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Guerra de los Balcanes

Las chapuzas de la comunidad internacional en Srebrenica

Las chapuzas de la comunidad internacional en Srebrenica

J.A. Dérens / L. Geslin / S. Rico / R. Toè (Mediapart)

“En Bosnia Herzegovina, a veces se les llama los “millonarios” de Srebrenica”. Marinko Sekulić da un trago a la cerveza, sentado en la terraza del café restaurante Chez Bato. Kokeza, como se le conoce en la ciudad, es uno de los responsables de la radiotelevisión local y uno de los pocos periodistas de Bosnia Herzegovina que ha investigado las sumas astronómicas que ha desembolsado la comunidad internacional para reconstruir Srebrenica.

“Es completamente imposible conocer el dinero invertido desde el 2000. Una cosa es cierta, con este dinero, habríamos podido reconstruir la ciudad en oro macizo”, suspira, sin dejar de mirar las paredes de un edificio carbonizado. “Todo el mundo ha sacado tajada, los políticos bosnios, los empresarios que trabajan con ellos, los expertos internacionales que vienen a hablar de “reconciliación”.

¿Cuánto dinero ha desaparecido en dos décadas, en las arenas movedizas de la corrupción? Imposible saberlo, la mayoría de los actores de esta “gran malversación” prefieren guardar silencio en estos momentos. “Cuando volví a Srebrenica, en 2001, creé una de las primer organizaciones multiétnicas de la ciudad, un fórum ciudadano que solicitó a las autoridades locales y nacionales que presentaran un balance del dinero desembolsado por la comunidad internacional”, prosigue Marinko Sekulić. “Nunca recibimos la más mínima respuesta; al contrario, empecé a recibir amenazas. Soy serbio y mi mujer es bosnia y no está muy bien visto en los tiempos que corren”.

Las embajadas occidentales presentes en Bosnia-Herzegovina todavía se muestran cautelosas a la hora de desvelar las sumas invertidas en la reconstrucción de Srebrenica. El tiempo ha pasado y se han producido otros conflictos, que han contribuido a correr un tupido velo sobre la guerra en la antigua Yugoslavia que pertenece al siglo pasado. La mayor parte de las oficinas de cooperación han cerrado sus puertas, los Balcanes han dejado de ser una prioridad para la Unión Europea y las grandes ONG. No obstante, si se realiza una ronda de consultas por las oficinas con representación diplomática en Bosnia Herzegovina, es posible hacer algunas estimaciones.

Según los datos oficiales, los Países Bajos se sitúan a la cabeza de los donantes. Traumatizados por la implicación de sus cascos azules en la masacre de julio de 1995, los neerlandeses han desembolsado en 20 años más de 122 millones de euros. Habida cuenta de que el presupuesto anual de Srebrenica es de 3,5 millones de euros, la ayuda proporciona por Ámsterdam garantiza –en la teoría– su funcionamiento durante 35 años. La mala conciencia se paga con dinero contante y sonante y poco importa a qué se dedica.

En concreto, los Países Bajos han contribuido a financiar la Comisión Internacional sobre Personas Desaparecidas (ICMP). Radicada en Tuzla, se encarga de identificar los restos de las víctimas de la masacre que se descubren en las fosas comunes que se abren de forma regular (26 millones de euros). Para el resto, han dedicado 22 millones de euros a la ayuda de emergencia proporcionada a los refugiados y desplazados de 1997 a 2001 y 30 millones a la reconstrucción de la ciudad.

En cuanto al resto de Estados contribuyentes, se encuentran Estados Unidos (13 millones de euros), Italia (10 millones de euros), Gran Bretaña (6,5 millones), seguidas, muy por delante de Malasia (600.000 euros), Grecia (230.000 euros) o Suiza (68.000 euros). A estos fondos, hay que añadir las cantidades desembolsadas por parte de organizaciones internacionales como el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (31 millones de euros) o la Unión Europea (17 millones de euros). Estas sumas, parciales, no incluyen las contribuciones no institucionales, es decir, procedentes de ONG, fundaciones o de ciudadanos anónimos.

Más de 200 millones de euros en ayudas en 20 años

Por el contrario, es imposible obtener información alguna sobre las sumas desembolsadas por los países árabes. “Si no ha recibido ninguna respuesta es porque no hay ninguna respuesta que dar”, explica una empleada de la embajada de Qatar, en Sarajevo, tras varios meses de intentos por conseguir una entrevista. El emirato pagó 200.000 euros sópara la construcción del memorial a Potočari y figura entre los principales donantes del Fondo para el retorno, destinado a la reconstrucción de las casas de los refugiados tras el conflicto.

El caso de Qatar no es único. Durante tres meses, el director de la agencia de cooperación turca de Sarajevo (Tika), Adnan Ertem, ha estado continuamente “demasiado ocupado” para conceder una una entrevista. Arabia Saudí ha rechazado hablar del asunto, “hasta que el nuevo embajador se ponga al frente de su puesto en Bosnia-Herzegovina”. En cuanto a Alemania, nunca ha dado curso a nuestras solicitudes.

Si nos atenemos exclusivamente a las cifras disponibles, la ayuda “institucional” puesta a disposición por los países occidentales se eleva a unos 200 millones de euros. Habida cuenta de que la población actual de Srebrenica es algo inferior a 7.000 personas, supone la nada desdeñable cifra de 30.000 euros por personas. Una suma orientativa, por supuesto, pero parece más que suficiente como para proporcionar una casa nueva a cada residente. A la vista de las innumerables viviendas abandonadas, destrozadas, se hace difícil comprender dónde han ido tantos millones.

Un forense bosnio del Instituto de Personas Desaparecidas mientras inspecciona las bolsas de 3.500 cadáveres de personas asesinadas en la masacre de Srebrenica. Foto de archivo de 2001.

Srebrenica sigue siendo una ciudad fantasma, donde la mayoría de los edificios están destruidos o presentan un estado de deterioro importante. En 2012, los alemanes de la asociación Help Srebrenica, con sede en Dortmund, financiaron la compra del equipamiento necesario para abrir una panadería, y proporcionó a Avdo Suljić, un residente de Srebrenica, la gestión de los fondos del comercio. Avdo mantuvo abierta la panadería un mes y después decidió venderlo todo, cerró la tienda y se marchó a vivir a otro sitio con el dinero. De modo que, para comprar pan, ahora hay que ir a Potočari, a cinco kilómetros del centro de Srebrenica.

La malversación manifiesta de la ayuda destinada a proyectos ha hecho crecer la desconfianza entre los habitantes de Srebrenica y en las agencias internacionales. Mientras que la estrategia de desarrollo agrícola ha dado buenos resultados en algunos campos, como la producción de frambuesas, especialidad tradicional de la región, los resultados no siempre han acompañado. A menudo, los campesinos se quejan de la calidad del ganado recibido por parte de las agencias de cooperación internacional: las ovejas no se reproducen, las abejas no logran sobrevivir. Hace unos años, en 2007 y 2008, una importante epidemia de brucelosis obligó a los criadores locales a sacrificar cientos de ovejas. La enfermedad era hasta entonces desconocida en el Este de Bosnia. Los criadores de Bosnia sospecharon de inmediato que los animales del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo estaban enfermos.

“En aquel momento, el comercio ilegal de ganado estaba muy desarrollado en la región y las autoridades locales no siempre podían garantizar que se llevaran a cabo lo controles pertinentes”, asegura el responsable de la agencia en Sarajevo, Pavle Banjac. “Por nuestra parte, tomamos todas las precauciones precisas”. La agencia, pese a que solicitamos expresamente la documentación relacionada con el caso, no quiso indicar el nombre de los proveedores a los que compró el ganado. Pavle Banjac se limitó a explicar que las ovejas procedían “de la región de Vlasić, en el centro de Bosnia Herzegovina”.

¿Cómo cambiar esta mafia?

De hecho, los beneficiarios de las ayudas prefieren revender los animales o el material que reciben. Nadie o casi nadie se preocupa de controlar la gestión de los fondos entregados. “Todo el mundo sabe cómo funcionan las cosas en Srebrenica, pero ¿cómo se puede cambiar esta mafia? He visto proyectos que han costado cientos de miles de euros y que sólo han servido para que la ciudad cuente con dos o tres cortacéspedes más”, dice frustrado Muhizin Omerović, exrefugiado que retornó de Suiza en 2005 y actual responsable de desarrollo económico en la Alcaldía.

Čamil Duraković, superviviente de la masacre de julio de 2015, es el bosnio independiente que dirige Srebrenica desde el otoño de 2012. “Es verdad, hemos invertido mucho dinero aquí”, admite. ¿Cuánto? “Eso no se sabrá nunca. La comunidad internacional ha llevado a cabo proyectos enormes, pero después hay que ver cómo se ha llevado a cabo realmente la reconstrucción. Los políticos bosnios e internacionales han defendido, por encima de todo, sus intereses. Muchas ONG u organizaciones internacionales dicen haber consagrado importantes sumas, en ocasiones varios millones, a Srebrenica. Pero este dinero ha servido para cubrir los gastos administrativos y pagar expertos venidos del extranjero y que cobran considerables honorarios. Muy pocos fondos de ayuda llegan realmente a Srebrenica”.

En un país que sigue dividido, 20 años después de la firma de los Acuerdos de Dayton, la cuestión de la ayuda a la reconstrucción de Srebrenica es objeto de numerosas manipulaciones políticas. Y esta realidad es un tabú. Por supuesto, los medios de comunicación de la República Srpska, la entidad serbia de Bosnia, que siguen negando el genocidio y están muy próximos al todopoderosos presidente Milorad Dodik, son los primeros en cuestionar el excesivo apoyo internacional a la ciudad. El objetivo es claro, debilitar la administración local, ya en el punto de mira de las autoridades.

“Srebrenica es el principal agujero negro del blanqueo de dinero en el país”, denuncia el diario nacionalista Glas Srpske. “Es necesario investigar lo antes posible los delitos cometidos por los partidos bosnios que dirigen la ciudad. Sus representantes deben dimitir y dejar el poder inmediatamente”. En abril, otro diario de Banja Luka, Pres Republike Srpske, escribía que el fiscal de Bosnia Herzegovina supuestamente había “abierto una investigación sobre los 500 millones de euros malversados, durante 20 años, de los fondos internacionales para Srebrenica”. La Fiscalía no ha desmentido la información, preocupándose de precisar que no estaba en condiciones de dar información adicional algunas.

“En Banja Luka no nos quieren porque somos la única localidad de la Republika Srpska de mayoría Bosnia”, lamenta el alcalde. Čamil Duraković resultó elegido gracias a los votos decisivos de la diáspora, que ha mantenido el derecho a votar en la ciudad, aspecto que le permite conservar de forma artificial la mayoría bosnia, muy simbólica. Después de encabezar un movimiento que luchaba por cambiar la constitución de Bosnia Herzegovina y volver a situar a Srebrenica bajo la jurisdicción de la otra entidad del país, la Federación Bosnio-Croata, el pragmático Čamil Duraković ha suavizado su posición. Ante todo, es el primer alcalde que en la práctica vive en la ciudad y las opiniones sobre él, tanto de los bosnios como de los serbios, son más bien favorables.

En los años inmediatamente posteriores a la posguerra, la comunidad internacional financió sobre todo una ayuda humanitaria de urgencia, destinada a las miles de personas que se habían visto obligadas a huir de la ciudad para escapar de los hombres del general Ratko Mladić. La verdadera reconstrucción no empezó hasta 2001-2002, cuando las primeras familias bosnias comenzaron a regresar. Oficialmente, los fondos internacionales sirvieron en esencia para ayudar a reconstruir las casas y las infraestructuras, a financiar los trabajos de la Comisión Internacional sobre Personas Desaparecidas y a apoyar la economía local.

“Durante la guerra, se destruyeron 6.400 casas. 20 años después, apenas hemos reconstruido la mitad”, constata Abdurahman Omić, el responsable de Reconstrucción del Ayuntamiento. “Sigue habiendo 2.700 expedientes internacionales en curso, pero los trabajos avanzan lentamente. Ahora bien, el apoyo de los donantes internacionales disminuye un poco más cada año”.

Entre el veredicto, en febrero de 2007 del Tribunal Internacional de Justicia, que reconocía el carácter genocida de la masacre, y el inicio de la crisis económica, el dinero ha llegado masivamente. Por aquel entonces, Srebrenica fue rebautizada por la prensa local como “la mayor cantera de Bosnia-Herzegovina”. Sin embargo, esta situación no estaba destinada a durar eternamente. Cada vez menos países están dispuestos a invertir ni lo más mínimo.

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“Creo que el principal error de la comunidad internacional cometido en Srebrenica ha sido el de no pensar nunca en un desarrollo “sistemático””, observa Azra Ibrahimović. Esta cuarentena dinámica originaria de Srebrenica tiene una larga experiencia con la cooperación, sobre todo italiana. “La reconstrucción ha sido demasiado fragmentaria. Los países extranjeros han venido a darle una vaca a un ganadero o a otro, o zapatos, pero nunca pensaron en crear redes, cooperativas, en resumen, las condiciones para un desarrollo sostenible de la región”. Los políticos locales han hecho su parte, alcanzando un acuerdo para malversar fondos, en perfecto cooperación “interétnica”.

Para el periodista Marinko Sekulić, “la administración bosnia ha malversado muchos fondos públicos. Un gran número de donaciones llegadas del extranjero no han sido declaradas. Por tanto, es imposible seguirles la pista”, explica. En realidad, si nunca nadie ha explorado las zonas oscuras de la intervención internacional en Srebrenica es también porque, de cierta manera, supondría reconocer públicamente que los fondos destinados a la pequeña ciudad han sido demasiado elevados con respecto a las necesidades realesexistentes que, no obstante, no se han satisfecho.

Traducción: Mariola Moreno

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