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Los expertos temen la yihadización de los voluntarios extranjeros alistados en Ucrania

Decenas de voluntarios bielorrusos del Batallón Kastus Kalinowski, posando en un vídeo de propaganda.

Sébastien Bourdon | Matthieu Suc (Mediapart)

En su perfil de Instagram, Miguel (nombre supuesto) colecciona fotos de motos, recuerdos de viajes y selfies sonrientes, algunos de ellos vestido con su uniforme de bombero brasileño. El 27 de diciembre de 2021, el sudamericano posó para una foto en la región de París, a un paso de la entrada del fuerte de Nogent, que alberga un centro de reclutamiento de la Legión Extranjera. Dos meses más tarde, termina por vestir el uniforme de otra legión internacional: la que acaba de crearse en Ucrania para los extranjeros que responden a la llamada del presidente Volodymyr Zelensky.

Voluntarios como Miguel, que tomaron las armas para defender a la Ucrania atacada, se cuentan por miles, decenas de miles, según las autoridades ucranianas, que en las primeras semanas del conflicto afirmaron que 20.000 hombres de 52 nacionalidades diferentes se habían unido a las filas de esta legión internacional.

Se trata de cifras imposibles de comprobar y, sin duda, están sobreestimadas, pero, más allá de su cuestionable número, reflejan un fenómeno. Hombres de todo el mundo quieren tomar las armas y consultan la página web abierta por el Ministerio de Asuntos Exteriores para facilitar los datos de contacto de 67 representaciones diplomáticas ucranianas en todo el mundo, donde los agregados militares se ofrecen a ayudarles en el paso dado.

En Francia, los servicios de inteligencia han contabilizado 450 indecisos, de los cuales unos 150 ya se han desplazado a Ucrania. Esta cifra incluiría también a los extranjeros que viven en Francia o que han formado parte del Ejército francés. Ya sea para combatir o para realizar labores humanitarias, este contingente sigue preocupando a las autoridades francesas. 

Mediapart (socio editorial de infoLibre) ha podido identificar a varios ucranianos que habían servido anteriormente en la Legión Extranjera. Es el caso de Viktor (nombre supuesto), enrolado hasta 2019 en el 1er regimiento de caballería extranjero (1er REC). Ya estaba allí cuando comenzó la invasión rusa y, tras poner a su familia a salvo, se alistó en el Ejército ucraniano, según nos contó por teléfono a principios de marzo. Pero otros, que permanecieron en Francia tras alistarse en la Legión Extranjera, también se han lanzado a defender su país de origen, dada su experiencia. Y esto no se limita a los nativos del país atacado.

Pedro y Eduardo (ambos nombres supuestos), dos brasileños, también son exmiembros de la Legión Extranjera. El primero, que se fue en torno a 2018, permanecía en Francia y trabajaba como obrero de la construcción. Mediapart ya se hizo eco de su viaje a Ucrania, documentado en las redes sociales. El segundo sigue teniendo el emblema de la Legión Extranjera francesa tatuado en el antebrazo. 

En Siria también se trataba de luchar contra un dictador

Ahora Pedro y Eduardo (y su amigo Miguel) han llegado a Kiev. En las fotos de sus perfiles de Instagram aparecen posando con una bandera brasileña en la mano o peleando en una zona boscosa.

En la legión internacional o formando sus propias unidades, los voluntarios tienden a agruparse por nacionalidades. Este fue el caso de la “Brigada normanda”, creada por canadienses, o del “Batallón Kastus Kalinowski”, formado por bielorrusos opuestos al régimen de Lukashenko. Este último batallón multiplica los vídeos de propaganda que muestran a decenas de voluntarios exhibiendo el escudo y la bandera blanca-roja de la efímera República Popular Bielorrusa (1918-1919), que se ha convertido en el símbolo de la oposición al régimen actual.

Un francés se desplazó a Kiev sin formar parte de la legión internacional, una decisión que implicaba “demasiadas limitaciones”. “Nuestro objetivo era claro: participar lo más eficazmente posible en los combates. Para ello, permanecemos entre francófonos en un pequeño grupo aparte de los demás. Hablar el mismo idioma para luchar ayuda”, explica mediante mensajes a Mediapart. Aunque afirma que él y sus camaradas combatieron en las inmediaciones de la capital, las pocas fotos que ha podido publicar en las redes sociales no permiten confirmarlo con certeza.

En los medios de comunicación, este movimiento de voluntarios de todo el mundo evoca el recuerdo de las Brigadas Internacionales comprometidas contra las tropas del general Franco durante la Guerra Civil española, siendo evidente el paralelismo con el dictador Putin en este punto.

Pero las autoridades francesas piensan en otro ejemplo más reciente, el de la guerra de Siria. También allí, los jóvenes, muchos de los cuales no tenían conocimiento en el manejo de las armas ni de la guerra, viajaron para enfrentarse a un tirano, Bashar al-Assad. También ellos se agruparon en katibats, por nacionalidades. Cuando no murieron, todos fueron han sufrido reveses y, sobre todo, tras su periodo inicial en diversos grupos rebeldes, la mayoría de ellos acabaron uniéndose a las filas de la organización terrorista Estado Islámico.

Wassim Nasr, periodista de France 24 especializado en el seguimiento del movimiento yihadista, comparte esta observación: “Encontramos la misma atmósfera, el mismo ruido de fondo. Aunque, evidentemente, entendemos a los que hacen suya la causa de los ucranianos. En aquel momento, ir a luchar contra el carnicero de Damasco también estaba bien visto. Muchas personas, a menudo jóvenes, se sintieron comprometidas con esta misión. Pero, al final, Ucrania y Siria, lo que comparten, si prescindimos de las banderas, es la gente que va a luchar a un escenario de guerra que no domina, sin ninguna experiencia, y vuelve con habilidades militares y traumas. Habrán luchado contra un ejército convencional. No se sale indemne de esa experiencia...”.

El gran 'amateurismo' de los voluntarios

Mickaël Sciacca, informático de 40 años, nunca llegó a estar en la primera línea. Su viaje, descrito por France 3 y documentado en internet en varios vídeos publicados en su propio perfil de Facebook, estuvo a punto de terminar menos de 24 horas después de su llegada a Ucrania. Mientras se encontraba en la base militar de Yavoriv, en el oeste del país, el domingo 13 de marzo, fue bombardeada; el ataque mató a 35 personas, según las autoridades ucranianas. Visiblemente sorprendido, Mickaël se grabó a sí mismo: “Aquí está. La base acaba de ser bombardeada. Nos vamos. Tengo amigos que están muertos. Retrocedemos. Nos piramos”.

Tras sobrevivir al bombardeo de la base de Yavoriv, Mickaël tomó el camino de vuelta a Francia. En una secuencia lunar, se filma a sí mismo cruzando la frontera polaco-ucraniana el mismo día. Después de presumir de ser un “héroe de guerra”, se queja de la larga cola de gente que le precede y luego ironiza sobre el bombardeo. “Esta mañana nos han hecho parrilladas, pero no estamos fritos, así que no debíamos ser de su gusto”. A periodistas de France 2 que le entrevistaron a su regreso, les aseguró, sin embargo, que volvería a luchar si se llamaba a la legión internacional.

En las redes sociales, especialmente en Facebook, queda patente el gran amateurismo de estos voluntarios. Otro joven francés dice que quiere “unirse a Ucrania, ya sea para luchar o para hacer un reportaje aficionado [...] como un reportero de guerra”, mientras que un grupo dedicado muestra como foto de portada una instantánea de voluntarios franceses que partieron a luchar en el Dombás en 2014... del lado de los separatistas prorrusos.

El amateurismo de algunos no deja de provocar roces con la pretendida profesionalidad de otros. Venezolano residente en España, Wahari acudió a la embajada de Ucrania en Madrid en los primeros días de la guerra. Después de algunos trámites administrativos, ha explicado a Mediapart que fue a Ucrania por su cuenta, impulsado por su deseo de actuar y la idea de poner a disposición sus cuatro años de experiencia militar adquirida en su país natal.

Una vez allí, dijo que su primera misión era “ir a contener un frente en Kiev”. Tras diez días de intensos combates y bombardeos, su grupo de 40 voluntarios se quejó de los problemas de comunicación con el Ejército ucraniano: “Somos profesionales y trabajamos como profesionales, y no podemos luchar sin organización”, reclama por teléfono. Wahari, que también afirma haber sufrido una pequeña lesión en la rodilla, decidió dar la vuelta con otros diez voluntarios. “Se quedaron 13, los demás murieron”, señala, sin dar más detalles. Según él, rompió su contrato con la legión extranjera y firmó un contrato con el Ejército ucraniano.

Al igual que Wahari, entre los voluntarios inexpertos, algunos han llegado con antecedentes militares o al menos paramilitares. El Asahi Shimbun de Tokio informó de que 70 japoneses, la mayoría de ellos antiguos miembros de las Fuerzas de Autodefensa japonesas, se habían marchado, tal y como señaló Le MondeThe Times of London informa de que más de 150 antiguos paracaidistas que sirvieron en Afganistán han partido hacia Ucrania.

También en este frente, Francia no se queda atrás. Paul (nombre supuesto) declaró a Mediapart que fue a Ucrania para poner sus “habilidades” y “conocimientos” a disposición de “un país hermano en agonía”. El 24 de febrero, se dirigió a sus contactos en Instagram y les animó a escribirle, especificando sus condiciones: “Si tienes experiencia militar (aunque sea corta) [y] quieres ayudar en Ucrania y no te acobardas ante la primera dificultad”. El que se autodefine como “nacionalista europeo” es uno de los exmilitares y militares identificados por Mediapart en investigaciones anteriores por sus afiliaciones neonazis.

 

De la ultraizquierda a la ultraderecha

Según nuestras informaciones, de entre los 150 franceses identificados en Ucrania, un centenar son “sin afiliación política conocida”, 30 tienen perfiles conocidos de ultraderecha y 15 de ultraizquierda. Estas proporciones podrían invertirse. “Cuando personas sin experiencia van a un país en guerra, cuanto más dura el conflicto, más aumentan los extremos. Esta es una de las principales lecciones de la guerra en Siria. Los más motivados, aunque sean una minoría al principio, acaban ganando la partida. Es humano”, dice Wassim Nasr.

Desde los primeros días de la guerra, varios miembros de los servicios de inteligencia confiaron a Mediapart su preocupación y comenzaron a seguir incluso a quienes organizaban las rutas de salida. Analizaron un grupo de Facebook con unos 3.500 miembros, escrutaron la financiación de un fondo de Leetchi y esperaron cerca de un autobús que iba a llevar a los primeros voluntarios de camino a Ucrania.

Con una dificultad, como en los primeros días de la guerra de Siria: como estos individuos no planeaban unirse a una organización terrorista, su salida no constituye en sí misma un delito y, por lo tanto, no puede ser obstaculizada o incluso, como mínimo, ser objeto de medidas policiales administrativas.  

Ahora que los primeros retornados están regresando, los agentes los vigilarán. Tal y como ocurrió en Siria. Las personas que habían luchado por el Estado Islámico u otra organización terrorista fueron puestas investigadas y detenidas provisionalmente. Incluso los jóvenes revolucionarios que se habían unido a las milicias kurdas de Rojava que luchan contra la hidra yihadista fueron vigilados y citados en la Dirección General de Seguridad Interior (DGSI) para una entrevista administrativa. Pero, según un alto funcionario de los servicios de inteligencia, el número de retornados aún no es suficiente para que la DGSI se plantee contabilizarlos.

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Traducción: Mariola Moreno

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