Arte

Muebles fabricados con hongos, jarras hechas por abejas...: así son los objetos del futuro

Una mesa hecha con hongos.

El  avión toma su forma de los pájaros, el velcro copia su sistema de los cardos, el tren bala reproduce la curva del pico del martín pescador… La naturaleza, en su proverbial sabiduría, ha sido musa y modelo para el hombre a lo largo de los siglos. El vertiginoso desarrollo de las tecnologías en los últimos tiempos, ha dado una vuelta de tuerca a esa relación a través de la bioingeniería. Ahora ya no se trata de inspirarse en las formas, sino de imitar los procesos en el laboratorio. 

Perlas que pueden crecer en casa, elementos arquitectónicos que se expanden y se multiplican, microorganismos que crean materiales para fabricar zapatos, jarras moldeadas por enjambres de 60.000 abejas, plantas que tejen telas, medusas robóticas con usos para la agricultura… Parecen elementos extraídos de estrambóticas películas de ciencia ficción, pero lo cierto es que se trata de realidades destinadas a perfilar el dibujo del mañana. 

La exposición En vie / Alive en el Espace Fondation EDF de París muestra hasta el próximo 1 de septiembre estos y otros inventos surgidos de la alianza entre diseñadores, arquitectos y artistas con ingenieros e investigadores. Ellos, dice la nota de presentación de la muestra, “crean y revelan un mundo futuro híbrido, en el que nuestros productos cotidianos y las herramientas de fabricación estarán vivas”. vivas

Enfocadas y volcadas en la ecología y la sostenibilidad, imperativas en un mundo creciente y en imparable desarrollo, las piezas en exposición, que han sido comisariadas por Carole Collet, se presentan relacionadas con la naturaleza de cinco maneras diferentes: a través del plagio, trabajando en colaboración con ella, reprogramando procesos naturales de manera sintética, combinando la biología con la tecnología o, simplemente, imaginándola.

Dentro del primer apartado pueden verse, por ejemplo, las perlas producidas en casa, concebidas por Emile de Visscher. “Literalmente imitando el modo en que una ostra fabrica una perla”, explican, “la técnica consiste en dar varios baños de materiales polarizados dispersos en el agua a un pequeño objeto. Este material no es solamente bonito, sino que además posee la estructura interna del nácar y por tanto sus propiedades: una resistencia a la rotura muy elevada a pesar de su gran ligereza”.

En colaboración con la naturaleza, y dentro de la segunda categoría, el diseñador Phil Ross ha trabajado mano a mano con los hongos para crear un tejido que puede solidificarse y endurecerse para dar forma a muebles y otros objetos funcionales. Reprogramando los procesos biológicos, Will Carey, Adam Reineck, Reid Williams y Wendell Lim han ideado una bebida probiótica que se metamorfosea en un vaso cuando está expuesta a una luz concreta. Cuando se llena de agua, da lugar a un líquido efervescente que, dicen, es "saludable".

Zapatillas hechas de amebas

Como los viejos alquimistas, Shamees Aden ha sacado oro de donde no lo había, o más bien, unas zapatillas nada menos que de amebas. Otros proyectos, los que se enmarcan dentro de la última categoría, la imaginaria, se presentan en forma  de teorías: Arne Hendricks, por ejemplo, propone encoger el tamaño de los hombres hasta los 50 centímetros, ya que así las necesidades para la supervivencia se reducirían a “entre el 2 y el 5%” de las actuales.

“Un solo pollo podría alimentar a cien personas, y ya contaríamos con toda la energía sostenible que necesitamos. Aunque pueda parecer un objetivo extremo, los experimentos en torno a la evolución ya están en marcha. En áreas remotas, como el valle del Sind, en Pakistán, la selva del Congo o la isla de Flores en Indonesia, se están llevando a cabo experimentos evolucionarios sobre una especie humana reducida”, señalan. “Y quizás 50 centímetros no sea algo tan extremo: a día de hoy, la persona más pequeña es Chandra Bahadur Dangi, de Nepal, que mide 54 centímetros”. Sean bienvenidos al mañana. 

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