertas noches en las que Ángel González / olvida que está muerto / y entra en casa / enciende un cigarrillo / jugamos a poner las cartas boca arriba". O como estos: "Él ya no es tan callado como cuando aún vivía / y yo sé que no estar en este mundo / no es razón suficiente para que no te escuchen / para que no te crean".

Fallecido en enero de 2008 a los 82 años, el poeta dejó una de las obras líricas más relevantes en lengua española, y fue también testigo siendo niño de uno de los períodos más convulsos en la historia reciente de España: la Guerra Civil. Unos primeros años de vida que García Montero recorrió en Mañana no será lo que Dios quiera (Alfaguara, 2008), rescatando la mirada infantil de un niño que tuvo que crecer sin la figura de su padre, pero con toda la fuerza de una familia y una geografía que se resistían con uñas y dientes a dejarse vencer. "Ángel perdió antes de la guerra a su padre, un destacado republicano. Luego, su hermano mayor fue fusilado ya durante la guerra", apostilla García Montero.

Como camaradas íntimos, ambos, Benjamín y Luis, participan este lunes 27 de febrero a partir de las 19:00 horas en el homenaje al poeta ovetense (1925-2008) en el Instituto Cervantes que, dirigido por Luis García Montero, abre su Caja de las Letras para recibir en depósito el legado de Ángel González en la antigua caja de seguridad del que fuera Banco Central, hoy sede de la institución. La Caja de las Letras se abre así para recoger el legado del asturiano, "uno de los poetas más importantes de la segunda mitad del siglo XX español", en palabras del propio Instituto Cervantes. 

"La razón del recuerdo de Ángel es que nuestros muertos conviven con nosotros, forman parte de nuestro presente, de nuestra realidad", remarca García Montero, añadiendo: "No creo que se trate de un acto de reivindicación de la figura de Ángel, sino de un acto de homenaje, porque la cultura, y ese es el sentido de la Caja de las Letras, es un espacio donde el compromiso con el futuro depende de saber elegir la herencia del pasado".

La entrega del legado está organizada por el Instituto Cervantes con la Cátedra Ángel González de la Universidad de Oviedo, que desde hace años trabaja por la memoria del poeta en la que fue su propia universidad. Precisamente por eso, en la Caja de las Letras se va a depositar el expediente académico universitario del poeta, que estudió Derecho y se formó como maestro allí. El legado lo conforman, además, algunas primeras ediciones de sus libros, así como documentos familiares, cartas o fotografías.

"En la Caja de las Letras vamos recibiendo las donaciones de poetas, escritores, artistas, que forman lo mejor de la comunidad hispana. En ese sentido, es una emoción que Ángel esté al lado de Jaime Gil de Biedma, Carmen Laforet, Ana María Matute, José Agustín Goytisolo y tantos otros autores imprescindibles, o novelistas compañeros de generación como Juan Marsé o Rafael Sánchez Ferlosio", argumenta García Montero.

Participarán en la entrega a la Caja de las Letras el director del Instituto Cervantes; María Gil Bürman, ahijada del poeta, e Ignacio Villaverde, rector de la Universidad de Oviedo. Actúan como testigos Araceli Iravedra, directora de la Cátedra Ángel González, y Cristina Gil Bürman. Después de depositar el legado en la Caja de las Letras habrá un acto literario al que pueden acudir sus lectores y que también puede seguirse en streaming a través de YouTube, con la participación de García Montero y Prado junto a Chus Visor, Rocío Acebal, Fernando Beltrán, Martín López-Vega y María y Cristina Gil Bürman.

Antes de decidir su lectura, Benjamín Prado preguntará a los demás para no repetirse, si bien explica que Ángel tiene dos vertientes en su obra que le gustan mucho: la melancólica y la irónica. "Se puede leer Inventario de lugares propicios para el amor o Quise mirar el mundo con tus ojos, por ejemplo. Ambos me gustan mucho y si alguno de los dos queda libre, lo leeré", avanza, sin querer resistirse a hablar de su amigo como "uno de los grandes poetas modernos" que, además, "de manera casi milagrosa, es igual de leído después de muerto que antes", a pesar de que este sea un país "de cuerpo presente y sea muy raro que un autor, cuando ya no está para defender sus libros en persona, siga siendo tan leído". "Y sobre todo tan leído por la gente joven, que le adora", puntualiza.

Y aún prosigue Prado, revelando su relación más personal: "Ángel era alguien como de la familia para mí, una persona con la que tuve una larga, bonita e intensa amistad de muchísimos años, muchísimas noches, muchísimas copas, muchísimos recitales, muchísimos viajes. Una persona que era parte del paisaje doméstico de mi casa, que estaba continuamente yendo a comer, a cenar. Una persona muy cercana y a la que sigo sintiendo muy cerca por muchas razones, por su bondad, por su ironía, por su humildad siendo tan grande".

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Para García Montero, Ángel González sigue estando "muy presente", y rememora todas las veces que participaron en la Semana Negra de Gijón o en los recitales que compartieron "con mucha frecuencia". "En todos ellos veía que era uno de los poetas más queridos y de más actualidad", destaca, al tiempo que recuerda que recibió en vida el Premio Príncipe de Asturias de las Letras y fue Académico de la Real Academia Española. "Le sorprendió la muerte sin el Premio Cervantes, pero ha sido muy estudiado y ahora tiene muchos seguidores", agrega, con cierto lamento.

Cambiando de tercio, tira de humor Benjamín Prado afirmando que Ángel González "es el poeta más mentiroso de la historia de la literatura". ¿Por qué semejante declaración? "Porque te engaña de una manera magistral, haciéndote creer que estás leyendo algo muy sencillo, muy fácil de hacer, muy de andar por casa, pero que lleva una carga tremenda de profundidad ideológica, literaria y filosófica".

"Aparte de un maestro literario, Ángel es un modelo de persona muy digno de ser imitado. Cuando a uno le da la tentación de ponerse solemne o subirse a la parra, te acuerdas de Ángel y se te bajan los humos rápidamente", termina Prado, antes de que García Montero tenga la última palabra como director del Instituto Cervantes: "Ángel murió en 2008 y ahora se cumplen quince años. Eso motiva la necesidad del recuerdo al maestro, al amigo perdido".

"No han podido pasar quince años de su muerte, eso es mentira, es un rumor incierto que corre por la prensa. A mí me da la sensación de que se ha muerto ayer", confiesa Benjamín Prado recordando a Ángel González. Y otro gran devoto, Luis García Montero, prosigue: "Ángel es un recuerdo constante porque ha formado parte de nuestro presente y de nuestra vida. Eso pasa en general con los amigos, con la gente que te ha formado a través de su propia persona o de su obra. Además, Ángel ahora sigue formando parte de mi vida y de la de mis hijos, que le trataron como si fuera un abuelo".