David Vann: "Cuando los personajes explotan, nos vemos a nosotros mismos"

Xavier Vidal | Aina Soley

David Vann acaba de publicar Acuario (en castellano en Literatura Random House, en catalán en Edicions del Periscopi). Nacido en Alaska, vive alrededor del mundo, fundamentalmente viaja en barco y solo “descansa” 6 semanas al año en Nueva Zelanda en una casa aislada que compró hace unos años y en otoño en Inglaterra donde imparte algunas clases. Las novelas y crónicas de este norteamericano (Goat Mountain, Tierra, Cocodrilo, Caribou IslandTierraCocodriloCaribou Island) no dejan indiferente. Conmueven y resucitan en el lector preguntas de uno mismo que habíamos dejado aparcadas u olvidadas en alguna parte. Como demostró en Sukkwan Island, nouvelle en la que fabulaba sobre el suicidio de su padre y que se convirtió en todo un fenómeno, es un especialista en escribir sobre conflictos entre personas. Y especialmente entre personas que se quieren y no deberían hacerse daño. En Acuario ha vuelto a hacerlo.

PREGUNTA. ¿Por qué eligió el acuario como escenario principal? ¿Cuál es su significado?

RESPUESTA. Cuando yo tenía 12 años, la edad de Caitlin, mi casa estaba llena de peceras, y a mí eso me encantaba. Me pasaba los fines de semana limpiándolas, y cuando llegaba la noche siempre observaba los peces. Y noté ciertos aspectos de la vida humana y de nuestro comportamiento en esos peces. ¡Los peces están tan especializados…! Por cada tic humano, singularidad o rareza que tengamos, habrá un pez que ha hecho esto toda su vida.

P. ¿Y esta afición por los peces le viene de tan lejos?

R. Sobre todo después del suicidio de mi padre observar los peces fue una actividad que me tranquilizaba, era como un refugio. Es bastante similar a cómo Caitlin lo usa en el libro. Cada día, al salir del colegio, va al acuario público, que es como un refugio para ella: mira los peces y piensa en la vida adulta y en la suya propia. Y entonces aparece un hombre mayor y ambos empiezan a hablar sobre los peces, pero en realidad están hablando de sí mismos. El acuario es un escenario agradable y cerrado, como si fuera una obra de teatro, donde puedes mirar los peces y reflexionar sobre el comportamiento humano.

P. Es decir, que este libro lo tenía planificado desde hacía tiempo…

R. No lo había previsto. Escribo de forma muy inconsciente, sin ningún esquema previo, así que no tenía ni idea de sobre qué trataría el libro. Pero esta es la primera novela que he escrito de la que, ya desde que estaba terminando el libro anterior, me iban llegando flashes y momentos: hay una niña y un hombre viejo en un acuario, y él será muy importante para ella, y hay peces.

P. ¿Y estos flashes tienen algo que ver con su familia como en la mayoría de sus obras?flashes

R. También es el primer libro que escribo que no trata sobre mi familia, que no es una tragedia, que está ambientado en una ciudad… Es muy diferente a los anteriores. Lo que lo hizo fácil de escribir fue la familiaridad con los peces y el acuario. Tiene lugar en una ciudad, pero todo Seattle es descrito como si hubiera vuelto a un estado natural, como si estuviera bajo el agua. Caitlin ve Seattle como una estrella de mar, con sus dedos; y las luces encima de ella, que son aviones que pasan por el cielo, las ve como si fueran de peces abisales. Ve su piso como si fuera un acuario, y el cine como si fuera una cueva submarina, con los palcos por encima, y la cortina de plancton que ondea.

P. La naturaleza es uno de los elementos más presentes en sus novelas. La naturaleza más salvaje, la más temida, pero a la vez, a la que más respeta.

R. En todas mis novelas me fijo en el paisaje natural y, a medida que voy trabajando en su descripción, voy llegando a la historia, a los personajes, a los temas, a la visión de cómo será el libro. En este volví a mis intereses tempranos: los peces, el acuario, y transformar la ciudad en un entorno natural. No pienso demasiado en esta elección, pero fue natural, fácil, algo con lo que me encontraba muy a gusto.

P. En sus libros, siempre aparece gente construyendo cosas. En Acuario, el abuelo construye una casa para la familia, en Sukkwan Island también hay una escena donde los personajes construyen una cabaña…Acuario, Sukkwan Island

R. ¡Es verdad, nunca había caído en ello! De hecho, el abuelo compra una casa ya hecha pero la redecora, la hace mucho más acogedora. Tiene la intención de hacer de ella un hogar para su hija y su nieta, como regalo para poder volver a ser parte de la familia. No me había dado cuenta, ¡nunca había pensado en esta conexión! Por esto me gusta hacer book tours y entrevistas, porque descubro cosas de mis libros. Los escribo, los empiezo a entender cuando estoy llegando al final y después voy descubriendo cosas cuando me entrevistan.

P. Descubre cosas del libro en las que no había pensado.

R. Por ejemplo, cuando ideé Acuario no se me ocurrió que estaba escribiendo un cuento de Navidad. Fueron los periodistas los que me lo hicieron notar: “Todo pasa justo a tiempo, ahora que es Navidad, una familia que se reencuentra y se perdona.” Y yo nunca había tenido la intención de hacer un cuento de Navidad, pero la verdad es que lo es. Incluso van a comprar un abeto, porque se acercan las festividades, y aparecen tópicos cristianos como el perdón y la reunión de la familia.

P. Hay quien dice que este libro es un cuento de hadas. Se hace difícil, sin embargo, decir quién es el personaje principal: Caitlin, el abuelo, la madre… Y luego te das cuenta que la protagonista es la madre, y que el libro trata sobre la capacidad de perdonar de los humanos. Sobre todo, de la capacidad del abuelo para pedir perdón, y la incapacidad de Sheri para otorgarlo.

R. Este libro es extraño, porque es el primer personaje masculino positivo que he escrito. En todos mis libros he sido muy crítico con los hombres y la violencia masculina. Pero tanto Steve como el abuelo son buenos, y quieren que la familia se reúna. De hecho, la violencia que aparece en Acuario es psicológica, y es cuando Sheri está intentando que su hija reviva su vida y su sufrimiento, porque quiere que la comprenda. Es como una tragedia griega, aunque sin final trágico. Pero lo es. Porque la madre la está forzando a pasar por lo mismo que pasó ella. Y lo hace por la rabia que le provoca su padre, porque la abandonó, y todas las consecuencias que esto causó: cómo su madre fue abandonada por su marido y murió sin él a su lado.

P. Decía que no habla de su familia en el libro, pero sí que habla del perdón, que en su caso es un debate interno permanente en su vida y en sus novelas.

R. Sí, yo también sentí rabia contra mi padre durante muchos años, porque se suicidó y nos abandonó. Me costó 35 años perdonarlo. Yo empatizo con Sheri, entiendo por qué no puede dejar que el abuelo vuelva con la familia y por qué es tan dura con su hija.  Ella quiere a Caitlin y nunca querría hacerle daño. Pero se deja cegar por la rabia y esto hace que se comporte de forma terrible con su hija, aunque la quiere más que nada en el mundo y haría cualquier cosa para protegerla. Esto es lo que me interesa cuando escribo obras dramáticas: ver que los personajes están fuera de control, guiados por sus experiencias pasadas, intentando buscarles sentido, y siendo incapaces de controlar lo que les sucede en el presente.

P. ¿Poco cuento de hadas, entonces y más tragedia griega?

R. Buenos, hay algún elemento. Por ejemplo, la escena donde Steve intenta asustar a las chicas en el bosque con un muñeco de nieve… Y tienes razón, los tres personajes son muy importantes: Caitlin es la protagonista, y su madre es la antagonista; pero el abuelo había tenido un papel muy importante previamente, pues había sido el antagonista de Sheri. Es él quien originó todos los problemas, pero también es él quien intenta solucionarlo todo, intenta dar una vuelta a su rol dentro de la historia.

P. Todos los personajes son importantes.

R. Las novelas, normalmente, tienen más personajes. Las mías son extrañas, son lo que llamaríamos una nouvelle, que no es ni una novela ni un relato breve. Es como una historia corta, por el lenguaje y el ritmo, y se centra en la acción dramática primaria: hay dos personajes, Caitlin y Sheri, que están forcejeando la una con la otra, y no nos movemos de aquí. No hay ningún momento en que no las veamos, no hay capítulos alternados donde se explique la historia de alguien más, como una novela normalmente hace.

P. También es una tónica en sus libros. Pocos personajes de una intensidad extraordinaria.

R. En Acuario, dos protagonistas y tres personajes secundarios. En mi libro anterior, Goat Mountain, hay también solo dos personajes secundarios. Así que creo que están más cerca de ser una obra de teatro o un relato breve, y la idea es que tengan una intensidad tal que el lector no se pueda tomar un descanso, que tenga que estar pendiente siempre del conflicto central, no puede haber pausas. Es un poco como si los personajes fueran ollas a presión y en cualquier momento pudieran explotar. Cuando lo hacen, nos vemos a nosotros mismos, con todo lo bueno y lo malo que tenemos. Así es como funcionan las tragedias griegas.

*Xavier Vidal es responsable de la Llibreria Nollegiu de Barcelona. *Aina Soley es periodista. Xavier VidalLlibreria Nollegiu

Aina Soley

David Vann acaba de publicar Acuario (en castellano en Literatura Random House, en catalán en Edicions del Periscopi). Nacido en Alaska, vive alrededor del mundo, fundamentalmente viaja en barco y solo “descansa” 6 semanas al año en Nueva Zelanda en una casa aislada que compró hace unos años y en otoño en Inglaterra donde imparte algunas clases. Las novelas y crónicas de este norteamericano (Goat Mountain, Tierra, Cocodrilo, Caribou IslandTierraCocodriloCaribou Island) no dejan indiferente. Conmueven y resucitan en el lector preguntas de uno mismo que habíamos dejado aparcadas u olvidadas en alguna parte. Como demostró en Sukkwan Island, nouvelle en la que fabulaba sobre el suicidio de su padre y que se convirtió en todo un fenómeno, es un especialista en escribir sobre conflictos entre personas. Y especialmente entre personas que se quieren y no deberían hacerse daño. En Acuario ha vuelto a hacerlo.

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