"Vamos a seguir atacando al poder": Mongolia frente a la justicia por ofensas a los sentimientos religiosos

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Laura Prieto

Darío Adanti y Pere Rusiñol, dos de los editores de la revista Mongolia, tendrán que declarar en los juzgados de Barcelona el próximo miércoles. Lo hacen después de que se haya admitido a trámite una denuncia del sindicato Manos Limpias por “ofensa a los sentimientos religiosos”.

La querella consta tan solo de tres páginas, en las que el sindicato de funcionarios alega que “se han publicado reportajes y artículos, que atentan gravemente contra el catolicismo”. No especifican cuáles, aunque hacen referencia a la portada, a la página 10 y a la 24. Además, añaden una serie de recortes en los que, supuestamente, aparecen las viñetas ofensivas. 

En estos documentos se pueden ver diversos chistes, de tono satírico y crítico, que hacen referencia a las tradiciones católicas y a la navidad. En concreto, se publica una entrevista ficticia a “la Virgen María” y una portada en la que se ve un pesebre en el que  el “niño Jesús” es sustituido por el emoticono conocido como “la caca de WhatsApp”.

El Juez instructor del caso, Sergio Escalona, considera que estas imágenes pueden ser "constitutivas de delito". Adanti y Rusiñol han transmitido en declaraciones a infoLibre su "perplejidad" porque la sentencia haya prosperado y porque se les señale directamente a ellos "a pesar de que hay varios editores en la revista". Además de esta querella, por la que también está siendo investigada la revista, Mongolia está a la espera de conocer si son o no admitidas otras tres denuncias, que se encuentran en los juzgados de Badalona.

Sobre su situación judicial, ambos editores afirman que "acabar condenados siempre es una posibilidad, porque la ley lo permite”. “Te agarra un juez conservador, o hasta reaccionario, y te cruje. Es el problema de dejar esa puerta abierta en la Ley”, señala Rusiñol. Adanti, por su parte, defiende que, en contra de lo dicho en la sentencia, “un chiste no obliga a nadie a dejar de creer o le hace tener problemas para profesar una religión” y recuerda que “todos estamos en nuestro derecho constitucional de opinar sobre Dios”. 

Querellas amparadas en el artículo 525.1 del Código Penal

Tanto Adanti como Rusiñol denuncian estar siendo acusados de “blasfemia”, un delito que, como bien explican, ya no existe en el Código Civil porque fue sustituido por el de “ofensa a los sentimientos religiosos”, penado con hasta 12 meses de prisión.

(...) Los que, para ofender, hagan escarnio de sus dogmas, creencias, ritos o ceremonias, o vejen, también públicamente, a quienes los profesan o practican

Este artículo, el 525.1,  es el que ampara todas las denuncias llevadas a cabo por Manos Limpias, Hazte Oír y demás organizaciones conservadoras. Los investigados lamentan que el gobierno “no haya sido capaz de modificarlo” y creen que, de llegar la ultraderecha al poder el próximo domingo, “podrían dispararse este tipo de querellas”. 

Acabar con este delito, al igual que con el de injurias a la Corona o el de ultrajes a España era una de las principales exigencias de Unidas Podemos para esta legislatura. Sin embargo, las discrepancias entre los socios de gobierno acabaron dejando la propuestas de lado, junto con otra media decena de modificaciones. Tampoco han conseguido derogar la llamada Ley Mordaza, como prometió el Presidente del Gobierno. 

Rusiñol explica que, en la mayoría de casos estas denuncias no prosperan, pero incluso cuando no lo hacen, el daño acaba siendo muy alto: “Cualquier juicio cuesta dinero, aunque lo ganes, y lo que buscan es acosar económicamente”. Además, recuerda que, con el famoso juicio de Mongolia contra Ortega Cano, acabaron desembolsando casi 80.000, a los que hicieron frente “gracias al micromecenazgo”.  

El sindicato ultra Manos Limpias ha hecho gala de este “modus operandi” en diversas ocasiones. Está detrás del caso Nóos, de las denuncias contra Griñán y Chaves, y otras muchas a políticos como Mónica Oltra, Pablo Iglesias o Gabriel Rufián. Llegaron, incluso, a presentar una demanda a principios de siglo contra Los Lunnis por exhibicionismo de la homosexualidad, después de que proyectaran una boda gay. 

Desde que en 2016 su líder, Miguel Bernad, fue condenado a un año de prisión por “extorsión y fraude”, la asociación ha mantenido un perfil bajo, frente a otros grupos. “Creíamos que ya no existía, no pensábamos que aún tuviera el músculo suficiente para poder querellarse, que es la única razón de su existencia” explica Adanti.

El 15M y el inicio del gobierno de Rajoy “marcan un antes y un después”

La declaración en los tribunales de los dos editores coincide con la publicación del libro Libertad de Impresión, en el que la revista Mongolia recopila algunos de los casos más relevantes de acoso judicial a humoristas y personajes públicos de la última década.

“El 15M y el Gobierno de Mariano Rajoy marcan un antes y un después. Algunos de estos grupos encuentran respaldo en el ministerio de Jorge Fernández Díaz y se dedican a combatir las resistencias que se expresaban en las calles” explica Rusiñol que pone el foco, al igual que su compañero, en el 2012. Ese año Hazte Oír organiza su primer Congreso Nacional de la Familia y Javier Krahe acaba declarando en los juzgados por “haber cocinado a la parrilla a Jesucristo” en un cortometraje rodado en 1977. Más tarde volvería a acudir por haberse “cagado en la bandera” por redes sociales. 

A estos casos les seguirán otros muy sonados, que la editorial ha recopilado para “denunciar el retroceso democrático al que estamos asistiendo”. Dani Mateo será denunciado por sonarse en la bandera, Mongolia por criticar la vuelta a los ruedos de Ortega Cano, Rita Maestre por protestar sin camiseta en una Iglesia y, hasta unos títeres "por un montaje policial". Otros casos, como el de Casandra Vera, acabarán con penas de cárcel y, en el caso de las chicas del Coño insumiso, en un periplo judicial de casi diez años que aún no ha terminado.

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Rusiñol reivindica que la sátira "es un registro periodístico de opinión que prestigia a las democracias" y que quienes la respetan "pueden presumir de la suya". Con ese objetivo nació en 2013 Mongolia, de la mano de Darío Adanti y Eduardo Galán. "Creamos Mongolia para ensanchar la libertad de expresión, aunque, por el contrario, nos hemos encontrado con un retroceso progresivo, aupado por el auge de la extrema derecha", lamenta.

Rusiñol insiste en la "relación estrecha entre Vox y sindicatos como Manos Limpias" y recuerda que la querella a la que ellos se enfrenta ahora llegó después de que Jorge Buxadé animara ,durante un mitin, a querellarse contra la revista.

El editor cree que la situación puede subir muchos decibelios si "esta gente que está todo el día como Torquemada en la calle encuentra apoyo institucional para seguir con su lawfare". Pero, a pesar del daño económico y de imagen que suponen estas querellas, lo deja claro: "no nos vamos a callar, seguiremos haciendo sátira y atacando a los poderes fácticos, como a la Iglesia", y añade: "Estamos preparados para hacer frente a todo esto y lo que haga falta".

Darío Adanti y Pere Rusiñol, dos de los editores de la revista Mongolia, tendrán que declarar en los juzgados de Barcelona el próximo miércoles. Lo hacen después de que se haya admitido a trámite una denuncia del sindicato Manos Limpias por “ofensa a los sentimientos religiosos”.

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