Dar voz no es dar la razón: San Sebastián defiende con más cine la proyección del documental de Josu Ternera

Jordi Évole en su carla con Josu Ternera

La controversia vuelve a revolotear un año más sobre el Festival de Cine de San Sebastián, en esta ocasión con motivo de la proyección de No me llame Ternera, película en la que el periodista Jordi Évole entrevista al exdirigente de ETA José Antonio Urrutikoetxea, 'Josu Ternera'.

Entre acusaciones de blanqueamiento del terrorismo de ETA, hace apenas una semana la asociación Dignidad y Justicia pedía que la Fiscalía viera la entrevista para analizar si su emisión podría suponer un delito de enaltecimiento del terrorismo y humillación a sus víctimas. Ahora medio millar de personas solicitan por carta la retirada de este título de su programación, lo que ha provocado la respuesta del festival.

"No compartimos su opinión respecto a que se deba retirar de la programación de esta próxima edición del festival esta película por el hecho de que tenga como protagonista a Josu Urrutikoetxea y que este haya tenido muy altas responsabilidades en la trayectoria de la banda terrorista ETA", replica en un comunicado el director del certamen donostiarra, José Luis Rebordinos, añadiendo que el cine es, entre otras muchas cosas, "fuente de la historia, y se ha ocupado a menudo de llevar a la pantalla a protagonistas, perpetradores de episodios de violencia injustificables pero sobre las cuales sí ha tenido la voluntad de indagar".

Contesta así a los firmantes de esta carta, entre los que se encuentran el filósofo Fernando Savater o los escritores Fernando Aramburu, Félix de Azúa y Andrés Trapiello, junto a víctimas del terrorismo y personalidades vinculadas con la política. Y aprovecha Rebordinos, de paso, para citar varios títulos con los que defiende la proyección de No me llames Ternera en San Sebastián. Obras concretas que demuestran el poder del cine como herramienta para intervenir en la sociedad, mantener la memoria por dolorosa que sea y hacerse preguntas incómodas. Porque dar voz no es dar la razón y silenciar nos aleja de la realidad.

El primero de estos títulos es S21: La máquina de matar (Rithy Panh, 2003), un documental histórico que aborda lo sucedido en el Centro de detención y torturas S-21, dentro del centro de Phnom Penh, capital de Camboya, en los cuatro años que duró el régimen de los Jemeres Rojos (1975-1979) y durante el cual se exterminó a un cuarto de la población del país. En tiempos anteriores, el S-21 había sido una escuela secundaria, pero en manos de Pol Pot y el Khmer Rouge fue un lugar de exterminio de miles de víctimas hasta el punto de que de 17.000 prisioneros en el lugar, sólo sobrevivieron tres. Casi treinta años después, el cineasta reúne en esta cinta a dos de estas víctimas y a varios de sus torturadores con el propósito de intentar comprender cómo y por qué se perdió la humanidad por completo en aquel lugar.

Soah (Claude Lanzmann, 1985) es la segunda de las películas citadas en el comunicado del Festival. Una obra monumental de más de nueve horas (de 300 filmadas) de duración y en la que se invirtieron once años de trabajo entre 1974 y 1985. El título quiere decir "aniquilación" en lengua hebrea y la cinta es una revisión de la memoria del Holocausto en primera persona en la que, sin imágenes de archivo, se encadenan los testimonios de supervivientes, testigos y los propios verdugos nazis. Un doloros, trágico y necesario ejercicio de memoria que removió -en España se estrenó en Madrid en 1988 con algunos altercados- y sigue removiendo conciencias.

La tercera es The act of killing (Joshua Oppenheimer, Christine Cynn, 2012), película documental sobre las personas que participaron en las matanzas masivas de Indonesia en 1965, cuando el gobierno del país fue derrocado por el ejército y más de un millón de personas fueron asesinadas en menos de un año. El protagonista es Anwar Congo, asesino de cientos de personas con sus propias manos y aquí accede a contar al detalle las historias de las masacres que perpetró junto a sus compinches, sus formas de hacerlo y sus escasos remordimientos.

Tres títulos en un comunicado que es en última instancia una defensa del cine como espacio de libre creación que ayuda a las sociedades a avanzar y en el que se recuerda también que el Festival celebró en 2016 un ciclo bajo el título de precisamente The act of killing. Cine y violencia global, con 32 películas que eran "un arma de denuncia, un medio para el análisis o una forma de intervención directa en muchos trágicos problemas".

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También aprovecha Rebordinos el cincuenta aniversario del golpe de Estado de Pinochet en Chile para afirmar que nunca programarían en San Sebastián una película "que justificara aquel ataque violento contra la democracia y sus posteriores represalias sobre miles de víctimas", recordando al mismo tiempo que sí se pudo ver en el festival Pinochet y sus tres generales (José María Berzosa, 2004), un documental que entrevistaba a algunos de los principales golpistas. "Allí se demostraba que dar la voz no es ni mucho menos dar la razón", recalca Rebordinos.

Si retrocedemos tan solo un año nos encontramos con la controversia que meneó los cimientos del Festival de San Sebastián en su edición de 2022, en aquel caso centrada en la película Sparta, que hace un crudo retrato de un pederasta que monta una escuela de judo para estar rodeado de niños con poca ropa. Su director, Ulrich Seidl, fue acusado de explotar a menores rumanos durante el rodaje y de no explicar correctamente a los padres su trama sobre la pedofilia.

Ante la polémica con No me llame Ternera, película de Producciones del Barrio que podrá verse en Netflix, el propio Jordi Evolé ha sido escueto en su valoración con un mensaje en redes sociales: "Entrevistar no es blanquear. Entrevistar no significa compartir las ideas del entrevistado. Parece mentira que todavía tengamos que aclarar cuestiones tan obvias".

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