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América Latina mantiene un diálogo cauteloso con Venezuela

El autoproclamado presidente encargado de Venezuela, Juan Guaidó.

Todo un continente espera una rápida solución a la crisis política, económica y social que sacude Venezuela. Mientras Juan Guaidó –que se proclamó presidente el 23 de enero– y Nicolás Maduro –elegido en unas contestadas elecciones el 20 de mayo de 2018– se disputen la Presidencia venezolana es imposible poner en marcha un programa para sacar a Venezuela de la debacle económica (inflación, según el FMI, del 1.370.000 % en 2018). Todo el continente está sufriendo las consecuencias. Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), los países de América Latina acogen a unos 2,4 millones de refugiados y migrantes venezolanos. Y una escalada del choque entre las dos potencias puede empeorar la situación.

Este jueves, las miradas estaban puestas en la capital uruguaya, Montevideo. Allí se daban cita cuatro países latinoamericanos (Uruguay, Bolivia, Costa Rica, Ecuador) y ocho países de la Unión Europea (España, Francia, Alemania, Reino Unido, Portugal, Países Bajos, Suecia e Italia) en un “grupo de contacto” para “ayudar a crear las condiciones para un proceso político y pacífico” que abra la vía a unas elecciones libres y transparentes. También asiste una delegación mexicana, con la presencia del secretario de Asuntos Exteriores de México.

La iniciativa del encuentro de ministros de Asuntos Exteriores de los diferentes Estados surgió de dos países “neutrales”: Uruguay (Frente Amplio, izquierda) de Tabaré Vázquez y México (Movimiento Regeneración Nacional (Morena, izquierda) de Andrés Manuel López Obrador). Ninguno de estos países ha reconocido a Juan Guaidó como presidente de Venezuela. Esto contrasta con los países europeos desplazados a Montevideo, que, con la excepción de Italia y el Reino Unido, han adoptado la posición contraria. Según una fuente diplomática europea citada por la agencia AFP, el objetivo es trazar un tercer camino entre la estrategia de Washington y Rusia o Turquía. “Lo que no es fácil”, concluye la fuente.

Por un lado, la Casa Blanca está intensificando las sanciones económicas e intencionadamente deja planear las dudas sobre la posibilidad de una intervención armada –Donald Trump reiteró el pasado domingo 3, en una entrevista a la CBS que el uso de las fuerzas armadas es “una opción”–. Y, por otro lado, Rusia, que, sin reconsiderar el pago de su deuda, ha reafirmado su voluntad de mantener la cooperación militar con el venezolano Nicolás Maduro.

La voluntad de Uruguay y México de llevar el camino del diálogo a Montevideo va a ser difícil de aplicar. Fiel a sus principios de no intervención, México quiere creer en ella. “México es una democracia con mucho peso [...] usaremos este peso y reconocimiento para evitar una confrontación”, decía el martes el secretario de Relaciones Internacionales, Marcelo Ebrard. “Queremos que haya un diálogo inteligente y creo que eso es lo que va a pasar”, insistió. Pero el país no forma parte del grupo de contacto formado con los Estados miembros de la UE.

El presidente venezolano Nicolás Maduro apoya la iniciativa y espera que “permita sentarse en la mesa de negociaciones, para un diálogo entre venezolanos, para resolver nuestras diferencias, para trazar un plan, una salida que resuelva los problemas de Venezuela”. En Montevideo, el gobierno de Maduro podrá contar con el apoyo de la Bolivia de Evo Morales. La presencia de la representación del país andino en la reunión en la capital uruguaya “da la impresión de que es por petición de Nicolás Maduro”, destaca el politólogo Wolf Grabendorff, especialista en relaciones internacionales en América Latina.

Diálogo rechazado por la oposición

La oposición venezolana no está dispuesta a aceptarlo. “Hay tanta presión internacional sobre Nicolás Maduro que siente que está ganando el pulso”, señala el politólogo alemán que vive en Ecuador. La oposición sigue abrumada por el fracaso de las negociaciones previas en febrero de 2018 en la República Dominicana. Después de varios meses de reuniones, no se llegó a ningún acuerdo y el Gobierno tuvo vía libre para organizar a su manera las contestadas presidenciales en mayo de 2018.

Según la politóloga especializada en relaciones internacionales, Elsa Cardozo, “la propuesta de México y Uruguay de promover el diálogo [...] da un soplo de aire fresco a la posición de Maduro para evitar nuevas elecciones”. Por otro lado, la participación de los países de la Unión Europea y “la decisión del secretario general de la ONU de reservarse para eventuales negociaciones, cierra la puerta a esta iniciativa”. El martes, António Guterres expresó su apoyo a la iniciativa de Montevideo sin la participación directa de las Naciones Unidas. El 31 de enero, Juan Guaidó rechazó categóricamente cualquier diálogo en una carta dirigida a los presidentes de Uruguay y México. Al tiempo que recuerda que la oposición ha participado en el pasado en “procesos electorales [...] negociaciones" sin que “Nicolás Maduro cambie su posición. Se burló del pueblo venezolano”.

El presidente interino escribe que una negociación sólo tendrá sentido cuando se acuerden los “términos del fin de la usurpación, que permitan el paso efectivo del poder a los representantes legítimos del pueblo venezolano para iniciar un proceso de transición que conduzca a la celebración de elecciones libres”.

Venezuela, aislado en el continente

En el continente americano, la propuesta de diálogo tampoco es emulada.

El grupo de Lima, creado en 2017 para promover la salida de Venezuela de la crisis y firme partidario de la oposición venezolana, se opone a ella. 11 de los 14 países americanos (Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Honduras, Panamá, Paraguay y Perú) firmaron el lunes un texto denunciando que Nicolás Maduro manipula las iniciativas de diálogo transformándolas en “maniobras dilatorias para mantenerse en el poder”.

En América Latina, por lo tanto, no parece el momento de respaldar una tercera vía y menos aún de apoyar a Nicolás Maduro.

El panorama político del continente ha cambiado significativamente desde la primera elección del presidente de Venezuela el 14 de abril de 2013. Como señala el politólogo Wolf Grabendorff, los vecinos más próximos de Venezuela, como el brasileño de extrema derecha Jair Bolsonaro en el poder desde el 1 de enero de 2019 o el conservador colombiano Iván Duque (7 de agosto de 2018), asumen una posición cercana a Estados Unidos. Pero este cambio geopolítico no explica por sí solo el aislamiento de Venezuela. Más allá de las consecuencias de la crisis económica venezolana en todo el continente, el Gobierno no ha sabido mantener aliados sólidos.

El Gobierno venezolano no ha reforzado los lazos institucionales regionales y, por el contrario, los ha debilitado al alejarse de los acuerdos fundamentales sobre integración, cooperación en materia de seguridad y respeto de los derechos humanos. Los vínculos económicos han demostrado ser muy frágiles con el fin de la abundancia de recursos [la producción petrolera de la que depende Venezuela está bajando]”, señala Elsa Cardozo. Incluso Cuba, un aliado influyente y a primera vista inquebrantable, no sería un aliado completamente sólido. “La sorpresa podría venir de Cuba”, dice Wolf Grabendorff, “muchos cubanos han regresado de Venezuela con una experiencia negativa. La isla también está sufriendo las consecuencias de la crisis. Para los cubanos, Venezuela es una revolución fracasada”.

Para el Gobierno venezolano, la intervención militar de potencias extranjeras es inminente. El envío de ayuda humanitaria, aprobado por la Asamblea Nacional el 5 de febrero, es para el presidente Nicolás Maduro un caballo de Troya de las fuerzas armadas extranjeras. Son la fuente de muchos rumores en Venezuela. A los 20 millones de dólares en ayuda anunciados por Washington, hay que sumar los 40 millones de dólares prometidos por Canadá y los 7,5 millones de la Unión Europea. El primer envío de esta ayuda está actualmente bloqueado en la frontera colombiana. La profesora de Ciencias Políticas especialista en defensa Rut Diamint lo pone en duda: “No creo en la intervención militar y mucho menos en el apoyo de los países latinoamericanos. Trump está jugando para que su amenaza sea creíble, pero no tiene un plan concreto. El costo es muy alto y Guaidó no saldría beneficiado de un escenario así”. Queda por que la oposición encuentre la manera de distribuir esta ayuda sin el apoyo de la experiencia logística de los militares venezolanos o extranjeros.

El pulso entre las dos presidencias continúa. Las ofensivas y contraofensivas de ambos bandos tienen una escala diferente a la del juego diplomático de los ocho países europeos y los cinco países latinoamericanos reunidos en Montevideo.

El martes, la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), que es enteramente chavista, designó un comité especial para adelantar las elecciones legislativas que se celebrarán en 2020. La oposición teme la próxima disolución de la Asamblea Nacional, la única institución del país en la que tienen mayoría.

En la práctica, la ANC ya ejerce los poderes de la Asamblea Nacional. Esta Cámara sigue preparándose para una hipotética transición. La ley de “transición democrática y restauración de la Constitución”, aprobada el martes por mayoría, establece que las elecciones se convocarán en un plazo de 12 meses a partir de la entrada en funciones de un gobierno de transición. Precisa que se renovarán los poderes públicos, incluido el Consejo Nacional Electoral (CNE). No es momento de diálogos, sino de seguir en la lucha por tratar de aniquilar al adversario. __________

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Traducción: Mariola Moreno

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