"Equinoccios", un poema de Jacobo Llano

Jacobo Llano

 

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"Equinoccios", un poema de Jacobo Llano.

Equinoccios

Por una grieta en la mitad del muro

entran aquellos días en mis días de ahora.

Imágenes que no acaban de fundirse

porque no cierran ningún círculo, mezclando

los recuerdos con la imaginación

o quizá con los sueños;

no, con los sueños no.

¿Cambia lo que ha pasado, lo que a ti te ha pasado

el virar de mirada hacia aquello una y otra vez?

No lo creo.

¿En dónde nace, de qué tierra o de qué nube

absorbe el agua y crece esa semilla

robándonos la luz?

Los días como figuras borrosas

que se dibujan solamente tras el velo de lluvia

de un abril oscuro, las noches atravesadas

de luz eléctrica en el centro de las horas,

arrancadas de sus raíces por aquellos otoños irreales

y vehementes. Al cabo de los años, comencé

a preguntarme dónde quedaba el corazón,

dónde la conciencia, la voluntad, qué cicatrices

te dejaba. Ahora que ya es tarde

las comprendería y cuidaría mejor,

créeme, un poco mejor

de lo que tal vez supe hacer entonces.

¿Qué había tras aquel silencio,

tras esa intimidad infranqueable?

¿Qué verdad revelarían tus labios

si hubiesen hablado? De las guerras más atroces

dicen que se regresa mudo: tu sangre,

tus músculos y tus huesos bajo la piel

invisibles, con su dolor a solas.

Siempre a tu alrededor, junto a ti,

no alcanzábamos a darles consuelo.

Una mirada tuya de pánico se me posa en los ojos

y se abre un túnel en el que se pierden,

como en un pozo, flores y hojas secas.

Me encuentro de repente en el cauce de un río

antiguo y caudaloso, de aguas secretas y templadas,

braceando entre la orilla de tu ser

y la oscuridad de tu ser devorado.

Y me viene hoy,

nueve años después de tu muerte, cuando me pongo

tu chaqueta azul con las mangas ajustadas

a tu talla. Raída y con manchas, la utilizo

en el trabajo con orgullo indisimulado,

aunque íntimo y hacia adentro. Entonces,

un compañero de oficina me dice bromeando

que los puños de la camisa sobresalen

por debajo demasiado, como si estuviera

continuamente intentando alcanzar

algo

y no llegara.

*Jacobo Llano ganó el XVI Premio de Poesía Jaime Gil de Biedma con el libro Jacobo LlanoEl silencio de los peces (Visor, 2016). 

 

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