MEDIOAMBIENTE

Narcolanchas abandonadas o bidones de gasolina en la costa: así destrozan Doñana los traficantes

Restos de una narcolancha en Doñana.

En cada temporal marítimo en el Sur de España surgen las mismas imágenes, fruto la dejadez de las administraciones públicas, que permanecen ajenas a un problema que va en aumento. En el vídeo que viralizó en Instagram el activista medioambiental @Quiquebolsitas, grabado entre las playas de Matalascañas y Mazagón, en pleno Parque Nacional de Doñana, se vieron cientos de garrafas de gasolina esparcidas por la costa. En ese caso ocurrió en Huelva, pero es algo muy común en toda Andalucía, lo mismo que la presencia de las narcolanchas al abrigo, muy cerca de la costa, cuando las condiciones atmosféricas se complican.

Lo ocurrido en el Parque de Doñana en fechas muy recientes es también es también muy habitual en Almería, donde ya una constante cada vez que hay mala mar. Ya no es que las garrafas de plástico aparezcan en las orillas de esas playas, es que pueden pasar semanas sin que se recojan.

Precisamente, llegados a este punto, el activista @quiquebolsitas ha organizado para el este lunes, 29 de diciembre, una red de voluntariado para desplazarse a limpiar las playas de lo que allí se encuentre.

Esto mismo sucede en el interior del río Guadalquivir, con narcolanchas que los mismos narcos abandonan e incluso incendian en su huida para no dejar más pistas de su labor a las autoridades, y pueden pasar meses a la deriva o en las marismas del río. Todo esto sucede en el Parque Nacional de Doñana, uno de los que cuenta con una mayor biodiversidad de Europa.

Esas garrafas de gasolina esparcidas por distintos puntos de la costa andaluza proceden de narcolanchas. Sus tripulantes las abandonan en altamar para dejar espacio en sus embarcaciones con el fin de continuar su trabajo: abastecer a otras gomas que transportan la droga. Este problema del llamado 'petaqueo' es ya tan grande que no sólo afecta a la seguridad marítima, también a la medioambiental. Y por ahora, el legislador no tiene ni planteado adaptar el Código Penal a esta nueva realidad que no deja de crecer.

La situación actual del tráfico de drogas en el que se usan embarcaciones semirrígidas de alta velocidad, las llamadas narcolanchas, ha cambiado mucho en estos últimos ocho años. Fruto de la presión ejercida en el Estrecho de Gibraltar, las rutas por las que navegan las narcolanchas se han ampliado y eso provoca que se necesite mucha más gasolina que antes, cuando paso de Marruecos a España era mucho más cercano.

Ahora la droga se introduce constantemente por las costas de Huelva, Cádiz, Málaga, Granada y Almería. Y cada territorio tiene sus particularidades. Así, en Huelva ya está entrando cocaína con el hachís, lo mismo que en Cádiz, pero en la parte oriental por ahora no se han detectados esos movimientos.

Todo este tráfico de drogas ha provocado que se necesiten diariamente cientos de garrafas de gasolina para abastecer a flotas enteras de gomas que esperan pacientemente el momento más oportuno para alijar en las playas, o en los ríos Guadiana y Guadalquivir. Esas embarcaciones pueden estar semanas en altamar, y por ello se realizan rotaciones de tripulación. Todo esto conlleva que se acerquen a la costa narcolanchas muchas veces simplemente para recoger gasolina, víveres y nuevos tripulantes.

Este fenómeno del petaqueo requiere una demanda de garrafas de gasolina que pocos proveedores pueden satisfacer, por eso cada vez está entrando a ese negocio más personal amateur. Esta demanda hace que se lleguen a pagar 500 euros por cada garrafa de gasolina que se consiga para ciertas organizaciones criminales, lo que ha causado que haya narcotraficantes que cometan errores tan burdos como incendiar vehículos cerca de gasolineras.

Justo eso fue lo que ocurrió en noviembre en Los Palacios y Villafranca (Sevilla). En una de las estaciones de servicio de la localidad. tres petaqueros incendiaron la furgoneta en la que estaban introduciendo garrafas porque uno de ellos no podía aguantarse las ganas de fumarse un cigarrillo.

Un incidente similar se dio en la ría de Punta Umbría el pasado 8 de noviembre, de madrugada. Una embarcación recreativa explotó y causó heridas graves a dos tripulantes y también afectó a otros cinco barcos que se encontraban cerca. La explosión fue causada porque el barco transportaba decenas de garrafas de gasolina que servían de combustible para narcolanchas.

Precisamente accidentes como estos, causados por tanta acumulación de gasolina, han llevado a la Fiscalía de Cádiz a defender que se aplique el criterio del artículo 568 del Código Penal, algo que se ha elevado al Supremo para que fije doctrina. Ello ha sido así tras la absolución de unos narcos en la Audiencia Provincial de Cádiz, que se ha desmarcado del criterio de los demás compañeros de lo de Penal de la capital gaditana.

Ese delito del 568 tipifica que "la tenencia o el depósito de sustancias o aparatos explosivos, inflamables, incendiarios o asfixiantes, o sus componentes, así como su fabricación, tráfico o transporte, o suministro de cualquier forma, no autorizado por las leyes o la autoridad competente, serán castigados con la pena de prisión de cuatro a ocho años, si se trata de sus promotores y organizadores, y con la pena de prisión de tres a cinco años para los que hayan cooperado a su formación".

La lucha de la Fiscalía busca que el petaqueo se tipifique como un delito penal y no un tema meramente administrativo por transportar gasolina sin los requisitos para ello. Además, se está buscando que se modifique el Código Penal para que la actividad de petaqueo sea considerada como parte del narcotráfico. Es esencial para que la droga llegue a España que las gomas tengan gasolina, y eso sólo es posible si existe una industria auxiliar que les reparta gasolina y bidones.

Mientras tanto, durante este fin de semana, con otro temporal en proceso, las narcolanchas que estaban en el Atlántico y en el Mediterráneo volvían a resguardarse en los puntos donde siempre lo hacen, cerca de la costa. En sus cambios de tripulación y reabastecimiento recipientes de gasolina vacíos al mar volverán a acabar en Doñana o en el Cabo de Gata. En bucle.

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