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María Ruiz: "A mucha gente le da miedo abrir los ojos y ver que tenemos un país con miles de fosas comunes"

La cantautora María Ruiz

La cantautora María Ruiz (Callosa de Segura, Alicante, 1986) acaba de publicar su tercer disco de estudio, Deshielo, en el que da un pequeño gran giro musical sin dejar de cantar a temas tan importantes como el amor, el feminismo o la memoria histórica. "Escribo de lo que vivo y, al final, lo que vivo es una sociedad machista y cargada de violencia", cuenta a infoLibre en esta conversación mantenida días después de su actuación en nuestro premios del pasado 23 de noviembre en el Ateneo de Madrid.

Acabas de publicar tu tercer disco, Deshielo, que supone un cambio en lo musical. ¿Qué podemos encontrar en él?

Es mi tercer disco de estudio y, a diferencia de los dos anteriores, en lo que tiene que ver con el concepto y el sonido hemos dado un pasito más. Los otros son mucho más orgánicos y en este hemos apostado por un sonido diferente. Con mucho miedo, porque yo al final vengo de esa influencia mucho más orgánica musicalmente hablando, pero hemos metido sonidos electrónicos, más secuencias... le hemos dado un aire nuevo al proyecto. No sabía cómo iba a resultar y cómo iba a responder la gente, pero estoy muy contenta, en realidad.

Una idea del apoyo de la gente ya tenías, porque para sufragar el disco pusiste en marcha una campaña de crowdfunding que recaudó más de 9.000 euros.

Desde que empecé a dedicarme a la música mi carrera es totalmente autogestionada. Al final, para sacar un buen producto necesitamos una inyección económica que no tenemos por trabajar de manera independiente. Sacar un proyecto musical adelante conlleva una inversión de mucho dinero, con lo cual es imposible hacerlo sin apoyo. Yo tenía claro que o tenía que contar con la gente o tenía que contar con el banco (risas), y antes de hipotecarme con el banco preferí tener ese compromiso con la gente, que te aporta lo que puede y luego recibe su recompensa con su disco, su concierto privado o lo que sea. Es una manera de sacar proyectos adelante sin hipotecarse con un banco.

O hipotecarse con una discográfica, que pasa multitud de veces.

Claro, porque al final luego es cierto que a quien te presta el dinero algo le tienes que devolver. Por eso me parecía más bonito contar y conectar con la gente.

¿Qué significa, en tu caso, Deshielo?

Este disco nace después de una etapa compleja a nivel personal y también global después de haber pasado la pandemia. Yo encima el trabajo anterior lo saqué precisamente justo en plena pandemia y monté una gira con restricciones, distancias de seguridad y aforos reducidos que fue toda una experiencia. Después de aquello, a nivel personal tuve también una situación familiar compleja cuando se puso mi mamá malita, de manera que todo esto de alguna manera congeló todo y me costaba mucho ponerme a escribir. Así que conforme iba pasando esa etapa, llegó un momento en el que como si me hubieran dado con un interruptor empecé a vomitar canciones, por eso la composición de este disco la hice en un período muy corto tras prácticamente un año en barbecho. De repente las piezas se iban colocando, todo iba volviendo a la normalidad, mi mamá se recuperó y las piezas de la vida se colocaron. De ahí el título de Deshielo: después de un invierno muy largo todo se empieza a volver otra vez un poco más cálido.

Es una idea que viene muy bien para muchas situaciones, como en tu caso, tanto colectivas como individuales.

Cada uno se lo puede llevar a diferentes lugares, a su experiencia y su historia, porque de alguna manera todos vivimos este tipo de acontecimientos. La pandemia fue global, pero las personas individualmente pasamos por momentos en los que no tenemos la misma ilusión por hacer cosas y tenemos que esperar al momento adecuado.

La primera canción del disco se titula Sin armas y en ella cantas "te quiero aunque la metralla a veces mate los besos y se nos hielen los huesos".

Es una canción de amor profundo y sincero. La decisión de abrir con una canción así me pareció bonita precisamente en este momento en el que nos encontramos, que creo que el mundo está muy falto de amor y hace falta mucho amor en general. Amor del bueno, amor de verdad, porque al final ese concepto de querernos mucho durante mucho tiempo, para toda la vida, se ha quedado ya un poco obsoleto y a día de hoy hay que poner el esfuerzo en querernos bien y de una manera honesta con las personas que nos acompañan en la vida. Básicamente ese es el mensaje, igual no querernos para toda la vida si no tiene que ser así, pero querernos bien el tiempo que estemos compartiendo, de una manera sana.

¿Qué te gustaría aportar con tu música a este mundo falto de amor?

Yo creo que la música en general ya de por sí provoca un efecto en las emociones. La música es un canal universal y por eso nos toca incluso aunque sea en otro idioma. Hay algo armónicamente hablando que provoca algo químico en nuestros cuerpos, por eso la música tiene ese poder de transformación y de tocar determinados lugares que no se tocan a través de otros canales. Si a eso le sumas una letra que comparte una historia, una vivencia o una emoción que a su vez es compartida por otras personas, se produce la conexión. Porque yo, por ejemplo, las cosas que cuento son cosas muy cotidianas y, ya sea de una manera más o menos poética, nos conectan porque vivimos en el mismo mundo y vivimos situaciones similares. Compartimos historias y eso hace inevitablemente que nos convirtamos en personas sensibles al mundo y, al mismo tiempo, en mejores personas.

Otra canción del disco es Rosario dinamitera, un personajazo de nuestra historia. ¿Por qué dedicarle una canción?

Yo tengo una sensibilidad con la memoria bastante especial desde que era niña, a raíz de personas con las que he convivido y compartido historias. Personas mayores que hoy en día ya no están pero nos hemos quedado con el legado de sus vidas. Y yo vengo de la tierra de Miguel Hernández, de un pueblo que se llama Callosa de Segura y que está pegado a Orihuela. Para nosotros en la Vega Baja Miguel Hernández es como Lorca para Andalucía y yo tenía esa espina de ponerle música a alguno de sus poemas. Una noche que me cogí Vientos del pueblo, mi favorita de Miguel Hernández, y aunque ya conocía el poema, no me había detenido a mirarlo. Me pareció bonita la posibilidad de recoger esta historia, que al final representa la de tantas mujeres que pelearon en el frente en primera línea y se han perdido. Me pareció una manera bonita de recoger la historia de una mujer que pasó buena parte de su adolescencia en el frente y la vez la vida de otras muchas mujeres. Con la particularidad de que Rosario pierde la mano derecha y a partir de ahí Miguel Hernández recoge su historia. Es, en definitiva, un doble homenaje a las mujeres y también a esos poetas, a esa gente de la cultura que también fue perseguida y sufrió la represión del franquismo después de la guerra.

Un ejercicio bien necesario de memoria feminista.

Sí, porque yo creo que al final está todo conectado. Y para mí era importante tener esta presencia de memoria histórica también feminista, que está también muy conectada con mi tierra y mis raíces gracias a Miguel Hernández, que es el poeta de mi vida.

Por mucho que nos quieran hacer creer que esto significa remover heridas, la gente sabe que hay muchas heridas que no se han cerrado y que hay muchas familias que han vivido con una ausencia muy grande durante mucho tiempo

¿Son las canciones un buen vehículo para mantener viva la memoria histórica?

Sí, y yo lo digo muchas veces en los conciertos. Artistas como yo siempre terminamos recibiendo en algún momento el típico comentario de por qué nos metemos en política, por qué removemos la memoria... Eso a mí me afecta más bien poco, yo voy a seguir haciendo lo que me dé la gana y lo que me nace y me late. Yo no le tengo miedo a la memoria y, de hecho, creo que nadie debería tenerle miedo a la memoria histórica, porque los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla. Por eso en los conciertos también hago un recuerdo a Palestina, porque la historia se repite y los que antes fueron víctimas ahora son verdugos. La memoria y tener presente la historia hace que no volvamos a repetir los mismos errores del pasado.

¿Qué dice de nosotros como sociedad que le tengamos miedo a la memoria histórica? 

Ese discurso de remover las heridas lo tiene quien no ha vivido la represión en casa, o al menos cerca, y no conoce a nadie que durante años ha estado intentando encontrar a su abuelo o a su abuela en cualquier fosa común o cualquier cuneta de este país. Porque por mucho que nos quieran hacer creer que esto significa remover heridas, la gente sabe que hay muchas heridas que no se han cerrado y que hay muchas familias que han vivido con una ausencia muy grande durante mucho tiempo.

También cantas a la memoria en otras canciones como Sin rosas, por ejemplo.

Llevo muchos años viviendo en Madrid, pero en mi tierra hay una asociación de víctimas de la represión franquista del cementerio de Alicante que llevan como treinta fosas abiertas, y a raíz de conocer sus historias al final te das cuenta de que lo que nos falta es el contacto humano con la realidad. Cuando tú te acercas a una familia que lo único que quiere es encontrar el cuerpo de su abuelo o de su abuela, porque es un ser que ha estado siempre ausente pero presente con una historia muy dura, para saber donde puede llevarle una flor, es imposible decir que esto supone reabrir heridas y remover mierda del pasado. Muy al contrario, la gente tiene esta necesidad porque necesita cerrar las heridas que tiene. Lo que a mucha gente le da miedo muchas veces parece que es abrir los ojos, ver y darse cuenta de que tenemos un país con miles de fosas comunes de gente enterrada en cunetas de toda España. Hay gente a la que le da miedo mirar esa realidad.

Hablas de contacto humano y yo pienso en otra canción, Esta piel, en la que te posicionas con el colectivo LGTBI.

Sí, porque a veces damos los derechos por conquistados, pero estamos viendo por ejemplo en Madrid que están intentando desmantelar todo el sistema de derechos que las comunidades LGTBI llevamos peleando mucho tiempo. Esta piel es una canción que honra un poco la memoria de toda la gente que llegó antes y que luchó para que disfrutáramos de todos los derechos que hoy disfrutamos, pero también a toda la gente que sigue luchando porque ahí tenemos al colectivo trans, que son las primeras personas a las que va a afectar esta derogación de derechos que se está planteando ahora mismo en la Comunidad de Madrid. Esta es, por tanto, también una canción de resistencia. Y tiene una colaboración muy bonita de las Voces LGTB de Madrid, que es un coro precioso de gente muy linda y con la que he sido muy feliz grabando. 

¿La música puede ser un muro de contención contra los discursos de odio?

La música tiene un poder pedagógico. Yo vengo de una influencia de los cantautores de los años noventa y he aprendido mucho de las canciones y de la música. Además, yo soy educadora social y creo en la educación y en el poder de la pedagogía, por lo que considero que la música es una herramienta pedagógica. De alguna manera, yo he elegido hacer pedagogía a través de las canciones, que es una manera de militar también políticamente y de comprometerse con lo que a una le toca vivir.

¿No se puede entender la música sin ese activismo y ese compromiso?

En mi caso no. La música es un canal y cada cual lo utiliza con el sentido que quiere. Ya no solamente es lo que digan las canciones, sino que para los artistas, con una mínima incidencia que tengamos en redes o en el público de la manera que sea, es importante el discurso. Ya sea lo que contamos a través de las canciones o a través de nuestra historia. Para mí, es un poco donde está la clave. Por suerte, pertenezco a una generación de compositoras y compositores con mucho compromiso. Ahí tenemos a Rozalén o a Pedro Pastor, que siguen manteniendo un mensaje por ejemplo sobre memoria. No significa que convirtamos nuestra obra en una obra cien por cien politizada, aunque yo creo que de una manera o de otra siempre hablas de lo político, incluso cuando hablas de amor. Porque las maneras sanas de quererse y de amarse, a día de hoy creo que son más políticas que nunca, porque sabiendo la situación de violencia y de machismo que vivimos, hablar de un amor libre y sano también es político. Hay tantos prismas por los que mirar esto... pero sí, creo que la música tiene mucho poder, el mensaje tiene mucho poder, y las personas que tenemos un poquito de incidencia debemos seguir haciéndolo porque, en mi caso, es lo que me sale y no podría escribir de algo banal.

¿Te consideras una cantautora feminista?

A mí me gusta decir que soy una mujer feminista que soy cantautora. Yo no me levanto un día y digo 'voy a convertirme en una cantautora feminista'. Lo que ocurre es que las personas que escribimos sobre lo que pasa y nos toca, si tenemos un mínimo de sensibilidad hacia el mundo, al final el mensaje que sale tiene mucho que ver con la defensa de los derechos humanos, el feminismo, el compromiso con la memoria... No me molesta tampoco que me llamen cantautora feminista, en cualquier caso, pero sencillamente escribo de lo que vivo y, al final, lo que vivo es una sociedad machista y cargada de violencia. 

Estamos en plena gira. ¿Cuáles son tus planes inmediatos?

Así es. Hemos hecho unos poquitos conciertos. La gira arrancó en Valencia y Alicante, continuamos en Madrid, pude presentar el disco en el auditorio de mi pueblo, que me hacía mucha ilusión. Este fin de semana hemos estado en Granada y en Sevilla, y ahora vamos a hacer el parón para estar con la familia y en enero retomamos otra vez en Barcelona, Zaragoza, Donosti, Bilbao... estamos todavía armando el calendario de 2024.

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