Los socialistas portugueses, en clave de supervivencia: entre la responsabilidad de Estado y la irrelevancia

Joanna Rei

Lisboa (Portugal) —

Nadie se esperaba el batacazo del domingo. Los sondeos pronosticaban la derrota del Partido Socialista (PS) pero jamás se acercaron a lo que de verdad ocurrió. A inicios de la noche electoral, cuando los partidos ya tenían sus propias encuestas a pie de urna y antes de que fueran desveladas las primeras proyecciones, el ambiente en el hotel del centro de Lisboa donde los socialistas seguían el conteo ya hacía prever una noche larga. Los silencios y los gestos serios anunciaban la derrota. Pero ocurrió la catástrofe.

Al final de la noche, el PS empataba en número de diputados con Chega, el partido de extrema derecha, que se quedó a tan solo un punto de diferencia. Aún más, la diferencia hace prever que, cuando se terminen de contar los votos de los emigrantes portugueses, Chega se consolide como la segunda fuerza política y relegue a los socialistas al tercer puesto. “Asumo mis responsabilidades como líder del partido y pediré, por eso, elecciones internas a las que no me presentaré”, dijo el secretario general del partido, Pedro Nuno Santos, en la misma noche electoral.

Acababa de cosechar el peor resultado de los socialistas desde 1985. “No tenía otra alternativa ante esta hecatombe”, explica Ana Gomes, exdiputada socialista en el Parlamento Europeo y exdiplomática. “Hizo lo que era digno, lo hizo con decencia, asumiendo su responsabilidad”.

Pedro Nuno Santos fue el rostro visible de la derrota, pero sus causas, dice la exeurodiputada, vienen de más atrás. “Esto es consecuencia del descontento de la población, a la que el Gobierno socialista de António Costa no supo dar una respuesta. La crisis de la vivienda, los bajos sueldos… la gente siente que el sistema la está dejando atrás”, explica.

Revulsivo interno

Ahora, al PS le toca remontar. Este sábado celebró su Comisión Nacional, en la que se hizo oficial la renuncia de Pedro Nuno Santos, y Carlos César, presidente del partido, asumió el poder de forma interina. En el cónclave, César señaló que “el revés electoral” y la consecuente dimisión de Pedro Nuno Santos deben hacer que el PS “reflexione de manera profunda y valiente”. “El nuevo escenario implica una reflexión que cuestione el modo en que la sociedad percibe el partido, su intervención social y cómo interviene en los temas que son prioritarios para los portugueses”, dijo.

Este sábado se han lanzado las bases a la sucesión de Pedro Nuno Santos, con elecciones que ocurrirán el 27 y 28 junio y a las que parece que solo se presentará un hombre. Se trata de José Luis Carneiro, exministro del Interior entre 2022 y 2024, y que perdió las últimas elecciones justo para el que fue secretario general hasta este domingo.

Tras el rechazo de la exministra de la Presidencia Mariana Vieira da Silva y del exministro de Finanzas Fernando Medina, todo apunta a unas elecciones de sentido único. Ana Gomes lamenta la ausencia de más candidatos, que “propicien, no una lucha fratricida, sino un debate elevado y estratégico que permita reforzar las bases y el camino que ha de ser recorrido por el partido”.

Diálogo con el nuevo Gobierno

“Creo que José Luis Carneiro tiene muchas cualidades importantes en este momento particularmente difícil, una de ellas el saber escuchar. Hay que esperar para ver cuál es su estrategia. Es temprano para emitir un juicio”, señala Gomes. Sin ser defensor de un bloque central, que supondría un acuerdo de Gobierno entre los conservadores y los socialistas, Carneiro sí aboga por un diálogo cercano con el próximo Gobierno.

“Entendemos perfectamente el mensaje que nos fue enviado estas elecciones. En lo que dependa del PS, haremos todo para contribuir a la estabilidad política del país. Es lo que nos han pedido los ciudadanos y es el compromiso que asumimos. Pero está claro que el primer paso para este diálogo lo tiene que dar la AD [Alianza Democrática, de centroderecha]”, ha insistido Carneiro. A nivel interno, el candidato se ha comprometido “a contar con todos y a saber escuchar a todos”, hizo un llamamiento a la unión en el partido y aseguró que los socialistas harán “una oposición seria, firme y responsable”.

Carlos César, por su parte, ha asegurado que el PS facilitará la formación del Gobierno, pero subrayó que la decisión sobre los Presupuestos, que deberán presentarse en octubre, ya será del futuro líder del partido.

Hasta ahora, Luís Montenegro, líder de Alianza Democrática, siempre ha sido tajante con la posibilidad de hacer un acuerdo de Gobierno con Chega, con un ya conocido “no es no”. Después de las elecciones el partido ha mantenido la posición, asegurando que no va a llegar a ningún acuerdo de Gobierno con el partido de extrema derecha, aunque no cierra la puerta a negociaciones puntuales, diciendo que el diálogo se hará “con todos, todos, todos”.

La encrucijada: darle alas a Chega o caer en la irrelevancia

En esta situación, el PS se encuentra en una encrucijada de difícil salida para lograr su supervivencia. Por una parte, puede verse obligado a facilitar el Gobierno de la AD por sentido de Estado y para evitar que la AD le dé la mano a la extrema derecha. Sin embargo, al hacerlo, y aunque no entre en ningún acuerdo de Gobierno, puede dejar a Chega totalmente libre en el papel de principal partido de oposición, algo que podrá convertir al PS en la muleta del Gobierno y condenarle a la irrelevancia política.

“Es un equilibrio delicado pero que tendrá que hacerse”, insiste Ana Gomes. “Por un lado tendrá que tender la mano al Gobierno en medidas que sean buenas para la población, pero sin dejar de hacer una oposición seria. La única manera de salvar el régimen democrático es conciliar un apoyo estratégico al Gobierno en determinados momentos cruciales, con un papel de oposición constructiva, demostrando que hay alternativas que sirven mejor a los intereses de los ciudadanos. Es la única forma de devolver la credibilidad al PS para unas próximas elecciones”.

Por lo pronto, habrá que elegir un nuevo líder, debatir las causas y las consecuencias de las elecciones y dibujar el camino a seguir por el Partido Socialista, si quiere sobrevivir. “El PS ha estado demasiado tiempo en el poder y necesita regenerarse, reconstruir sus conexiones con la población, rejuvenecerse. Porque un partido que solo atrae jubilados y no a los jóvenes no es un partido de futuro. Y hay que hacerlo rápido, necesitamos tener ese ejercicio de reflexión profunda mientras se toman decisiones importantes”.  

El papel de la izquierda

Si bien ya es cierta la dimisión de Pedro Nuno Santos como líder del partido, se desconoce si asumirá su escaño en la Asamblea de la República o si entregará el acta de diputado. Aún así, el socialista ha dejado caer que esta salida antes de tiempo no es definitiva. “Como dijo Mário Soares, solo es derrotado el que desiste de luchar y yo jamás desistiré de luchar. Hasta pronto”, dijo, citando a uno de los históricos del partido.

Santos, el artífice de la geringonça, la coalición de izquierdas que gobernó el país durante seis años, siempre había defendido que los socialistas deberían votar contra los presupuestos para no dejar a Chega solo en la oposición. Sin embargo, el año pasado, hizo posible la aprobación de las cuentas con una abstención. Como en una profecía autocumplida, las elecciones siguientes hicieron realidad sus pesadillas. Quizás por ello, antes de irse, dejó el aviso: “No me cabe a mí ser el soporte de este Gobierno y creo que ese tampoco debería ser el papel del partido”. Y por eso se va, para “no ser un estorbo en la decisión que hay que tomar”.

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Mas allá de la gobernancia, el PS tiene un papel que ejercer en la remontada de toda la izquierda, cuya representación parlamentaria se ha quedado en mínimos nunca antes vistos en democracia. “El PS debe tener la lucidez, en estos momentos, de establecer alianzas con la izquierda, con todos los partidos de la izquierda, para intentar que no se ejerzan en el país políticas liberales lesivas para la población”, considera. “Y tiene que ser consciente de que la regeneración del PS es esencial para la democracia, no solo portuguesa, sino europea”.

Además, con la nueva mayoría parlamentaria de derechas, se abre la puerta, por primera vez, a una revisión Constitucional que no tenga que contar con el visto bueno de los socialistas o de cualquier otro grupo de izquierdas. En las consultas previas realizadas por el Presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa, los liberales de Iniciativa Liberal (IL) ya anunciaron la presentación de una propuesta de cambio de Constitución, en las palabras de su líder, Rui Rocha, “con menos peso ideológico”. Por ahora, la AD no se ha pronunciado y no está claro si querría ir de la mano de la extrema derecha en algo así.

El PS empieza ahora su travesía en el desierto. Por lo pronto necesita tiempo para curar sus heridas y recomponerse, y el calendario le dará un año al menos de tregua, una vez que Portugal entra en la recta final del mandato del Presidente de la República y, por norma constitucional, no podrá haber elecciones hasta la siguiente primavera. Pero una vez llegados ahí, y dependiendo del rol que asuma Chega, no es de descartar que intente provocar elecciones anticipadas para no perder el impulso ganado en estas. Y es ahí donde el PS puede jugar su remontada o certificar su hundimiento. 

Nadie se esperaba el batacazo del domingo. Los sondeos pronosticaban la derrota del Partido Socialista (PS) pero jamás se acercaron a lo que de verdad ocurrió. A inicios de la noche electoral, cuando los partidos ya tenían sus propias encuestas a pie de urna y antes de que fueran desveladas las primeras proyecciones, el ambiente en el hotel del centro de Lisboa donde los socialistas seguían el conteo ya hacía prever una noche larga. Los silencios y los gestos serios anunciaban la derrota. Pero ocurrió la catástrofe.

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