La derechización masculina abre una brecha ideológica hombre-mujer en la Generación Z

Estudiantes se manifiestan en defensa de la atención a la salud mental, en octubre de 2022 en Madrid.

Generación Z, posmilénica, centúrica e incluso “generación de cristal”. A los nacidos entre mediados de los años 90 y principios de la década de los 2000 se les ha bautizado de múltiples maneras, como muchas son también las líneas que se han escrito sobre su manera de ser y de comportarse. Fruto de un planeta globalizado y superexpuestos a las redes sociales, se dice de estos nativos digitales que están más comprometidos y concienciados que nunca. Hablan abiertamente sobre salud mental, luchan por sus derechos y buscan preservar el medio ambiente.

Al menos, a grandes rasgos.

Frente a esta corriente que, según los expertos consultados por infoLibre, sigue siendo mayoritaria, está surgiendo otra, menor, que se opone a todo ello. Un sector que va creciendo y cuyos ideales están lejos de lo hasta ahora dicho: se identifican con la derecha y la extrema derecha, apenas les interesan los movimientos sociales, mucho menos el feminismo, y anteponen el crecimiento económico a la lucha contra el cambio climático. Y la mayoría son hombres.

Una "reacción" contra el "discurso oficial"

De acuerdo con un reciente estudio elaborado por el Centro de Estudios de Opinión (CEO, el conocido como CIS catalán, los varones de la Generación Z son los que menos interés expresan por las movilizaciones y protestas sociales que se han producido en los últimos años. Ni el procés, ni los derechos laborales, ni la crisis de la vivienda les seducen, una actitud especialmente alarmante en el caso del feminismo. Movimientos como el #MeToo o casos como la violación múltiple de La Manada sólo interesan al 29% de los hombres. Aunque la media de la población general no está muy por encima, sí contrastan especialmente con la opinión de las mujeres de su edad. Ellas tampoco están por la independencia catalana, pero tienen el foco puesto en el resto de movilizaciones y al menos la mitad ha participado en alguna manifestación en el último año.

“Es un poco obvio que el feminismo interese más a las mujeres, como los temas raciales interesan más a la población negra, pero al mismo tiempo vemos que hay una minoría que reacciona en contra”, destaca el sociólogo Josep Maria Antentas, profesor de Sociología la Facultad Pere Tarrés de la Universidad Ramón Llull. ¿El motivo? La masculinidad se siente cuestionada y desestabilizada. “Cuando algo se convierte en el discurso oficial, siempre hay una parte que reacciona contra lo políticamente correcto porque se siente amenazada. Hay jóvenes y adolescentes en proceso de crecimiento y maduración que creen que se les cuestiona como hombres”, explica.

De acuerdo con este experto, se trata de una “minoría creciente” que requiere “estar atentos”. “Seguramente hay más adolescentes hombres que nunca preocupados por las relaciones de género, pero esto coexiste con otra tendencia en contra y aquí también se enmarca la habilidad de la extrema derecha de moverse en este terreno”, advierte.

Chicos más a la derecha que las chicas

El mismo estudio refleja el repunte de las posiciones de derecha y extrema derecha en la Generación Z, especialmente entre los hombres, donde se ubican el 15% y el 9% de ellos, respectivamente. Aunque siguen siendo más quienes se consideran de izquierda, esto supone un cambio sustancial respecto a generaciones anteriores, entre las cuales los partidarios de la ultraderecha no superan el 5%. Además, contrasta especialmente con los datos de las mujeres jóvenes. Entre ellas, la extrema derecha también crece, pero más limitadamente, y son el grupo generacional que más se identifica con posiciones de izquierda: el 56% lo hace.

Pero no se trata sólo del eje ideológico. También las actitudes sociopolíticas de la Generación Z revelan una brecha de género. El 30% de los chicos ve la inmigración como un hecho negativo hasta el punto de que "uno ya no se siente como en casa”, mientras que sólo un 17% de las chicas tiene esa opinión. Algo similar ocurre cuando se les plantea si las personas trans deberían poder cambiar de sexo sólo con un informe psicológico favorable, sobre si una menor embarazada debe poder abortar sin el permiso paterno o si la ley siempre, en cualquier circunstancia, debe ser obedecida. En todos estos casos, las mujeres de la Generación Z se muestran más progresistas, mientras que sus compañeros tienen posiciones más conservadoras. Incluso en materia medioambiental.

La generación artífice del movimiento ecologista Fridays for Future, protagonista de un activismo inédito contra la emergencia climática, también tiene fisuras. El 35% de los hombres jóvenes piensa que el crecimiento económico debe tener prioridad sobre la protección del medio ambiente, lo que los convierte en el grupo de población más radicalizado en este asunto. Es más, también son el colectivo que menos angustia, rabia o tristeza siente por la emergencia climática, por debajo de la llamada generación silenciosa —nacidos entre 1928 y 1945— y los baby-boomers –entre 1946 y 1964—.

A juicio de Antentas, el que los hombres estén menos inquietos por el medio ambiente se explica por la desigualdad de género. “Todo lo que tiene que ver con los cuidados sigue siendo un tema más femenino. El preocuparse por los otros, por el mundo que dejamos y por cuidar del medio ambiente tiene más que ver con la empatía femenina y conecta más con los valores del ecologismo que con la masculinidad tradicional”, subraya. También la “ecoansiedad” afecta cada vez más a mujeres jóvenes. “Si nos fijamos, incluso los movimientos de consumo responsable y las políticas de cero residuos son más femeninos que masculinos. Debido a las desigualdades sociales, todo lo que tiene que ver con los trabajos del hogar y las labores cotidianas sigue siendo femenino”.

Con todo, el profesor insiste en no perder de vista que este tipo de actitudes siguen siendo minoría. “El incremento del discurso antiecologista o antifeminista no nos tiene que hacer perder la imagen general. Estos temas son más populares que nunca, pero es cierto que también aumentan los discursos contrarios”, afirma. 

Una polarización desigual

Más allá de la brecha de género, esta fotografía es resultado de la polarización. Según Antentas, la población se ha ido aglutinando en los extremos fruto de las múltiples crisis que han sucedido a la de 2008 y, frente a movimientos como el 15M, el Occupy Wall Street, el Fridays For Future o las protestas feministas, la ultraderecha ha ganado terreno. “La crisis y la descomposición de nuestro modelo social han llevado a tendencias contradictorias. En algunos momentos la polarización hacia el lado más democrático ha sido más fuerte y ahora ha cogido fuerza la extrema derecha”, sostiene.

Este contexto se ha trasladado también a las generaciones más jóvenes, donde las posiciones más conservadoras parecen estar enraizando como reacción a un “malestar” generalizado. Según este especialista, eso los diferencia de los Millennials”—nacidos entre los años 80 y mitades de los 90—, que crecieron en un momento de “ilusión y esperanza de cambio” por los movimientos sociales surgidos tras la crisis económica. Los jóvenes actuales, en cambio, “todo lo que han conocido son crisis encadenadas, financieras, una estabilización mal hecha, la pandemia o la guerra de Ucrania”. 

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“Nos hemos topado con una realidad mucho más testaruda y no con el clima de ilusión que tenían aquellos movimientos que conllevaban una idea de cambio rápido y fácil, como podían ser las primaveras árabes o incluso el procés”, continúa el sociólogo. Estos movimientos, dice, “pusieron sobre la mesa problemas con una fuerza impensable, pero no han conseguido implementar los cambios que perseguían. La situación se ha ido pudriendo socialmente y queda la resaca”. 

Peor informados en un universo de noticias falsas

A falta de un movimiento global que capitalice el descontento, la cura de esta “resaca” se ha convertido en una tarea individual. “Y cuando el malestar se cuece en casa, es muy fácil que derive en insolidaridad”, alerta Antentas. Cita como ejemplo contrario lo sucedido durante la primera etapa de la crisis económica de 2008, cuando la irrupción del 15M “bloqueó”, durante varios años, el avance de la extrema derecha. “Si en unos meses hubiera un estallido de movilizaciones por parte de jóvenes, se frenaría la contratendencia conservadora porque la mayoría marcaría el paso a la minoría. En estos momentos, el debate sobre el ecologismo, las desigualdades o el feminismo está en el ambiente, pero no hay un gran movimiento que sacuda socialmente, por eso los sectores en contra van ganando terreno”, opina.

Algo especialmente alarmante teniendo en cuenta que, tal como se desprende del mismo estudio, los jóvenes y adolescentes actuales son la generación que se siente peor informada al vivir en un mundo inundado de noticias falsas y en el que la inteligencia artificial a menudo complica discernir lo que es cierto de lo que no. “Un caldo de cultivo perfecto para que la extrema derecha logre colar sus mensajes con éxito”, concluye Antentas. 

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