Quién gana y quién pierde tras el apoyo del Parlamento Europeo a pintar de verde el gas y la energía nuclear

Central de Jaenschwalde en el Estado de Brandeburgo, en Alemania.

Mickaël Correia (Mediapart)

¿Son necesarios el gas fósil y la energía nuclear para la transición ecológica de Europa? Sí, dijeron los eurodiputados en una sesión plenaria en Estrasburgo el miércoles 6 de julio.

Los diputados debían aprobar o vetar la propuesta de la Comisión Europea de incluir el gas y la energía nuclear en la "taxonomía verde". Este término técnico se refiere a una herramienta esencial para la transición energética: la clasificación ecológica de las diferentes actividades industriales para redirigir miles de millones de euros de fondos privados hacia proyectos respetuosos con el clima.

El año pasado, la Comisión Europea publicó una serie de actos delegados –textos jurídicos vinculantes– para, entre otras cosas, calificar la energía solar y eólica como energía verde (aquí y aquí).

Posteriormente, el 2 de febrero, la Comisión propuso un acto delegado complementario para incluir el gas fósil y la energía nuclear en la taxonomía verde como energías llamadas "de transición".

Esto es una completa contradicción en términos de cambio climático. De hecho, para limitar el cambio climático, tendríamos que dejar más de la mitad de las reservas mundiales de gas en nuestro subsuelo. "Los científicos del IPCC estiman que el uso de gas en todo el mundo debe reducirse en un 70% para 2050 en comparación con los niveles de 2019. Incluso Werner Hoyer, presidente del Banco Europeo de Inversiones, declaró el año pasado que 'el gas está acabado'", recuerda Clémence Dubois, responsable en Francia de la ONG ecologista 350.org.

Además, debido a la contaminación y los residuos generados por la industria nuclear, esta energía no cumple uno de los principios clave de la taxonomía verde, cuyo objetivo es garantizar que todas las tecnologías incluidas "no dañen significativamente" el medio ambiente. A esto se añade el hecho de que los reactores nucleares tardan demasiado en construirse, lo que significa que la atómica no puede considerarse una energía de transición ante la emergencia climática.

Freno a la transición energética

La propuesta de Bruselas provocó una protesta a principios de este año (ver aquí). Y Francia ha sido criticada por su implacable presión a favor de la energía nuclear, hasta el punto de apoyar las demandas de los países productores de gas a favor de los combustibles fósiles (leer aquí).

De hecho, París ha forjado una alianza sin precedentes con países centroeuropeos poco ambiciosos en materia climática, como la República Checa, la Hungría gobernada por el nacionalista Viktor Orbán o la Polonia dirigida por un gobierno ultraconservador que se niega a poner fin a sus explotaciones de carbón.

La razón del curioso apoyo de Francia a las pretensiones de gas de estos países es que ha pedido su apoyo a cambio de que la energía nuclear sea considerada compatible con el clima en la taxonomía. Con Emmanuel Macron anunciando la reactivación de la energía nuclear el pasado noviembre, París necesita más que nunca el apoyo político y financiero de la Unión Europea para construir sus nuevos reactores.

Sin embargo, la agresión rusa en Ucrania el 24 de febrero ha cambiado el significado político de esta inclusión del gas y el átomo en la taxonomía verde. El acto delegado de la Comisión Europea podría beneficiar al régimen de Vladimir Putin.

Las exportaciones de gas ruso a Europa son uno de los motores financieros de la acción militar de Rusia en Ucrania. Desde el inicio de la guerra, la UE ya ha comprado gas fósil ruso por valor de más de 28.000 millones de euros.

Además, Rosatom, el gigante nuclear estatal ruso, es el mayor exportador de centrales nucleares del mundo. La empresa es desde hace mucho tiempo socia de la industria atómica francesa, en particular suministrando combustible nuclear a siete reactores en Europa.

Nikolai Shulginov, ministro ruso de Energía, llegó a decir en febrero que el acto delegado de la Comisión Europea aportaría a su país "una serie de oportunidades".

Greenpeace publicó en mayo un informe en el que estimaba que Rusia podría ganar 32.000 millones de euros de aquí a 2030 con nuevos proyectos de gas financiados por la taxonomía verde. Asimismo, la inclusión de la energía nuclear permitiría a Rosatom beneficiarse de una parte importante de las inversiones potenciales en esta energía, estimadas en 500.000 millones de euros para 2050.

En el mismo estudio, la ONG reveló cómo las empresas energéticas rusas, como Gazprom y Rosatom, han presionado a Bruselas, al igual que Francia, para que se incluyan el gas y la energía nuclear en la taxonomía verde.

En cuatro años, estas empresas rusas pudieron reunirse al menos 18 veces con comisarios y altos funcionarios de la UE, ya sea directamente o a través de grupos de presión.

Acalorados debates

En vísperas de la votación del acto delegado del Ejecutivo europeo, los eurodiputados mantuvieron un animado debate en el hemiciclo del Parlamento en Estrasburgo el 5 de julio.

Después de que Mairead McGuinness, comisaria de Servicios Financieros, hablara de un "texto pragmático y realista en una situación de incertidumbre", Bas Eickhout, eurodiputado neerlandés de Los Verdes, criticó a Emmanuel Macron, diciendo que esta taxonomía era "un juego puramente político jugado por Francia, con criterios escritos por Francia, que sólo beneficia a Francia".

La cuestión dividió incluso a los conservadores del Partido Popular Europeo. Markus Ferber, parlamentario alemán de derechas, argumentó: "Este acto delegado no está a la altura de las expectativas: no se basa en recomendaciones científicas".

Por su parte, el francés Gilles Boyer, del partido Renaissance, el grupo de La République en Marche, lanzó: "Nadie dice que el gas y la nuclear sean energías verdes, pero son temporalmente indispensables para la transición. Debemos utilizar todas las herramientas para prescindir del petróleo y el carbón como prioridad".

Los propios expertos de la Comisión Europea se han pronunciado en contra de esta clasificación

Manon Aubry — Eurodiputada francesa de izquierdas

Sin embargo, este miércoles, 328 eurodiputados, principalmente conservadores, de extrema derecha y liberales de Renaissance, votaron a favor de la iniciativa de la Comisión Europea sobre el cambio climático, frente a 278 votos.

Pascal Canfin, eurodiputado de Renaissance y presidente de la comisión de Medio Ambiente del Parlamento Europeo, se congratuló del resultado de la votación, argumentando que "la taxonomía nos ayudará a hacer frente a la emergencia climática a la que nos enfrentamos".

"Los propios expertos de la Comisión Europea se han pronunciado en contra de esta clasificación", declaró a Mediapart Manon Aubry, miembro del grupo insumiso del Parlamento Europeo. ¡Es un vergonzoso lavado de cara, una mina de oro para Vladimir Putin y una completa contradicción con la política europea de dejar la dependencia del gas ruso!

El Parlamento Europeo apoya por 328 votos frente a 278 que la energía nuclear y el gas sean "sostenibles"

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Aurore Lalucq, eurodiputada francesa de la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas, denunció "un error histórico de la Comisión Europea". Y añadió: "Es un error científico, pero también democrático. Somos el continente del Green Deal, y el mensaje político que se envía con esta votación es que los combustibles fósiles son... verdes. Esto es terrible.

Países europeos como Austria y Luxemburgo ya han anunciado que llevarán el acto delegado al Tribunal de Justicia de la UE, que es la única vía que les queda para impugnarlo.

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