Donde Feijóo ve un "divorcio duro" las mujeres advierten de la legitimación de la violencia machista

El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo.

Un año de prisión por violencia psíquica habitual contra su exmujer. Fue la condena impuesta, en el año 2002, al que fue la principal apuesta de Vox por Valencia el pasado 28M, Carlos Flores Juberías. La violencia machista ejercida por el candidato ultra y acreditada por los tribunales ha sido ahora legitimada por el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, a través de una simple frase: "Fue un divorcio duro".

"Hace veinte años, es verdad. Es un catedrático de Derecho Constitucional, es verdad. Ha cumplido la sanción, es verdad. Se ha producido hace veinte años, es verdad. Tuvo un divorcio duro y conllevó un abuso verbal hacia su exmujer", sentenció durante una entrevista la noche del lunes en la Cadena Ser. Las palabras del jefe de la oposición llegan en un momento crítico: los pactos con la extrema derecha tras los comicios comienzan a materializarse con el ataque a las políticas de igualdad como bandera. El negacionismo de la violencia de género ha dejado de ser una anomalía, la extrema derecha alardea de él y los conservadores ya no sólo callan, sino que abrazan el discurso.

Flores Juberías fue condenado después de que quedara probada la violencia psíquica habitual contra su expareja delante de sus tres hijos menores y una veintena de faltas por coacciones, injurias y vejaciones. "Te voy a estar jodiendo toda la vida hasta que te mueras y acabe contigo" fue una de las expresiones recogidas por los jueces. Representantes políticos como Irene Montero, Yolanda Díaz, Pilar Alegría, Andrea Fernández y Gabriel Rufián no han tardado en reaccionar.

Bárbara Zorrilla, psicóloga especializada en violencia contra las mujeres, cree que las palabras de Feijóo no sólo normalizan la violencia machista, sino que la "justifican". Las mujeres, abunda, han insistido hasta la saciedad en "la importancia del lenguaje: hay que nombrar a las cosas, es lo que les da entidad". Evitar hablar de violencia machista y esconderla a través de las palabras "fue un divorcio duro", tiene como resultado "legitimar un problema grave y estructural", especialmente cuando viene de "un candidato político capaz de generar corrientes de opinión".

El resultado, añade la psicóloga, es que "un sector importante de la población, encabezado por partidos como Vox, está llevando al debate lo que no es debatible" y poniendo sobre la mesa consensos que llevaban años instalados. "Sólo hay una forma de posicionarse ante la violencia: condenándola. Lo contrario te convierte en cómplice".

El mensaje a las víctimas

Según los datos de la Macroencuesta de Violencia contra la Mujer, publicada en 2019 por el Ministerio de Igualdad, el 23,2% de las mujeres mayores de dieciséis años ha sufrido violencia psicológica emocional de alguna pareja actual o pasada. La encuesta determina que las mujeres expresan como forma de maltrato psicológico más frecuente el insulto (20,6%), seguido de la humillación (14,9%) y las amenazas (9,8%). Es, probablemente, una de las formas de violencia más difíciles de identificar y denunciar.

Y por eso el efecto de palabras como las de Núñez Feijóo sobre las víctimas puede ser demoledor. "Una de las mayores dificultades es que las mujeres no verbalizan la violencia porque les cuesta reconocerse como víctimas", explica la psicóloga. "Si lo llamamos ‘divorcio duro’ y hacemos ver que es un conflicto cruzado, invisibilizando que hay un maltratador y una víctima, se dificulta que las víctimas reúnan el coraje para identificar el maltrato", en un contexto en el que muchas veces "no encuentran apoyo social y la clase política directamente niega la violencia".

El planteamiento introducido el lunes por Alberto Núñez Feijóo "da a entender que hay razones para usar la violencia". Así lo interpreta el exdelegado del Gobierno para la Violencia de Género Miguel Lorente. En su opinión, sus palabras "justifican la violencia" al incidir en las "circunstancias basadas en la relación de pareja o en la ruptura". Feijóo reproduce así "el argumento de los maltratadores", quienes jamás admiten su papel en el ejercicio de la violencia, sino que utilizan cualquier elemento "vinculado a lo doméstico para justificar" sus conductas.

Señalar un "divorcio duro" como pretexto para diluir la responsabilidad del maltratador es además revelador, en tanto que sirve para eximir "al hombre, pero nunca a la mujer: ella no puede maltratar aunque el divorcio sea duro", continúa Lorente. Por lo tanto, no es más que "otra forma sesgada, machista, androcéntrica y patriarcal de analizar la realidad" y que encaja perfectamente con el esquema de "mujeres obedientes y sumisas". Poner el acento en el contexto y no en el agresor, lanza también un mensaje disciplinador a todas las mujeres: se desliza la idea de que "cuando el hombre maltrata a la mujer, es ella la que ha hecho algo para que la maltrate".

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Y todo esto, aderezado por una circunstancia en la que se detiene Lorente: la aseveración del líder conservador se "basa en lo que él [Flores Juberías] o su entorno le han contado, no en el testimonio de la víctima". El propio Borja Sémper, portavoz del Partido Popular, así lo ha confirmado este martes: "Él recoge algunas de las cosas que nos decían para minimizar la importancia de este hecho".

Marisa Soleto, presidenta de la Fundación Mujeres, recuerda lo básico: "Desde hace mucho tiempo y gracias a la legislación sabemos que uno de los factores de riesgo en el ejercicio de la violencia tiene que ver con la ruptura de la relación de pareja". Existe una "diferencia considerable" entre estudiar cómo se ejerce la violencia machista partiendo de "ese enfoque", y decir sencillamente que se trata de "un divorcio duro", un análisis que a juicio de la experta supone "legitimar" la violencia contra las mujeres. 

La situación es especialmente grave, opinan las voces consultadas, porque el mensaje emerge de las mismas entrañas de las instituciones: "Todo lo que sale de las instituciones tiene mucho más peso", analiza Lorente. Lejos de ser un hecho aislado o una simple anécdota, la dirección tomada en los últimos días parece presagiar un futuro sombrío para los derechos de las mujeres.

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