El comercio internacional de España muestra los primeros síntomas de la ofensiva arancelaria que el presidente norteamericano Donald Trump desató en abril. Las exportaciones hacia Estados Unidos caen con respecto al año pasado un 5,1% y las importaciones aumentan un 10% en los primeros seis meses del año. Más allá de EE UU, si observamos los datos globales, el déficit comercial aumentó un 58,7%, es decir, las importaciones han crecido más que las exportaciones en el mar revuelto del comercio internacional.
Según los últimos datos, España compró a otros países en la primera mitad de año por valor de 222.263,6 millones, y exportó 197.150,9 millones. En el comercio con Washington, se resienten las manufacturas, los productos energéticos, los automóviles, hierro, acero, y también, el sector agroalimentario y el aceite, según los datos de junio que proporciona el ministerio de Economía a través de DataComex.
La onda expansiva de la nueva política comercial norteamericana ha llegado a distintos productos y no afecta solo a las cifras de comercio directo, sino que genera un efecto en cadena en muchas industrias. Por ejemplo, la venta de vehículos y componentes registra caídas pronunciadas, del 8% y del 10%, pese a que no es EE UU el principal destino de estos productos fabricados en España, si lo son otros países europeos, que al ver restringida su actividad comercial con Norteamérica, recortan las importaciones desde España por la caída en la demanda.
Al desgranar la balanza comercial, lo que más se exporta en España son bienes de equipo (maquinaria, herramientas, vehículos, etc…), alimentación y bebidas; y productos químicos. El principal cliente, muy por encima de los demás, es la Unión Europea. Por países, los que más compran son, de acuerdo con los datos oficiales, Francia, Alemania, Portugal, Italia, Reino Unido y, en séptimo lugar, Estados Unidos. Sin embargo, la dependencia de nuestros vecinos europeos aumenta el impacto aquí, pese a no ser Washington nuestro principal cliente.
Estados Unidos se ha convertido en el protagonista indiscutible cuando se habla de aranceles. El 7 de agosto entraron en vigor las tasas del 15% que la Unión Europea negoció con Trump, pero la incertidumbre generada por las amenazas y los cambios de opinión del mandatario se dejan sentir desde hace meses y eso empieza a traducirse en resultados comerciales. “La inestabilidad provoca que las empresas trabajen como en bolsa, es decir, que algunas veces un anuncio o una posibilidad pesan tanto en sus decisiones como la realidad per se”, explica Cristina Peña, profesora de OBS Business School y directora de la consultoría de comercio exterior, TuComex.
En este contexto, el comercio con la primera potencia se ha resentido. Frente a la caída en las ventas hacia EE UU, los datos señalan un aumento en el comercio de productos hacia Asia (7,1%) y África (7,4%), según se recogen en el Informe Mensual de Comercio Exterior, publicado por el ministerio de Economía. Y también le compramos un 11% más al continente asiático. "La gran baza de China es colocar en Europa todo lo que EE UU deje de absorber", explica la experta.
Muchas voces pedían volver la vista hacia los mercados asiáticos ante la amenaza de Trump. En el incremento del envío de bienes hacia esos mercados, destaca en junio la exportación de bebidas y alimentación, que llegó hasta los 561 millones, y la de bienes de equipo, por valor de 534 millones ese mes. China, seguida de Emiratos Árabes, fueron los dos países de destino principales.
Un acuerdo, incertidumbre y tasas que "se derriten"
"Con el tiempo, los aranceles deberían ser como un cubo de hielo derritiéndose", señalaba el secretario estadounidense del Tesoro, Scott Bessent, en una entrevista el pasado 10 de agosto. Solo un par de días antes se había puesto en marcha el acuerdo que fijaba los aranceles para Europa en un 15%. La idea que lanzaba Bessent era que a medida que Estados Unidos redujese su déficit comercial, las tasas podrían ir bajando de nuevo. Algo que, por un lado, dejaría el acuerdo sujeto a cambios, aunque estos fuesen a mejor y ponía de nuevo en guardia a las empresas.
Y ese objetivo, equilibrar la balanza comercial estadounidense, es hacia donde parecen moverse los números en Europa. El superávit comercial de la Unión Europea en el intercambio de bienes con Estados Unidos cayó un 48,1% en junio de 2025, en comparación con el mismo mes del año anterior. Se movió desde los 18.500 millones de euros hasta los 9.600 millones, según publicó este lunes Eurostat. EE UU compra menos a Europa, que reduce sus exportaciones hacia Washington un 10,3%, pero aumenta las compras un 16,4%.
Los sectores españoles que frenan en ventas
Peña explica que la incertidumbre y los constantes cambios de rumbo en las negociaciones con Donald Trump han hecho mella en las empresas durante estos meses, aunque los aranceles se hayan hecho efectivos recientemente. "El comercio internacional proporciona mayor bienestar porque hace que aprovechemos ventajas competitivas de los diferentes países o métodos productivos más eficaces", aunque matiza que esta prerrogativa se rompe si las empresas empiezan a negociar a ciegas. "Son, precisamente, las garantías jurídicas y políticas sobre como pueden invertir y bajo qué términos, la mayor bondad que puede ofrecer el mercado", concluye. Y eso es justo lo que Trump ha socavado.
En junio, último mes para el que hay datos, España redujo sus ventas a Estados Unidos en el ámbito de los productos energéticos (-84%), de las manufacturas de consumo (-48%), en el sector del automóvil (-26%), en semimanufacturas no químicas como hierro, acero y papel (13%) y en la alimentación y tabaco (-3,9%).
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En cuanto a los productos energéticos, la bajada se explica por la caída en el precio del petróleo y el gas natural. En el ámbito de los productos agroalimentarios, la venta de aceite a EE UU se ha ido reduciendo mensualmente desde noviembre del año pasado en las comparativas interanuales hasta firmar en el sexto mes una caída del 36%.
Uno de los productos más relevantes en la relación comercial con EE UU es el aceite. En plena crisis arancelaria ha reducido su peso en la actividad comercial. España vendió a Estados Unidos 1.013 millones de euros en aceite de oliva el año pasado, un 60% más que en 2023, y tres veces más que la media 2015-2019. Si se miden las exportaciones en peso, y no en precio, estas habrían crecido un 14% en 2024 frente a 2023. Al analizar los datos de este 2025, la tasa de variación anual en la exportación de esta materia prima hacia EE UU se ha venido reduciendo todos los meses desde noviembre del año pasado.
Para la profesora, el acuerdo es importante, pero en su opinión las negociaciones seguirán. Si no se dan por la posible disolución de los aranceles, anticipa, vendrán por la parte de la inversión de 600.000 millones a la que la Unión Europea se ha comprometido. "Quizá ahora la deriva es cómo está interpretando Trump que debe ser esa inversión en Estados Unidos. La cuestión es si vamos a invertir en aquellos sectores estratégicos que interesan a la Unión Europea o si esto será una tasa que tendremos que pagar", concluye.
El comercio internacional de España muestra los primeros síntomas de la ofensiva arancelaria que el presidente norteamericano Donald Trump desató en abril. Las exportaciones hacia Estados Unidos caen con respecto al año pasado un 5,1% y las importaciones aumentan un 10% en los primeros seis meses del año. Más allá de EE UU, si observamos los datos globales, el déficit comercial aumentó un 58,7%, es decir, las importaciones han crecido más que las exportaciones en el mar revuelto del comercio internacional.