"Quizás hoy seamos más esclavos que nunca": el estoicismo de Marco Aurelio ha vuelto para liberarnos

Estatua de Marco Aurelio en los Museos Capitolinos

"Di para ti mismo por la mañana: hoy me encontraré con un metomentodo, un ingrato, un injuriador, un traicionero, un envidioso, un insociable. Todo eso les ha acaecido por ignorancia de los bienes y los males. Pero yo, que he contemplado la naturaleza del bien, que es lo bello, y la del mal, que es lo feo (...) No puedo ser dañado por ninguno de ellos, pues nadie me involucrará en caer en algo que es vergonzoso, ni tampoco puedo encolerizarme con mi prójimo o enemistarme con él, porque estamos hechos para colaborar (...) Y es que actuar unos en contra de los otros es ir contra naturaleza y es una actuación negativa el enojarse y enemistarse".

Es este un breve pasaje de las Meditaciones del emperador romano (del siglo II) más leído del siglo XXI. Porque casi 2000 años después es Marco Aurelio un referente citado por gurús tecnológicos de Silicon Valley, líderes políticos mundiales, ejecutivos de Wall Street, deportistas de élite o celebridades del entretenimiento, mientras sus certeras frases aparecen recurrentemente en las redes sociales compartidas por entrenadores personales, coaches, gentes necesitadas de manuales de autoayuda o miles de ciudadanos anónimos que encuentran en sus palabras la luz hacia el camino recto en estos tiempos a su propia manera inciertos pero que en su esencia no distan tanto de aquellos igualmente revueltos.

Marco Aurelio, que reinó desde 161 hasta 180, reflejó una visión del mundo modelada por la filosofía estoica en su obra Meditaciones, que es en realidad una colección de escritos nunca destinados a su publicación y puestos negro sobre blanco durante sus campañas militares. Unos "diarios íntimos" que son algo así como un milagro porque han encontrado la manera de perdurar en el tiempo y llegar hasta nosotros sonando plenamente actuales. 

"Le sorprendería muchísimo saber que la gente le lee y que es tan popular", asegura a infoLibre el escritor y catedrático de Filología Griega de la Universidad Complutense de Madrid, David Hernández de la Fuente, encargado de la última edición de estas Meditaciones a través de la editorial Arpa, quien aclara que el emperador en realidad nunca hubiera querido que leyéramos sus "notas privadas".

"Imaginemos que dentro de 2000 años llega el diario íntimo de John Fitzgerald Kennedy, Angela Merkel o cualquier político actual. Hablarían de su día a día, de su trabajo o sus contactos... pues a nosotros nos ha llegado un diario íntimo de un emperador romano del siglo II que no dice nada de su trabajo, ni de su actividad, sino que se dedica a hablar de la muerte, del sentido de las cosas, de su familia", explica.

Quisiera o no, Marco Aurelio ha sido leído durante siglos por Felipe II de España, Catalina II de Rusia, Bill Clinton, George Washington o Roosevelt hasta llegar a Jeff Bezos, Elon Musk o Bill Gates. Se erige así en faro vital y una suerte de líder espiritual a través del Estoicismo, escuela filosófica fundada por Zenón de Citio en Atenas a principios del siglo III a.C. con Séneca y Epicteto como ilustres seguidores y que llegó hasta las élites romanas quinientos años después.

De Máximo Claudio aprendió Marco Aurelio a "dominarse a uno mismo y no ser voluble en ningún asunto". Y no solo eso, sino también a "tener buen ánimo en todas las circunstancias y también en las enfermedades, la buena mezcla en el carácter entre lo dulce y lo grave y el no llevar a mal las tareas que uno tenga por delante". Y aún más: "Que todos confiaran en él y en que aquello que decía era también lo que pensaba. En que lo que hacía lo hacía sin mala intención. El no mostrar ni prisa ni procastinación, ni falta de recursos, ni risas nerviosas, ni cólera o sospecha". Y todavía una enseñanza final: "Que nadie pudiera pensar nunca de él que miraba por encima del hombro, ni tampoco que se pensara que nadie era despreciado por él y mostrarse siempre bienhumorado".

Son este tipo de enseñanzas las que han mantenido vivo el pensamiento de Marco Aurelio y han alzado la voz de sus meditaciones durante dos milenios. Serenidad, paciencia, reflexión, equilibrio, humildad. Así es como el estoicismo ha irrumpido con fuerza en nuestro tiempo, pues se da la circunstancia de que el siglo XXI comparte muchas ansiedades y dificultades con la Antigüedad tardía, tal y como recuerda Hernández de la Fuente: "Esta época tan violenta que nos ha tocado vivir no es muy lejana a la que vivió el propio Marco Aurelio, con una epidemia muy tremenda también, unos movimientos de población importantes y un mundo en crisis de valores en el que los ciudadanos ya no confiaban en sus instituciones y había muchas turbulencias. Empezaba a cambiar el mundo antiguo y quizás eso ha provocado también un atractivo mayor a partir de 2020, de la pandemia, si bien es verdad que en los últimos veinte años el estoicismo y en general toda la filosofía helenística se ha puesto muy de moda, cuando hace un tiempo no se estudiaba tanto. No ya los estoicos, sino también los epicúreos o los cínicos, que son las tres grandes escuelas de esa época".

Fue a partir del mundo romano sobre todo cuando el estoicismo se hizo muy popular como sistema de vida, como ética cotidiana para ser mejores personas, más felices y más serenas, para sobreponerse a los problemas del mundo. Como una filosofía completa con su cosmología, su lógica o su física, con la nota distintiva de que hay una razón que le da un sentido a todas las cosas, incluso a las que podemos creer que son males. "Para el estoicismo, el universo es una especie de cosmópolis, una especie de organismo conectado donde todo tiene su función, por lo que es clave para nuestra vida entender cual es nuestro papel en este mundo y, sobre todo, no hacernos falsos juicios. Porque lo que entendemos que sean males quizás no lo sean tanto desde un punto de vista global. Es ese dicho de que 'lo que es bueno para la colmena no puede ser malo para la abeja', basado en la idea de que vivimos en comunidad y estamos hechos para colaborar unos con otros. Y es, así, una forma de buscar la ataraxia y la imperturbabilidad del sabio frente a los vaivenes del mundo".

Esta manera de cohabitar el planeta es la que se ha hecho especialmente popular de un tiempo a esta parte, con tantas personalidades muy conocidas declarándose seguidoras de Marco Aurelio, algo que ha provocado a su vez, por pura simplificación y deformación, la relación de cierto tipo de neoestoicismo más con la autoayuda que con la filosofía. Algo que Hernández de la Fuente tampoco ve necesariamente negativo, pues a su juicio "la autoayuda bien hecha no es ningún problema", sino que, de hecho, "es mejor hacerla sobre el estoicismo que sobre otras cosas, digamos, menos recomendables".

Algunos de estos revivals estoicos modernos vienen de grandes gurús de la informática, los móviles y las plataformas digitales, que nos quitan atención y no nos dejan pensar, pero al mismo tiempo dicen que hay que volver a la introspección y la meditación

David Hernández de la Fuente

"Marco Aurelio tiene mucho que decirnos en el mundo de hoy", subraya, a pesar (o más bien precisamente por eso) de que "hablar con uno mismo no está de moda y a lo mejor te toman por loco". "Pero es muy necesario y muy sano. Lo dicen los filósofos y también los psicólogos, puesto que hay muchas ventajas en la meditación, en el diálogo interior. Es una necesidad en el mundo de hoy de tantas ocupaciones y tiene que ver con el cuidado de uno mismo y la atención a uno mismo", defiende el catedrático, quien destaca que también por eso está el estoicismo "muy de actualidad".

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Y aún profundiza en esta idea: "Me genera mucha curiosidad que precisamente algunos de estos revivals estoicos modernos vienen del mundo de las grandes tecnológicas, porque hay grandes gurús de la informática, de los móviles y de las grandes plataformas digitales, que nos quitan atención y no nos dejan pensar con toda esa agenda digital que nos han creado a través de los teléfonos, pero al mismo tiempo ellos están diciendo que hay que volver a este mundo de la introspección y la meditación. Lo defienden para ellos mismos y sus familias, mientras a nosotros nos dan toda esta morralla digital que nos aturde. Es como una especie de paradoja y por eso creo que hay que volver a la filosofía antigua, porque son los básicos de la humanidad".

Quizás hoy seamos más esclavos que nunca de tantas necesidades falsas que nos hemos creado, y el estoicismo intenta hacernos ver lo valioso, por qué lo que la gente estima que es bueno (dinero, fama, prestigio) no lo es, y volver la vista hacia el interior

David Hernández de la Fuente

"Ellos nos han hecho esclavos, pero buscan liberarse a través de la filosofía, como decía Marco Aurelio", apostilla el catedrático, recordando que dos de las grandes figuras del estoicismo en el siglo II son el popular emperador y un esclavo liberado llamado Epiteto: "Es llamativo porque quizás hoy día seamos más esclavos que nunca de tantas cosas que nos ofrecen, de tantos productos, aplicaciones y necesidades falsas que nos hemos creado, y el estoicismo intenta realmente hacernos ver qué es lo valioso, por qué lo que la gente estima que es bueno tener (dinero, fama, prestigio...) no lo es, y volver un poco la vista hacia el interior y el mejoramiento personal. Es una cosa que en los años sesenta se puso algo más de moda con el mundo del budismo, y ahora ha vuelto con fuerza esa idea de la introspección con esta filosofía antigua que es mucho más sencilla y asequible que otras y ha tenido una gran recepción en estos años".

Tan actuales resultan las meditaciones de Marco Aurelio que nos dice cosas como esta: "Nunca decir muchas veces y sin necesidad a alguien, o escribirle en una carta, eso de que 'ando sin tiempo para nada'. Ni en modo alguno poner continuamente como excusa para los asuntos que surgen de las relaciones con quienes nos rodean tal pretexto". Leyendo esta reflexión, no puede evitar Hernández de la Fuente imaginando "el nivel de estrés que tenía un emperador, asediado por gente que quería que firmara esto y lo otro". Pero, ya más en serio, aclara que más que a su propia vida, va a la colectividad y a considerar que es "una vulgaridad, un error y casi un pecado caer en eso de 'no tengo tiempo para nada', ni para dedicar a la gente que está a mi alrededor". "Me gusta mucho la dimensión social de Marco Aurelio, cómo habla incluso de la gente que te cae mal o te da problemas. Esa dimensión social es muy interesante porque es muy actual también frente a la misantropía y la insolidaridad. No me extraña que sea muy leído porque es muy relevante para nuestros días", termina.

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