
Cuenta atrás para el 8M: "Cada vez más mujeres se organizan contra agresores que tienen cargos públicos"

Apenas quedan diez días para la gran manifestación feminista y las mujeres organizadas han convocado este miércoles a los medios de comunicación en el madrileño Teatro del Barrio. La Comisión 8M ha decidido invertir los papeles: ellas, las activistas, ocupan el patio de butacas, mientras las periodistas observan desde el escenario. Frente a frente, los medios toman nota de lo que las militantes tienen que decir. Son diversas y vienen desde distintas trincheras, quieren dejar claro que su convocatoria es amplia, que hay espacio para todas. Por eso no es una única portavoz quien toma la palabra, sino que entre ellas se deslizan el micrófono y construyen discurso. Hablan de antirracismo, sanidad pública y vivienda porque, asienten, el feminismo lo engloba todo. Y así quieren dejarlo claro también en las calles.
"Somos la vecina que te prepara un plato de comida cuando lo necesitas, tu compañera de trabajo con la que reivindicar los derechos laborales, tu amiga migrante a la que la Ley de Extranjería le niega sus derechos, tu madre que quiere unos servicios públicos de calidad", asiente la primera en tomar la palabra, Amaia Ugarte, arropada por otra compañera que a su costado sostiene el micrófono.
Las feministas son también quienes gritaron "hermana, yo sí te creo" porque "ninguna lucha se gana en solitario", continúa Ugarte, minutos antes de ser envuelta por un sonoro aplauso. Dos mujeres, al fondo, ondean una pancarta: "La tierra no es vuestra, nuestros cuerpos tampoco". Entre ellas, camisetas verdes por la educación pública, lemas de apoyo a las seis sindicalistas de La Suiza y decenas de pañuelos morados que anuncian la proximidad del 8M.
Sanidad, vivienda y memoria
Las militantes de la Comisión 8M se esfuerzan por dejar claro que la batalla feminista es transversal y engloba otras muchas, especialmente en un momento de reacción ultra en las calles e instituciones. Daniela Lagos Chávez, portavoz de la entidad, habla de la "criminalización de la población migrante" por parte de los "líderes fascistas" que se alzan a nivel internacional, pero también de la "discriminación de las disidencias" y de la precarización de los empleos feminizados. "Los miedos no nos van a paralizar, nos están movilizando", celebra. También reivindica la sanidad pública y a un palmo de distancia otra mujer asiente. Lleva una camiseta con el lema "la sanidad no se vende, se defiende".
Ella es Narci García, miembro de la plataforma Vecinos y vecinas de barrios y pueblos en defensa de la Sanidad Pública. Habla de cómo el deterioro de la sanidad impacta en la salud de las personas, pero también del sesgo de género en la consulta del médico. De cómo han pasado históricamente desapercibidos los dolores menstruales, el peso de los cuidados, la menopausia y la salud mental de las víctimas de violencia machista. También de la necesidad de insertar la interrupción voluntaria del embarazo como un derecho real en la red pública, una batalla genuinamente feminista.
Igual que también lo es la firme reivindicación de una vivienda digna. Así lo quiere dejar claro Sabina Carrau, quien se eleva desde su butaca exhibiendo una camiseta del Sindicato de Inquilinas. "La lucha por los barrios también es feminista. Las mujeres ponemos el cuerpo, literalmente, en la defensa de la vivienda: en cada asamblea y en cada desahucio".
Paz Romero habla en nombre de La Comuna, una asociación de presos y represaliados del franquismo. Reivindica el papel de la memoria como espacio de encuentro y motor de avance. "Nuestra lucha no pertenece sólo al pasado, es una lucha del presente, siempre hemos luchado por los derechos humanos, por una sociedad libre, por una sociedad digna", predica la portavoz, quien pone el foco en una labor clave: "Recuperar la memoria de resistencia, lucha y represión ejercida específicamente contra las mujeres". Recordar, en síntesis, como punto de partida para contener los retrocesos.
Otro año de división
En el teatro sobrevuela una suerte de calma tensa en torno a una pregunta que no termina de formularse. ¿Por qué otro año de división? Mientras la Comisión 8M partirá a las 12 horas de Atocha hasta Cibeles, la convocada por el Movimiento Feminista de Madrid llamará a llenar Cibeles a las 18 horas.
¿Es la división la nueva seña de identidad del movimiento feminista? Las activistas se miran entre ellas y lanzan alguna sonrisa cómplice. El asunto que hace no tanto tiempo parecía incomodar a la mayoría, es asumido hoy con naturalidad. "Nosotras podemos hablar por nuestra mani", se apresura en aclarar Saida García, otra de las portavoces de la Comisión 8M. "Es una manifestación convocada por una asamblea de la que forman parte las personas trans", añade, así que se trata de una convocatoria que "lucha por los derechos de todas las personas".
Los dos bandos enfrentados han estado divididos, fundamentalmente, por cuestiones como el papel de las personas trans en la agenda feminista o la posición en torno a la prostitución. "La nuestra es una manifestación antirracista y pensada para que todas las mujeres se sientan representadas", zanja García. En la misma línea continúa Lagos Chávez: "Quien no quiera venir, es porque no está de acuerdo con nuestra propuesta. Nuestra invitación es abierta".
El #MeToo llega a los espacios de poder
Las feministas saldrán a la calle en un momento de ruptura del silencio y señalamiento de los agresores que hasta ahora habían ocupado impunemente espacios de poder. "Para nosotras no es noticia que distintos cargos públicos estén involucrados en asuntos de violencia machista, lo que sí es noticia es que cada vez más mujeres y disidencias nos estamos organizando en contra de la violencia", clama Amaia Ugarte.
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Asiente enérgicamente María Prieto, de la plataforma UCM por la Pública. La Universidad Complutense de Madrid (UCM) ha iniciado una investigación interna en torno a la violencia sexual presuntamente ejercida por uno de sus docentes y cofundador de Podemos, Juan Carlos Monedero. Este miércoles ha trascendido que el expolítico deja de dar clase "hasta nuevo aviso".
Sobre las víctimas, los procesos de denuncia y la necesidad de blindar sus relatos, hablan también las ponentes. Por eso una de las líneas defendidas es, como ya fue durante las protestas históricas tras la sentencia de La Manada, la lucha por una "justicia antipatriarcal que no revictimice a las víctimas".
Entre las bambalinas del teatro, las militantes feministas siguen trabajando para hacer visible una agenda de lucha por los derechos humanos, sostenida por las manos de muchas. "Frente a quienes nos quieren aisladas, estamos organizadas", claman.