Días negros para los medios de comunicación en Estados Unidos

François Bougon (Mediapart)

En noviembre de 1967, la firma de la ley sobre el audiovisual público por parte del presidente demócrata Lyndon B. Johnson supuso la creación de la Corporation for Public Broadcasting (Corporación para la Radiodifusión Pública, CPB), un organismo encargado de distribuir fondos a las emisoras de radio y televisión públicas de Estados Unidos, o a aquellas que decidieran afiliarse a ella.

En enero de ese mismo año, durante su discurso sobre el estado de la Unión, el presidente demócrata explicó que quería “hacer de la televisión educativa un recurso público vital para enriquecer nuestros hogares, educar a nuestras familias y ayudar en las aulas”. “Debemos insistir en que el interés público sea plenamente atendido por las ondas públicas”, añadió.

Casi sesenta años después, es un presidente republicano, Donald Trump, quien se dispone, mediante otra ley, a firmar la sentencia de muerte de la CPB y a poner fin a las ambiciones educativas y culturales de su ilustre predecesor.

Desde hace tiempo, los conservadores tenían en el punto de mira los medios audiovisuales públicos, en particular la televisión PBS y la radio NPR, acusados de propagar valores de izquierdas. Pero si soñaban con asestarles un golpe letal, Donald Trump finalmente lo ha hecho.

En mayo, en un decreto presidencial, Trump ordenó a la CPB que dejara de subvencionar a PBS y NPR, al considerar “que ninguna de estas dos entidades ofrece a los contribuyentes una imagen justa, precisa e imparcial de los acontecimientos actuales”.

El sacrificio del audiovisual público

Esta semana, el Congreso ha continuado con esa labor de zapa al cancelar los fondos que debían destinarse a la CPB para 2026 y 2027; esta entidad se distingue de otras agencias gubernamentales por recibir créditos anticipados. Tras la aprobación del Senado, la Cámara de Representantes votó en la noche del jueves al viernes la “recuperación” de 1.100 millones de dólares.

Es toda una red de radios y televisiones locales la que se verá más afectada, más que PBS y NPR, que pueden contar con otras fuentes de financiación. “La Corporación para la Radiodifusión Pública apoya una red de 1.216 emisoras de radio públicas locales y 365 canales de televisión públicos que garantizan a los ciudadanos el acceso a programas educativos, culturales y locales, así como a información de emergencia vital”, subraya la ONG de defensa de la prensa Reporteros sin Fronteras (RSF).

En declaraciones a Mediapart, Clayton Weimers, director de la oficina estadounidense de RSF, subraya que los medios más afectados serán las emisoras que “prestan servicio a poblaciones rurales, en zonas poco pobladas y con escasos recursos, donde no es viable comercialmente un servicio público de información, ya que algunas de estas emisoras dependen de subvenciones para hasta la mitad de su presupuesto”. Anticipa que “muchas tendrán que cerrar”.

Esta administración no cree que sea un buen uso del tiempo y el dinero de los contribuyentes

El fin de la CPB reforzará un fenómeno bien conocido en Estados Unidos, prosigue, el de los “desiertos informativos”, zonas en las que “viven millones de americanos sin que exista una sola fuente de información local”.

Inmersa en una batalla cultural, a la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, no le importa. Criticó duramente a “los medios de comunicación de izquierdas partidistas, financiados por los contribuyentes”. “Esta administración no cree que sea un buen uso del tiempo y el dinero de los contribuyentes”, dijo antes de retomar las críticas tradicionales contra NPR y PBS, acusadas de un sesgo anti-Trump.

Trump “encantado” con el fin de Late Show

Más allá del audiovisual público, ha sido una semana negra para todos los medios de comunicación estadounidenses, que están sufriendo los embates de Trump desde su regreso a la Casa Blanca. Pocas horas antes de la votación en la Cámara de Representantes, una de las estrellas de la CBS, el presentador Stephen Colbert, conocido por sus duras críticas a Donald Trump, anunció que el programa que presenta terminará en mayo del próximo año.

Aunque la cadena, propiedad del grupo Paramount, que también posee uno de los estudios históricos de Hollywood y MTV, ha hablado de una “decisión puramente financiera en un contexto difícil para la franja nocturna”, muchos se preguntan, debido al contexto político, si no se trata de censura.

A principios de semana, Stephen Colbert criticó en su programa el acuerdo alcanzado a principios de julio entre la empresa matriz de CBS y Donald Trump, denunciando un “enorme soborno”. El presidente americano reclamaba 20.000 millones de dólares a la cadena, acusándola falsamente de haber manipulado una entrevista a Kamala Harris, su rival demócrata, durante la campaña electoral.

Paramount prefirió llegar a un acuerdo económico con Trump, pagándole 16 millones de dólares, para poner fin a la acción judicial, pero sobre todo para ganarse su favor. Su accionista mayoritaria, Shari Redstone, necesita el acuerdo de las autoridades federales para la fusión prevista con Skydance, una empresa fundada en 2010 por David Ellison, hijo del multimillonario Larry Ellison. Este último es el fundador de la empresa de software Oracle y es cercano a Donald Trump.

El sindicato de guionistas estadounidenses (WGA) ha expresado su temor de que la cancelación de Late Show sea un soborno, sacrificando la libertad de expresión para ganarse el favor de la administración Trump

A sus 80 años, Larry Ellison, que en julio sustituyó a Mark Zuckerberg como la segunda persona más rica del mundo, solo por detrás de Elon Musk, cuenta además con el apoyo del presidente para comprar TikTok en Estados Unidos, tras la decisión de los parlamentarios estadounidenses de presionar al propietario chino para que venda esta popular aplicación.

Para obtener el visto bueno de la Casa Blanca a la fusión con Skydance, Paramount tiene todo el interés en deshacerse de las voces más críticas, como Stephen Colbert. Preguntado por The Guardian justo antes del anuncio del fin de Late Show, un ex periodista estrella de la CBS, Marvin Kalb, explicaba que temía que la familia Ellison convirtiera la CBS en Fox News, una cadena abiertamente trumpista, y que la cadena “empezara a mostrarse tímida a la hora de abordar cualquier noticia que pudiera ser crítica con el presidente”.

“Del mismo modo que es raro ver o escuchar en Fox algo crítico con Trump”, dijo, “es muy posible que CBS se encuentre en la misma situación, lo que supondría una enorme pérdida para quienes aún defienden la libertad de prensa y una prensa vigorosa y sin miedo”.

En su red social Truth Social, Donald Trump se declaró “absolutamente encantado de que Colbert haya sido despedido”. En un comunicado, el sindicato de guionistas americanos (WGA) expresó su preocupación por “la reciente capitulación de Paramount ante el presidente Trump en el proceso contra CBS News”, temiendo que “la cancelación de Late Show sea un soborno, sacrificando la libertad de expresión para ganarse el favor de la administración Trump, en un momento en que la empresa busca conseguir la aprobación de una fusión”.

“La decisión de Paramount se produce en un contexto de ataques incesantes contra la prensa libre por parte del presidente Trump, a través de demandas contra CBS y ABC, amenazas de demandas contra organizaciones mediáticas con una cobertura crítica y la suspensión de subvenciones inadmisibles a PBS y NPR”, ha indicado también el sindicato, que ha reclamado la apertura de una investigación judicial sobre la fusión prevista.

Para rematar esta semana negra, Trump ha anunciado que demandará al diario conservador Wall Street Journal y a su propietario, Rupert Murdoch, reclamando al menos diez mil millones de dólares por difamación. ¿El motivo de su ira? Un artículo que revelaba una carta "impúdica" enviada por Trump a su amigo de entonces, el financiero pedófilo Jeffrey Epstein, con motivo de su 50º cumpleaños en 2003.

“El denominador común de todos estos casos es la guerra que Donald Trump está librando contra la prensa”, afirma Clayton Weimers, de RSF USA. “Puede parecer que se trata de acciones independientes, pero teniendo en cuenta todo lo que ha hecho desde hace seis meses, se trata claramente de una campaña intencionada contra la libertad de prensa, y esta semana ha sido especialmente intensa”.

Ya durante su primer mandato, Trump convirtió a los medios de comunicación en un chivo expiatorio recurrente, calificando a la prensa crítica de fake news media. Pero, subraya Clayton Weimers, “aunque la retórica sigue ahí, la diferencia con el primer mandato es que ahora une las palabras a los hechos”.

Su organización acaba de recopilar las acciones de los seis meses de guerra de Trump contra los medios de comunicación. “Nada de lo que hace es nuevo”, señala el responsable de RSF. “Lo hemos visto muchas veces en numerosos países, pero en países que han pasado de la democracia a la autocracia. Eso debería preocupar a muchos americanos”.

Periodistas dóciles y trumpistas en la Casa Blanca

Al igual que durante el primer mandato de Trump, ahora son invitados a las ruedas de prensa de la Casa Blanca los representantes de los “nuevos medios”, junto a los periodistas de la prensa tradicional, que ocupan los 49 asientos permanentes asignados por la Asociación de Corresponsales de la Casa Blanca. La portavoz Karoline Leavitt da sistemáticamente la palabra en primer lugar a esos “nuevos medios”, adulando a sus representantes.

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Como ha demostrado una investigación del New York Times, estos recién llegados, a menudo influencers o podcasters de extrema derecha, destacan sobre todo por sus preguntas complacientes, su docilidad hacia el presidente y sus críticas a los demócratas o a los medios de comunicación tradicionales. “La Casa Blanca quiere sustituir a los periodistas tradicionales por activistas de derechas”, opina Clayton Weimers, de RSF USA.

 

Traducción de Miguel López

En noviembre de 1967, la firma de la ley sobre el audiovisual público por parte del presidente demócrata Lyndon B. Johnson supuso la creación de la Corporation for Public Broadcasting (Corporación para la Radiodifusión Pública, CPB), un organismo encargado de distribuir fondos a las emisoras de radio y televisión públicas de Estados Unidos, o a aquellas que decidieran afiliarse a ella.

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