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Festival de Cannes

Decepción e indignación por la película de Gosling: 'Only God forgives'

Una imagen de Grisgris, presentada hoy en Cannes.

NOTICINE / INFOLIBRE

Only God forgives, la película del danés Nicolas Winding Refn en la que se reencuentra con el protagonista de su film Drive, Ryan Gosling, no ha tenido la misma suerte que hace dos años, también en Cannes. Su nuevo trabajo ha sido abucheado por el uso abusivo y esteticista de la violencia, que ha desagradado considerablemente a muchos espectadores. Refn logró hace dos años el premio al mejor director, pero no parece muy viable que este thriller sobre venganzas sucesivas en Tailandia repita recompensas el domingo próximo. La otra cinta del dia fue Grisgris, producción francesa para el chadiano Mahamat-Saleh Haroun, otro "repetidor" que también logró un Premio del Jurado con "Un homme qui crie", hace tres años, con una acogida por relajada, tampoco ha brillado especialmente.

Nicolas Winding Refn, otrora seguidor de ese movimiento más mediático que ético llamado DogmaDogma, hace ya tiempo que hace justo lo contrario que entonces defendía, enquistado en el cine de género con ínfulas autorales. Hasta Tailandia se ha ido el danés con su equipo, encabezado por Ryan Gosling (quien se disculpó por no acompañarle este miércoles en Cannes, con una excusa de peso: rueda su primera realización) y Kristin Scott Thomas, para narrar esta acumulación de gráficas venganzas.

Only God forgives

(Solo Dios perdona) explica desde su título lo que trata. Tal vez Dios tenga la capacidad de perdonar y/o olvidar. No los humanos, o no sus personajes. El de Ryan Gosling, Julian, lleva con su hermano un club de boxeo que es en realidad la tapadera de su verdadero negocio, el tráfico de drogas. Un policía tailandés corrupto no deja pasar la violación y asesinato de una joven prostituta a manos del hermano ficticio de Gosling (Tom Burke) y acaba con él. Ahí entra el juego la madre de los hermanos, quien al conocer la desaparición de su hijo favorito vuela hasta Bangkok para clamar venganza.

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Estamos ante una trama simple que Nicolas Winding Refn trufa de duras escenas, que a algunos han parecido no muy soportables. Bien es cierto que también las había en Heli, del mexicano Amat Escalante, pero ahora la saturación de cine, al cabo de una semana, ha vuelto a muchos menos tolerantes. En cualquier caso, lo importante no es que el danés se pase varios pueblos, sino que al final todo lo que queda de su película es precisamente eso, sin que sea capaz de transmitir mucho más.

En el caso del chadiano Mahamat-Saleh Haroun hay buena voluntad, pero tampoco gran efectividad. En Grisgris (nombre con el que en algunos países africanos se refieren a un amuleto), usa a un joven que en la vida real se gana la vida como bailarín, a pesar de tener una de sus dos piernas paralizada completamente, para convertirlo en protagonista de una historia de ficción. En ella, su personaje central, que intenta vivir del baile profesional, tiene que implicarse tras la muerte de un familiar en el negocio del robo y venta ilegal de combustible. Su historia se cuenta de forma paralela a la de una prostituta.

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