MACROECONOMÏA

Las notas de las agencias de calificación vuelven a preocupar a Economía

Las “notas” de las agencias de calificación vuelven a preocupar a Economía

Las tres principales agencias de calificación de riesgos –Moody's, Standard & Poor's y Fitch–  Standard & Poor'svuelven a preocupar al Gobierno. A finales de 2012 rebajaron la calificación de la deuda española de forma abrupta varios escalones. La dejaron a las puertas de la calificación de bono basura. En ese nivel saltan las alarmas, el crédito al Estado y a las empresas se encarece y los inversores institucionales salen corriendo. La evolución de las cuentas del Estado hasta junio ha avivado el miedo a que las agencias vuelvan a plantear rebajas de calificación de la deuda.

En el Ministerio de Economía, el ministro Luis de Guindos todavía recuerda como una pesadilla el verano de 2012, cuando en Wall Street se le preguntaba, de no muy buenas maneras, por el futuro de una economía con la prima de riesgo muy por encima de los 600 puntos, al borde del rescate, con el sistema financiero tambaleante y con gráficas de precios de la deuda a corto y largo plazo tan disparatadas que Reuters las eliminó de las pantallas durante dos días.

Ahora que de Guindos ve (y vende) "flores de invernadero" en la economía española, los sudores son menos fríos y los temores menos intensos. Pero no han desaparecido. Las perspectivas (outlooks) que adelantan las agencias calificadoras sobre la evolución de la economía española no son halagüeñas.

Realidad menos brillante

Ese temor se corresponde con una realidad que es menos brillante de lo que el Gobierno sostiene. Lo advierte, entre otros, el economista José Carlos Díez en su blog. "Entre enero y mayo de 2013", explica, "el patrón se ha repetido, los inversores internacionales apenas han aumentado sus compras de bonos y la mayor parte de la financiación del déficit corre a cargo de la banca española".

Aunque la influencia de las agencias de calificación tiene sus límites, sus decisiones pueden hacer mucho daño. Más si se apoyan en datos reales y negativos como es la evolución del déficit del Estado. Las cuentas publicadas por el Ministerio de Hacienda no animan precisamente. Según esos números, el déficit acumulado por la Administración central suma 40.000 millones de euros en los seis primeros meses, lo que equivale ya al 3,8% del PIB. Es el desfase que el Gobierno se ha reservado para todo el año. 

Es cierto que en junio de 2012 el déficit estatal se situó incluso por encima del objetivo para el año (4,15% frente al 3,5% del PIB), pero hay que decirlo todo: sólo los duros recortes adoptados después por el Gobierno de Rajoy —subida del IVA, eliminación de la paga extra de los funcionarios—, permitieron mantener el desfase en ese nivel a final del ejercicio (4,17%).

Cumplir objetivos

El riesgo también lo advierte el director del Instituto de Macroeconomía y Finanzas (IMF), David Taguas, exdirector de la Oficina Económica del Presidente del Gobierno con José Luis Rodríguez Zapatero. Taguas, en una nota hecha pública a raíz de los datos de ejecución presupuestaria del primer semestre, advierte de que no cumplir los objetivos de déficit pactados con Bruselas aumentaría "significativamente" la probabilidad de una rebaja del rating hasta el bono basura, "con las funestas consecuencias que ello implicaría".

Las "funestas" consecuencias de una bajada de calificación al Estado son, en un rápido resumen: contagio a todos los emisores privados de ese país con posibles rebajas de sus propias calificaciones; dificultades financieras para su actividad ordinaria y problemas para obtener fondos en los mercados mayoristas de deuda. Por supuesto, los costes financieros aumentan. Si la bajada es, además, al nivel de bono basura, las consecuencias son aún más duras.

Actualmente España está a un paso de la peor de las notas. En el caso de Standard & Poors, es el nivel BBB-, Moody´s mantiene su Baa3, mientras que Fitch concede un margen de dos escalones a la baja con una calificación de BBB.

El temor a las decisiones de las agencias es evidente a pesar de que el prestigio (sobre todo en Europa) de las empresas de calificación está en cuestión. El  Banco Central Europeo publicó en octubre del pasado año un exhaustivo análisis independiente sobre 39.000 notas otorgadas por las tres grandes calificadoras. Sus conclusiones no eran muy favorables para ellas. Entre otras cosas, la autoridad monetaria europea explicaba que  “asignan sistemáticamente calificaciones más favorables a los bancos que les proporcionan una gran cantidad de negocio por calificar bonos de titulación de activos”.

Pero aunque estén cuestionadas, siguen asustando.

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