Insultos, humillaciones y trabajos forzados: se acabó el silencio sobre el Patronato de Protección a la Mujer

Ana G. Liste (Praza.gal)

"Os juro que aunque pasen 40 años, yo seré escritora y el país entero sabrá lo que nos hicieron". Estas fueron las últimas palabras de Consuelo García del Cid a sus compañeras antes de marchar del centro del Patronato de Protección a la Mujer en el que estaba internada, una institución que define como "una Gestapo española contra las mujeres". Era el año 1976 y tuvo que esperar hasta los años diez de este siglo para empezar a poder cumplir su promesa.

"No es nada fácil, aún hay muchos poderes en la Iglesia que no quieren que se hable de esto", explica la investigadora coruñesa Belén López Cillero, autora del libro Nacionalcatolicismo y patriarcado: El Patronato de Protección a la mujer y su junta provincial coruñesa, fruto de varios años de indagación y búsqueda en múltiples archivos por todo el Estado, que próximamente tendrá una versión en gallego de la mano del área de Derechos Civiles de la Deputación de A Coruña.

Todo comenzó con un artículo en la prensa que hacía referencia al Patronato. "Me lo mandó una amiga y me llamó mucho la atención no saber nada de esto. Comencé a buscar, di con Consuelo y leí que estaba teniendo dificultades para probar lo que allí vivieron y decidí que tenía que ayudarlas y que el camino era empezar por los archivos", recuerda López Cillero.

La búsqueda no fue fácil, en la mayoría de los estamentos, comenzando por el propio Ministerio de Justicia, del que dependió el Patronato, lo primero que hicieron fue asegurarle que se "habían perdido" mil y pico cajas de expedientes de estos centros. Belén López explica que estaban estrechamente ligados a la moralidad del franquismo, gestionados directamente por la Iglesia a través de diferentes congregaciones de monjas; aunque también mantenían un importante vínculo con servicios de protección de menores.

La Casa Museo Casares Quiroga acogió esta semana en A Coruña la jornada El Patronato de Protección a la Mujer y su Junta Provincial de A Coruña, coordinada por Belén López y a la que asistieron Consuelo García del Cid, Paca Blanco, Loly Benito, Salomé da Torre y Elena Fariña. Estas últimas dos mujeres estuvieron internas en centros del Patronato en el área de A Coruña y hablaron en público sobre su experiencia por primera vez.

Varias fueron violadas, una de ellas por su padre, que además la dejó embarazada. Este era un motivo frecuente para que las mujeres acabaran en el Patronato, que a pesar de disolverse como institución en los años ochenta, sus prácticas continuaron en varios centros de todo el Estado español hasta comienzos de los años noventa. En los expedientes de las mujeres violadas consultados por Belén López figura que ingresaban por "peligrosidad moral".

"Tuve mucho miedo mientras mis hijos eran pequeños pero ahora ya no lo tengo", aseguró Elena Fariña en la jornada, a la que asistieron más de un centenar de personas (y muchas quedaron fuera por cuestiones de capacidad). Fariña también contó que tuvo dos hijas mientras estuvo en el Patronato que le fueron robadas y que ahora, veinte años después, pudo localizarlas.

El Patronato tenía dos tipos de centros, "dependiendo de si eras completa o incompleta": los de prevención y los de reeducación. Los insultos, las humillaciones y los trabajos forzados no sólo impedían que estas mujeres pudieran superar los traumas vividos, sino que les impedían seguir adelante con sus vidas.

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De hecho, Belén López destaca el hecho de que muchas se casaron con hombres maltratadores para poder abandonar el Patronato. "En el año 1987 a las niñas que no tenían padres aún les pegaban en el centro de Peñagrande, en Madrid", señala la investigadora, a la que varios testimonios le trasladan que parte del "trabajo esclavo" que hacían fuera de las escasas horas lectivas era "quitarle hilos a las prendas de Inditex".

El pasado 9 de junio la Conferencia Episcopal celebró un acto en el que supuestamente quería "pedir perdón" a las mujeres que pasaron por el Patronato. En este encuentro en Madrid estaban presentes representantes de las diferentes congregaciones religiosas y varias de las mujeres víctimas que se fueron juntando en la última década gracias al trabajo de Consuelo García del Cid. Ese perdón no llegó, pero estas mujeres ya lo esperaban y paralizaron el acto con pancartas y gritos de "verdad, justicia y reparación".

Esto fue una maniobra más para tratar de silenciar el movimiento que se está creando para dar a conocer las prácticas del Patronato con las mujeres. Belén López insiste en que la Iglesia tiene en su poder archivos que no están haciendo públicos y que no permite que sean consultados, pues las trabas para que estas mujeres puedan demostrar lo que les hicieron continúan vigentes. "Yo lo único que quiero es ayudar a que la última parte de la vida de estas mujeres sea más confortable", asevera la investigadora.

"Os juro que aunque pasen 40 años, yo seré escritora y el país entero sabrá lo que nos hicieron". Estas fueron las últimas palabras de Consuelo García del Cid a sus compañeras antes de marchar del centro del Patronato de Protección a la Mujer en el que estaba internada, una institución que define como "una Gestapo española contra las mujeres". Era el año 1976 y tuvo que esperar hasta los años diez de este siglo para empezar a poder cumplir su promesa.