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Una Transición de risa
“-Buenas, venía a presentar los papeles de la Asociación MacroNacional Isleño SudTrans IbéricoAmericana.-Lamento comunicarle que en el barrio me llaman Mariano el Acrósticos.-Cielos.-O sea, puerta, over-drive y al compás”.AMNISTIA
Un hombre se acerca a una ventanilla de registro, donde tiene lugar la conversación anterior con el empleado. Ese hombre, un español de la época de la Transición, está en realidad perfilado con tinta china, lo mismo que su interlocutor. Sus palabras emergen de unos esponjosos bocadillos, y en la esquina inferior, la firma del autor, Forges, pone sobre aviso sobre la doble lectura de la situación representada.
En su aparente simplicidad, este dibujo en blanco y negro es uno de los muchos ejemplos que durante los años setenta y ochenta poblaron las páginas de periódicos y revistas para difundir el sofisticado mensaje de una nueva etapa política y social a partir de la risa y siempre desde la no complacencia con los poderes. Lea, si no, las iniciales en negrita. Y deduzca que, de lo que en realidad se hablaba, era algo de lo que no se podía hablar abiertamente.
En unos tiempos donde más que afirmar había que sugerir y dejar un espacio para las conclusiones extraídas entre líneas, decenas de humoristas españoles esbozaron con sus plumas algunas de las interpretaciones más agudas e incisivas de un periodo convulso: la transición de la dictadura a la democracia. Reunidos en una selección realizada por el comisario Francisco Bobillo, 212 dibujos -unos sesenta originales- componen la exposición La Transición en tinta china, en la Biblioteca Nacional (BNE) hasta el 25 de agosto.
Junto a Bobillo, presentaron la muestra ante los medios los humoristas gráficos Antonio Fraguas, Forges y José María Pérez, Peridis, quien recordó cómo aquellos dibujos “sirvieron para mitigar una zozobra con la risa”. “Los humoristas ayudaban en la digestión”, añadió, “también a los propios aludidos del franquismo”. A través de sus trabajos, también estuvieron -y estarán- presentes en la sala hipóstila de la institución madrileña más de ochenta de aquellos ilustradores, desde El Perich, a Gin, Mingote, Chumy Chúmez, Siro, Gallego y Rey, Máximo o Ballesta, que vieron sus viñetas impresas en cerca de una treintena de publicaciones, como El papus, Hermano Lobo, El jueves, Blanco y Negro, La Codorniz… El papus, Hermano Lobo, El jueves, Blanco y Negro, La Codorniz
“Toda elección supone una renuncia”, señaló el comisario, que ha revisado más de 5.000 dibujos hasta llegar a la criba final, condicionada por el espacio de la sala. Divida en tramos, la exposición hace un repaso ilustrado de algunos de los hitos de aquella época, como la muerte de Franco, la firma de la Constitución o el Golpe de Estado del 23F, a los que se añaden dos secciones dedicadas a los dibujos de urnas -"no hubo quien no hiciera una, ya fuera para expresar una cosa u otra"-y a los personajes históricos. Dentro de este último apartado se hace especial hincapié en la figura del Rey, con una selección de ocho caricaturas de contenido político.
En un ejercicio de memoria, Peridis recordó cómo la de dibujante satírico era en aquella época una profesión bajo la presión y el escrutinio de un poder que, no obstante, también requería y casi reclamaba su dosis de atención. “Entonces sabías que cuando hacías una caricatura de alguien se daba por aludido, y además los políticos querían salir, porque sabían que si no sales es que no existes”. Y el fantasma de la censura, tan tangible por aquel entonces, también habitaba en ocasiones en su propia casa. “Una vez, trabajando en el diario Informaciones, se les coló una viñeta que había hecho de la oposición, y pararon la edición y le dieron un martillazo a la plancha para que no se viera el dibujo: a Carrillo lo desfiguraron, y a Tierno Galván lo dejaron con barba. Fue un martillazo a la izquierda aposta”, contó entre risas.
Adelantados a su tiempo, en ocasiones estos humoristas también ejercieron de augures sin bola de cristal ni baraja de cartas. Como cuando, ante la circunstancia de que no había informaciones reseñables, un dibujo de Forges, ya enviado a la imprenta para salir en el diario del día siguiente, decía que la noticia más inminente era la Conquista de Granada. “Y ese mismo día en el Telediario sale que en una manifestación en Granada dos obreros habían muerto”, explicó el dibujante, tan prolijo en historias como en ilustraciones, nada menos que 80.000 realizadas a lo largo de su carrera. “Fue una casualidad, pero es que a veces aciertas de manera inconsciente”.
La directora de la BNE, Ana Santos Aramburo, que también participó en el acto, aprovechó para anunciar que Peridis ha donado toda su colección de dibujos a la institución, 15.000 en total, bocetos incluidos. Sobre aquella inédita eclosión de artistas gráficos, que hoy se ven reflejados en el espejo de publicaciones como la casi recién nacida Mongolia o la superviviente El jueves, fundada en 1977, Forges razonó con su habitual chispa los porqués de la que definió como la mejor generación de profesionales de la risa en España. "La síntesis reside en que antes no había competencia para los humoristas. Ahora la competencia son los políticos, que se dedican a hacer lo que hacíamos nosotros".