Literatura
Siri Hustvedt: “ Hasta que seamos conscientes de nuestro sexismo, no lo afrontaremos”
Harriet es también Harry. Una mujer alta y fuerte, femenina y masculina a partes iguales. Harriet es artista. Ha vivido entregada a la lectura, y ha ido acumulando tantos conocimientos filosóficos, artísticos, psicológicos, científicos... que difícilmente encuentra con quien comentarlos. Y eso la aísla. Su obra es prolija y profunda, pero nunca encontró el reconocimiento, a pesar de haber estado casada con el mayor marchante de la ciudad de Nueva York. Ahora está viuda, sus dos hijos ya han crecido, y ella encuentra su segunda oportunidad con Bruno.
Harry es tan privilegiada como desprendida. Pero no quiere que su nombre pase desapercibido por la historia. Así que pergeña su gran obra: convencida de que la percepción de su trabajo, como el de toda mujer, está empañada de sexismo, busca tres máscaras bajo las que camuflarlo. Tres hombres que expondrán sus instalaciones como si hunieran sido realizadas por ellos, para así probar que con sus firmas, ese arte sí será alabado y reconocido, cosa que no se daría con ella como autora pública. Aunque el experimento, desde luego, no resultará tan sencillo como ella se imaginaba.
Contada a través de un biógrafo de ficción desde el punto de vista múltiple de quienes la conocieron, con entrevistas con sus máscaras, testimonios escritos de sus hijos, relatos orales de sus amigas, recuerdos de su amante…., así como el recuento de su vida plasmado en sus múltiples diarios (tantos como letras tiene el abecedario), El mundo deslumbrante (Anagrama), de la escritora estadounidense de origen noruego Siri Hustvedt (Minnesota, 1955), reconstruye y deconstruye la existencia de esta creadora de manera poliédrica, inteligente, sensible y reflexiva.
Penetrante y absorbente, el último título de la autora de Todo cuanto amé, esposa del también literato Paul Auster, es probablemente su trabajo más ambicioso. Aúna conceptos y reflexiones sobre el feminismo, la creatividad, la percepción, la identidad o la fama. Mezcla estilos y voces, perspectivas y conclusiones. Vía correo electrónico, hablamos con la novelista, poeta y ensayista.
Su libro aborda y critica los estereotipos que rodean a las mujeres pero, al mismo tiempo, critica la figura de la protagonista, Harriet, por utilizarlos como excusa para justificar, la mayoría de las veces ante sí misma, su falta de éxito o reconocimiento. ¿Será alguna vez posible para las mujeres superar esos estereotipos que son a la vez yugo y escape?
Tienes razón. La historia de Harry no se limita a exponer los estereotipos dañinos en la cultura. Y aun así, como personaje ella explota muchos de los estereotipos arraigados sobre la masculinidad y la femineidad. Todavía estamos atados a la idea de que el intelecto, la lógica y la cultura son dominios masculinos y que el cuerpo, los sentimientos y la naturaleza son femeninos. Harry es una intelectual y una artista. Es capaz de crear argumentos abstrusos y lógicos, pero también arde con la pasión. Su cuerpo de mujer es grande y ha dado a luz a dos hijos a los que ama. Es, por tanto, masculina y femenina. Harry está obsesionada con romper las dicotomías tradicionales del sexo. Quiere mostrar los sesgos de una cultura que valora el trabajo de un hombre, ya sea artístico o intelectual, más que el de una mujer. Existen innumerables estudios empíricos que lo corroboran. Si relacionas la firma de un hombre con un trabajo, este se percibirá como superior que exactamente el mismo trabajo realizado por una mujer.
Con todo, la historia de Harry no tiene que ver solo con lo cultural, no es estrictamente el caso de una mujer que sufre por el sexismo en el mundo, es algo personal y psicológico. Ella viene de una familia muy peculiar con unos padres muy peculiares, y la relación con su padre, en parte, dio forma a su imperiosa necesidad de reconocimiento. Su narrativa personal alimenta su furia. La herida es tan profunda que a veces la ciega con respecto a sus propias motivaciones. Esto, por supuesto, no es ni ajeno ni específico a las mujeres.
Tanto hombres como mujeres son propensos al prejuicio sexista, y la mayoría de las veces ese prejuicio es inconsciente. Hasta que todos nosotros seamos conscientes de nuestro sexismo, no seremos capaces de afrontarlo y cambiar el modo en que vemos el mundo.
Uno de los puntos clave de su novela es la cuestión de la identidad y, relacionada con ella, la de la percepción. Todo ello, a su vez, tiene que ver con la idea de feminismo. Entiendo que esta es la razón por la que decidió presentar el personaje de Harriet a través de diferentes voces y estilos, para que estos pudieran proporcionar diversas aproximaciones respecto a la misma idea: su vida y obra. ¿Podría explicarme más sobre esto?
El proyecto de Harriet, Máscaras, trata sobre la propia percepción, no solo la percepción respecto a las mujeres en la cultura, pero también trata sobre cómo la fama y el dinero distorsionan el modo en que vemos el mundo. Vemos lo que esperamos ver, y valoramos lo que esperamos valorar. La estructura de la novela replica el experimento artístico de Harriet. Cada narrador tiene su propia perspectiva de la historia. Incluso la apariencia de Harry está sujeta a cambios, dependiendo de quien la mire. Es atractiva para unos narradores y fea para otros. Su identidad física y psíquica se ven alteradas en los ojos de los otros. Pero el proyecto de Harry trata sobre la identidad. El trabajo que hace depende de la máscara que se ponga. Con cada máscara, es capaz de explorar aspectos diferentes de su propia geografía interna que hubieran sido imposibles sin la máscara. Por tanto, el lector se ve forzado a confrontarse con la ambigüedad. No hay “una verdad de la cuestión” en la novela. El lector debe decidir lo que tiene sentido, lo que es irónico, lo que es serio, de qué va el juego. En este sentido, mi influencia fue la escritura seudónima de Kierkegaard, que él llamaba “discurso indirecto”. Por supuesto, toda novela es “discurso indirecto”, y yo llegué a pensar en El mundo deslumbrante como un trabajo sobre la propia novela entendida como una actividad enmascarada, una actividad que no tiene tanto que ver con el disfraz sino con la revelación.
Su imagen del arte contemporáneo, presentada a través del personaje de Harriet, es la de una forma de expresión plena de ideas filosóficas y visiones radicales. No obstante, el arte que se realiza a día de hoy, aun sin intención de generalizar, parece alejarse de todo eso, buscando muchas veces más que nada lo superficialmente original, el chascarrillo o la anécdota. ¿Cómo percibe el arte contemporáneo? Como poeta, novelista y ensayista, ¿qué es el arte para usted?
Bueno, el arte no es monolítico. Hay arte estúpido y arte brillante. Hay artistas que consienten el deseo de lo que yo llamo los “one-liners” (chistes que se cuentan en una sola frase) y lo que tú llamas 'superficialmente original' (en inglés, novelty, que hace referencia a algo novedoso pero de poca importancia), juegos de palabras, anécdotas, pero también hay artistas que exploran el terreno humano de la visión y el sentimiento y ofrecen a sus espectadores nuevas avenidas para pensar el mundo perceptual. Tanto Louise Bourgeois como Joan Mitchell están muertas ahora, pero su trabajo continúa fascinándome, y he escrito sobre ambas. Soy una gran admiradora de Gerhard Richter, Rosemary Trockel, Kiki Smith, y Rachel Whiteread, solo por mencionar a algunos artistas vivos. Nunca condenaría al arte contemporáneo como un todo. Hay artistas visuales interesantes igual que hay poetas o novelistas interesantes. El mundo de las galerías, de los coleccionistas, los críticos de arte y lo que ahora se llama el mercado del arte es particularmente propenso a querer escalar posiciones sociales y a los excesos del pensamiento económico, porque algunas obras de arte son extremadamente caras y, a diferencia de las novelas, por ejemplo, son únicas.
En relación con la anterior pregunta, ¿cuánto de Harriet vive en usted? ¿Percibe que, de algún modo, su trabajo se ha visto ensombrecido por el de su marido? Y si es así, ¿es por ser mujer?
Harry vino a mí, pero no como si fuera yo. Ella es mi invención, mi propia furia griega enmascarada. Sófocles, Milton, Margaret Cavendish, el monstruo de Mary Shelley, Kierkegaard y sus seudónimos, Bertha Pappenheim y Louise Bourgeois acechan en su interior. A diferencia de Harry, yo he sido reconocida por mi trabajo como intelectual y como artista. He de admitirlo, he tenido suerte. Pienso en muchas artistas extraordinarias a las que conozco y que, sin embargo, no han tenido suerte y han pasado desapercibidas. Cuando yo conocí a mi marido (el escritor Paul Auster) él era un poeta oscuro, lo mismo que yo. Grandes editoriales neoyorquinas le rechazaron muchas veces su obra Ciudad de cristal (la primera parte de su Trilogía de Nueva York), diecisiete para ser exactos. No he olvidado lo duro que fue todo aquello para ambos, ni he dejado de disfrutar del éxito que ahora ha alcanzado. No, El mundo deslumbrante no es una parábola sobre mi vida.
¿Son la fama o el reconocimiento lo que hace que la literatura o el arte sean buenos o malos? ¿Reside la calidad del arte en los ojos que lo miran? ¿Es eso lo que quiere expresar en el libro, que creamos la realidad con nuestra percepción?
Esta es una pregunta profunda. La experiencia artística se crea entre el espectador y lo mirado. En repetidas ocasiones he argumentado que todo tipo de arte es intersubjetivo, es decir, que es una experiencia producida entre el yo y una suerte de tú, más que entre el yo y el ello. Cada obra de arte lleva en sí los restos de la consciencia y la inconsciencia de otra persona, y respondemos a ello “como si” nos estuviéramos relacionando con otra persona, no una cosa. Hay obras que me encantan a las que los demás no les hacen caso, lo mismo que hay obras famosas que me encantan y parecen gustarle a todo el mundo. Mi sensación y juicio dependen de lo que se crea entre yo y lo que sea que estoy viendo, escuchando o leyendo. La experiencia del arte requiere relajación. También tiempo. Dicho esto, no hay ningún valor objetivo en ninguna obra, y tampoco hay ninguna visión puramente objetiva. Nadie está absolutamente libre de prejuicios. Llevamos nuestras historias a las obras de arte, nuestros patrones de percepción, nuestras experiencias emocionales. Los prejuicios no son siempre terribles. Son simplemente una parte de la percepción. Existe una cantidad enorme de pruebas científicas que apoyan la idea de que la percepción humana es un acto creativo, no pasivo. Yo añadiría, no obstante, que hay gente que son mejores lectores y espectadores que otros. No todas las opiniones valen lo mismo. Hay lecturas superficiales del arte y otras reflexivas.
¿Ha pensado en trasladar las obras de arte que Harriet crea en el libro a la realidad?
Me encantaría ver el arte de Harry en carne, digamos. Al mismo tiempo, pienso en sus trabajos como piezas conceptuales, arte que vive en las imágenes mentales de mis lectores.
El redescubrimiento
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Su libro aborda conflictos y problemas que surgen una vez que las necesidades básicas están cubiertas. Es decir, habla de problemas de la clase media o alta. No tanto en el sentido del feminismo, que es una cuestión universal, sino más bien en lo que se refiere al mundo del arte. ¿Qué opina de esta cualidad del arte como elemento elitista? ¿Cómo puede ser el arte relevante si para la mayoría de la gente es inalcanzable tanto en el sentido conceptual como en el económico?
De hecho, era plenamente consciente de que Harry es rica. Ella escribe sobre esto en sus libretas, lo mismo que su segunda máscara, Phinneas Q. Eldridge, y su amante, Bruno, ambos muy preocupados por el dinero. Si Harry hubiera sido pobre, no podría haber llevado a cabo el experimento del modo en que lo hizo. No habría tenido la libertad para hacer su trabajo. Es inmensamente privilegiada, y a veces se olvida de ello. El feminismo es universal en el sentido de que las personas identificadas como mujeres en diferentes culturas están sujetas a diferentes formas de sexismo, pero algunas formas son mucho peores que otras. Hay lugares en el mundo donde no se permite a las niñas ir a la escuela. En partes de África, multitud de chicas viven con los genitales mutilados. Este tipo de restricciones a la libertad humana están lejos de la vida adinerada de mi Harry.
Creo que es importante recordar que lo que llamamos arte ha existido en diferentes encarnaciones a lo largo del tiempo. Antes de que el arte fuera arte, antes de los museos y las galerías y las colecciones, los seres humanos pintaban en las paredes de las cuevas, y fabricaban objetos sagrados y tótems. Eran vasijas decorativas. Los niños juegan. Fingen. Ansían hacer, representar, jugar es una provincia humana, no de las élites. D.W. Winnicott, el pediatra y psicoanalista inglés, entendió que la incapacidad de jugar, incluso en la edad adulta, es un estado psicológico. No hay obra de arte que sea para todo el mundo, pero la necesidad de ser creativos, ya sea arreglando flores, cocinando una buena comida, bailando en una discoteca o tomando fotografías, es parte del propio tejido de la vida.