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Economía sumergida

España es el país de la UE donde más ha crecido el número de personas que declara trabajar en negro

Dos obreros de la construcción, en una imagen de archivo.

Sólo el 5% de los españoles admite que trabaja en negro, pero hasta el 33% conoce a alguien que se encuentra en esa precaria, e ilícita, situación laboral. El Eurobarómetro sobre Trabajo no Declarado que acaba de publicar la Comisión Europea revela que España y Eslovenia son los países donde más ha crecido el número de personas que declaran trabajar pero no cotizan –ni ellas ni sus empresas– a la Seguridad Social o pagan los impuestos correspondientes. Dos puntos más desde 2007, cuando se hizo el anterior sondeo. También son un escaso 5% los españoles que reconocen percibir parte de su sueldo en negro. Aun así, suman dos puntos más que la media de la Unión Europea. Sólo Grecia supera la cifra –con un 7%–. Además, otro 8% de españoles se negó a contestar a esa pregunta de la encuesta, el mayor porcentaje de los 27 países incluidos en la muestra. En cualquier caso, los autores advierten de que las cifras de la encuesta deben interpretarse como “el umbral inferior” del trabajo no declarado que realmente se realiza.

“Las diferencias entre el trabajo en negro real y el que se declara son más significativas en países donde algunas formas de trabajo sumergido son tan comunes que no se perciben como trabajo en negro y, por tanto, no se declaran como tales; donde hay una persecución muy estricta de quienes son descubiertos trabajando en negro, y donde la opinión pública muestra poca tolerancia hacia las personas implicadas en el trabajo sumergido”, explican los autores de la encuesta.

Esas diferencias entre países son patentes incluso con los datos declarados. Por ejemplo, para calcular el dinero que ganan los trabajadores en negro en Europa, los técnicos de la Comisión Europea hallaron la mediana –el valor que ocupa el lugar central de una serie de datos ordenados de menor a mayor–, en lugar de la media, de esos salarios. Resultó ser 300 euros al año. Pero en los países nórdicos –Dinamarca, Finlancia y Suecia– son más elevados: 465 euros. El 46% de los europeos declara no ganar más de 500 euros al año; el 20%, menos de 100 euros; un 11% consigue llegar a mileurista. No obstante, en los seis países del sur europeo –Grecia, Chipre, Italia, Malta, España y Portugal– destaca el hecho de que el 30% de los encuestados rehusó contestar a la pregunta, el doble de la media de la UE, y 10 veces más que en los países nórdicos.

Otro tanto ocurre con la parte de los salarios que se cobra pero no cotiza. En la Unión Europea los sobres en negro suponen un 36% de los ingresos anuales brutos de los trabajadores que cobran de esta manera. De media. Pero en los seis países del sur el salario en negro asciende al 69% de los ingresos. En los países nórdicos no supera el 7%. Para la tercera parte de los encuestados del sur, además, los sobres equivalen a entre el 75% y el 100% de sus ingresos, por sólo un 9% del resto de los europeos con esa proporción.

Retrato del trabajo sumergido

La siguiente lista de datos dibuja el retrato del trabajo sumergido europeo. Para las mujeres, el salario en negro supone el 45% de sus ingresos anuales, mientras que para los hombres sólo el 29%. El 69% de quienes declaran cobrar en un sobre parte de su sueldo abandonaron los estudios a los 15 años. Y se trata en un 41% de trabajadores manuales. Más de la mitad están empleados en empresas de menos de 20 trabajadores. Sólo el 7% han sido contratados por compañías de más de 500 trabajadores. El 37% cobra en negro su trabajo habitual, y el 31% las horas extraordinarias. Los sectores donde es más habitual eludir la cotización son las reparaciones del hogar y el automóvil, la limpieza y jardinería, el cuidado de niños y la hostelería.

La encuesta desvela más diferencias entre el sur, la zona más azotada por la crisis económica, y el resto de la UE. Mientras que la mitad de los europeos señala que el motivo por el que trabajan en negro es que ambas partes –empleado y empresario– se benefician del arreglo, en el sur sólo lo aduce el 26%. En estos seis países el 41% aduce que no ha podido encontrar un trabajo legal. Y el 26%, que no tiene otra manera de conseguir ingresos, 11 puntos porcentuales por encima de la media comunitaria.

Es más, cuando se pregunta a los españoles por qué creen que existe el trabajo sumergido, el 45% lo achaca a la falta de puestos de trabajo en el mercado laboral, por sólo un 29% en el resto de Europa. Una respuesta lógica en el segundo país con mayor tasa de paro de la UE, el 26,03% según la EPA, sólo por detrás de Grecia. Los seis millones de desempleados también explican, según los autores de la encuesta, que España sea el segundo país –una vez más sólo detrás de Grecia– en que más ha crecido –seis puntos porcentuales– el número de personas que afirman conocer a alguien que trabaja en la economía sumergida.

También el trabajo en negro tiene peores consecuencias para los implicados en los seis países del sur. El 37% carece de Seguridad Social y el 34% de seguro de accidentes; esto es, 17 y 15 puntos porcentuales por encima de la media europea, respectivamente. Además, en España, Italia, Grecia, Portugal, Chipre y Malta el 15% de los encuestados advierten un mayor riesgo de perder su precario empleo, el doble que en el resto de la UE.

“Totalmente inaceptable”

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Mientras el 53% de los europeos, como media, cree que los trabajadores en negro tienen “poco” riesgo de ser descubiertos, son seis puntos porcentuales más los españoles que opinan lo mismo, 10 puntos más que en 2007. Es decir, con la crisis ha bajado la percepción sobre la eficacia de los controles públicos en este tipo de prácticas. De hecho, un 19% de los encuestados en España asegura desconocer qué sanciones sancionesrecibe el trabajo sumergido, siete puntos más que el resto de los europeos.

Abrumadoramente mayoritario es el rechazo de los europeos al incumplimiento de las obligaciones fiscales y de cotización del trabajo. La práctica que menor tolerancia suscita es el cobro de ayudas sociales sin tener derecho a ellas: un 90% lo considera “totalmente inaceptable”. En España el rechazo de este comportamiento ha crecido seis puntos desde que estalló la crisis. Lo curioso es que los menos tolerantes con el trabajo sumergido son los chipriotas, seguidos de los tres países nórdicos y Grecia, Malta y España. Los ciudadanos más permisivos, por el contrario, viven en los países del este: Lituania, República Checa, Eslovaquia, Polonia y Estonia.

Así, en España el 91% considera totalmente inaceptable la evasión fiscal –siete puntos más que en 2007–, por sólo el 53% de los letones. Aunque los españoles declaran su rechazo a estas prácticas elusivas por encima de la media comunitaria en los siete supuestos por los que pregunta la encuesta, no deja de llamar la atención que casi un tercio considera “aceptable” o “bastante aceptable” que un trabajador no cotice a la Seguridad Social ni declare a Hacienda el salario abonado por otro particular. En cualquier caso, es éste el caso que menos rechazo suscita entre los europeos en general: un 67%.

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