Del acero y el carbón al comercio y la defensa: la UE busca un mercado único real ante la crisis comercial

El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, lanza una gorra a un periodista en el Despacho Oval.

Desde la Comunidad Europea del Carbón y del Acero que cuajó en París en 1951 hasta la Unión Europea que esta semana ha puesto sobre la mesa un rearme de 800.000 millones y estrategias comerciales en un ambiente de guerra arancelaria, han pasado 74 años y miles de acuerdos para llegar a un mercado único. Ante la caótica política comercial que ha llevado a Estados Unidos a imponer y retirar aranceles a Canadá y México en cuatro ocasiones, la amenaza de que eso ocurra con el viejo continente ha hecho emerger un debate sobre las posibles soluciones que podrían poner a resguardo a Europa si se cumple el peor escenario.

La respuesta rápida a la pregunta de qué se puede hacer, la dio el expresidente del BCE y exprimer ministro italiano Mario Draghi y se puede resumir en algo así: más Europa. En una tribuna escrita para el periódico británico Financial Times —que está desarrollada en parte en el conocido informe que publicó el año pasado junto a otro del también exprimer ministro italiano Enrico Letta— apuntaba que las barreras internas de la UE “equivalen a un arancel del 45% para las manufacturas y del 110% para los servicios”, de acuerdo con las estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI). La idea es avanzar en un mercado único que aún puede ser más fluido, con una mayor integración legislativa entre países y un entorno regulatorio más uniforme. “Las barreras internas son un legado de tiempos en los que el estado nación era el marco natural de acción”, concluía Draghi. 

Las impresiones del economista no tardaron en tener un reflejo inmediato en la política y a lo largo de esta semana se sucedieron las alusiones a esta idea. En España fue el ministro de Economía, Carlos Cuerpo, quien primero hizo referencia a esta estrategia. En una intervención frente a empresarios, el ministro pedía una política comunitaria para explotar el mercado interior de la UE “en su pleno potencial” y ahondaba en la idea de aprovechar “los 450 millones de consumidores (la población total de la UE) que tenemos a nuestro alcance”. Pocas horas más tarde, era el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, quien volvía sobre el mismo argumento. “Es la hora de proteger Europa”, señaló en una entrega de premios celebrada el pasado martes. Y también se pronunció a favor de “eliminar trabas burocráticas”, lo cual, insistió, “tendría un efecto multiplicador del crecimiento económico e incluso superior al de las trabas arancelarias de otros bloques”, concluyó. 

En el discurso de Sánchez hay una alusión implícita a la exposición que el ex primer ministro italiano hace en una tribuna que tituló “Olvídense de EEUU: Europa se ha impuesto con éxito aranceles a sí misma”. Esas trabas a las que se hace referencia son básicamente de dos tipos, por un lado, están las barreras para el comercio entre países, como la disparidad de normativas o los obstáculos regulatorios que aún persisten; y por otro, la baja demanda interna del mercado europeo. Cuando este indicador baja, se puede generar dependencia del exterior, ya que si los consumidores y las empresas gastan poco dentro del país, la economía puede volverse más dependiente de las exportaciones para crecer. A esto hace referencia el economista cuando señala que allanar barreras burocráticas y eliminar las restricciones de oferta “ayudaría a que los sectores innovadores crezcan". Además, puntualizó que "al redirigir la demanda al mercado interno, se reduciría la apertura comercial sin necesidad de aumentar las barreras al comercio”.

La UE está haciendo cosas muy bien en cuanto a regulaciones, como la relativa a inteligencia artificial. Es importante que se piense en los ciudadanos, en la calidad de vida de la gente

El peligro de desregular

“Draghi siempre ha sido un firme defensor de completar la idea de la Unión Europea para que finalmente pueda funcionar como un solo país”, explica Josep Ragull, profesor de economía de OBS Business School. Pero la desregulación debe hacerse con cuidado de no dañar los derechos de los ciudadanos, porque dejar que el beneficio de las empresas marque el paso puede ser peligroso. “La UE está haciendo cosas muy bien en cuanto a regulaciones, como la relativa a inteligencia artificial. Es importante que se piense en los ciudadanos, en la calidad de vida de la gente y se pongan normas a estos temas que son tan nuevos”, señala. Otras normativas, como la ley de protección de datos —que protege la intimidad de los ciudadanos mucho más que otros países— o las leyes que restringen el uso de pesticidas, son importantes aunque impongan cierta burocracia. “Es fundamental que Europa lidere estos niveles de protección sobre el ciudadano y sobre su intimidad. Al final redunda en un gran beneficio para la gente”, concluye.

El consenso en cuanto a que los saltos regulatorios ente países miembros frenan el desarrollo es más amplio. “Un ejemplo son los impuestos. Tenemos un IVA a nivel europeo, pero es una tasa cuya implementación es diferente en cada país, se grava y se declara con tipos diferentes, lo cual acaba siendo un jaleo para las empresas, que muchas veces tienen que responder a 20 maneras diferentes de aplicar IVA”, señala el economista. Y lo mismo ocurre con el impuesto de sociedades o con las legislaciones laborales. “A muchas empresas, para evitarse tener que hacer frente a todas estas diferentes regulaciones internas, les resulta más fácil operar con una empresa de fuera que no este sujeta a las regulaciones”, explica. Este es el punto que desarrolla Draghi, que las empresas importan el servicio porque les resulta más fácil traerlo de fuera, antes que desarrollarlo ellas misas aquí. “El artículo tiene razón en el sentido de que el comercio por fuera de la UE acaba siendo más alto que el interno”, concluye Ragull.

En el ámbito financiero, la propuesta de Mario Draghi sí tiene buena acogida. “Cualquier mejora de la carga normativa y la puesta en marcha de esfuerzos de simplificación burocrática reales despejarían el horizonte económico, elevarían la productividad y, por ende, catapultarían la competitividad”, explica a infoLibre Olivier de Berranger, consejero delegado de la gestora de fondos francesa La Financière de l'Échiquier. El experto habla de perspectivas “extremadamente inciertas” desde el cambio de Gobierno de EE UU y añade que las expectativas sobre este “golpe de timón” en Europa son buenas. Un punto que también tocó el ministro Cuerpo la semana pasada, cuando argumentó que era necesario crear “un gran mercado financiero europeo” y puso como ejemplo el tamaño del selectivo estadounidense Nasdaq, que agrupa las principales empresas tecnológicas del país y cuyo volumen, apuntaba el ministro, equivale al de “todas las bolsas europeas juntas”.

Impacto de las políticas arancelarias de Trump

Estados Unidos es la primera economía del mundo y lo que pasa en sus mercados tiene consecuencias globales. También sus amenazas arancelarias, que han puesto a Europa a trabajar ante un posible escenario de guerra comercial. Así, CaixaBank Research ha recortado 0,5 puntos las previsiones de crecimiento en EE UU y en la UE ante las políticas de Trump y el escenario económico global que se está configurando. En un estudio al que ha tenido acceso infoLibre, el centro de estudios señala que las decisiones que se están tomando en Washington son “el principal interrogante de los escenarios mundiales”

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El presidente norteamericano ha firmado más de 60 órdenes ejecutivas en menos de un mes, casi todas centradas en el control de la inmigración y en el incremento de aranceles. “Probablemente se produzca cierta reconfiguración en las cadenas de valor global para tratar de compensar la pérdida de atractivo del mercado estadounidense”, recoge el documento. Este empeoramiento de las previsiones sobre Estados Unidos se apoya en las consecuencias negativas que tendría el recorte en el sector público que anunció Trump. A esto se une el impacto negativo en la producción, derivado de la pérdida de empleos y sus medidas restrictivas en inmigración que provocarían pérdidas de mano de obra. Finalmente, los expertos también apuntan que las subidas arancelarias podrían elevar la inflación a partir de la segunda mitad de 2025, lo que interrumpiría la política de bajada de tipos de la Fed. En resumen, su crecimiento esperado bajaría 0,5 puntos, hasta el 4,2% en 2025, según CaixaBank Research.

En cuanto al impacto en la Unión Europea, además de provocar una revisión a la baja en el crecimiento, el informe señala que la eurozona “tiene una posición de partida bastante débil” debido al estancamiento de su crecimiento (0,1% en el último cuatrimestre de 2024) y a las caídas en el PIB de Alemania y Francia. Con esto, sobre la mesa está un recorte en el crecimiento para 2025 del 0,5% (hasta quedar en el 0,8%) y para el 2026, del 0,4% (hasta el 1,4%), aunque todo depende. “El contexto actual es especialmente desafiante, ya que este segundo mandato de Trump parece más impredecible, generando más incertidumbre económica y volatilidad financiera”, apunta el informe.

Sobre este escenario le toca actuar a una Unión Europea que, de nuevo, fía a la fortaleza de sus relaciones comerciales su porvenir. Si bien ya nada tiene que ver con el acero y el carbón sobre los que se fundó, la defensa y el comercio son ahora los temas a tratar. “Este compromiso colectivo no solo fortalecerá el mercado único, sino que también garantizará que siga siendo un pilar de la resiliencia económica y la competitividad de Europa a nivel global”, concluía el informe de Draghi y Letta.

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