Yazan Wadi es el menor de cinco hermanos, nacido en los últimos días de 2017. “Le quiero mucho”, repite su padre, Mohamed Wadi, con quien hablamos por teléfono desde el norte de Gaza, ya que Israel lleva más de veintidós meses prohibiendo el acceso de periodistas extranjeros a este territorio palestino. El pequeño padece una enfermedad congénita desconocida y ha sido sometido a múltiples operaciones.
Una enfermedad que afecta a su desarrollo cerebral y su motricidad. Antes del 7 de octubre, gracias a su tenacidad y tras largas sesiones de fisioterapia, Yazan había logrado enormes progresos: ya andaba. Desde entonces, “está retrocediendo. Es aún más evidente en los últimos meses”, dice su padre, un enfermero de 40 años que trabaja con la ONG Médicos Sin Fronteras (MSF). “Su estado físico se deteriora rápidamente. Su estado psicológico también se ve afectado”.
El niño ha perdido peso: ahora solo pesa 16,5 kilos, frente a los 21 de antes de la guerra. Es incontinente. Conseguir pañales en la Gaza sitiada es extremadamente complicado. Casi no come más que pan, “cuando lo encontramos”, precisa su padre. El 2 de marzo, Israel bloqueó todo acceso a la ayuda humanitaria en Gaza. El asedio se levantó parcialmente a mediados de mayo, pero las cantidades que entran siguen siendo muy insuficientes. Los precios están por las nubes y el hambre asola el enclave: según el Ministerio de Salud local han muerto por esa causa más de 200 palestinos, de los cuales casi la mitad eran niños. Los más vulnerables son los que, como Yazan, están enfermos.
Una espera insoportable
A esto se suma la humillación de los desplazamientos forzosos. Hoy en día, la familia vive con parientes, hacinados con 70 personas en uno de los pocos edificios que aún siguen en pie. No hay intimidad, los padres tienen dificultades para prestar a su hijo la misma atención que antes. “Yazan necesita especialistas, un centro especializado”, afirma Mohamed Wadi. Los médicos más cualificados y gran parte del personal sanitario se marcharon con sus familias cuando aún se podía pasar a Egipto, pagando una fortuna por salir.
La voz de Mohamed Wadi se quiebra y hace una pausa. El enfermero pensaba que conseguiría evacuar rápidamente a su hijo de 7 años por motivos médicos. Presentó la solicitud en mayo de 2024 y desde entonces está a la espera. En el circuito habitual, la familia envía el informe médico al Ministerio de Salud local, que selecciona los casos más urgentes para remitirlos a la Organización Mundial de la Salud (OMS). Este organismo también realiza una selección y elabora una lista que entrega a los países extranjeros, que a su vez seleccionan a los que quieren acoger. “Francia lleva a cabo operaciones de evacuación sanitaria de niños heridos o enfermos de Gaza en el marco de un sistema cuyos criterios y funcionamiento han sido establecidos y son gestionados por la OMS y que también utilizan otros países, sobre todo europeos”, se limita a explicar a Mediapart una fuente diplomática. El ministerio de Asuntos Exteriores francés no hace comentarios sobre casos individuales.
El COGAT, el órgano del ejército israelí que gestiona los asuntos civiles de los palestinos de los territorios ocupados, aprueba o deniega las evacuaciones a partir de la lista de la OMS. En una respuesta a Mediapart, indicó que se había producido un “aumento significativo” del número de pacientes que habían salido de Gaza desde principios de año, sin facilitar cifras exactas. “El paso está autorizado previa presentación de una solicitud por parte de un tercer país de acogida, así como un control de seguridad”, precisa el órgano militar israelí.
“El año pasado, desde abril hasta finales de año, fue una pesadilla”, recuerda Hani Isleem, coordinador de proyectos de MSF, que se encarga de las evacuaciones médicas desde Gaza. El índice de denegaciones por parte de los israelíes era del 90%. Cuando aprobaban a los niños, rechazaban a los acompañantes. Esas denegaciones eran arbitrarias. Pero desde el alto el fuego [que entró en vigor el 19 de enero y fue roto por Israel el 18 de marzo, ndr], se aprueba el 90% de las solicitudes”.
12.000 pacientes atrapados
En las oficinas de MSF en París a principios de julio, el médico muestra las tablas que lleva a partir de los datos de las evacuaciones médicas. Hoy en día, el problema radica sobre todo en el hecho de que pocos Estados extranjeros acogen a pacientes de Gaza. Las cifras han vuelto a descender desde el cierre del paso fronterizo de Rafah hacia Egipto en mayo de 2024.
MSF tardó casi un año en evacuar a dos habitantes de Gaza a Francia: registrados en abril de 2024, llegaron a destino en marzo de 2025.
En ese mismo mes de marzo de 2025, la ONG presentó el expediente de Yazan y el de otra niña, Mira Hamdan, que corre el riesgo de sufrir insuficiencia renal, para su evacuación a Francia. Tras mostrar inicialmente cierto interés, el ministerio de Asuntos Exteriores francés no ha respondido a las solicitudes del coordinador de MSF, Hani Isleem, desde mayo.
“Los hospitales franceses tienen capacidad para acogerlos, ese no es el problema”, comenta el médico de MSF. El pasado 20 de marzo, París anunció que había acogido a 25 pacientes de Gaza desde principios de 2024, mientras que Emmanuel Macron había prometido, en noviembre de 2023, que Francia acogería hasta 50 si fuera necesario. Italia y Rumanía están bastante por delante, con 165 y 42 pacientes trasladados a su territorio, respectivamente. Los Emiratos Árabes Unidos han aceptado a 1.387, según las estadísticas recopiladas por Hani Isleem. A pesar de todo, se trata de cifras irrisorias: la OMS estima que están a la espera de ser evacuados de Gaza al menos 12.000 enfermos y heridos.
Según él, “la mayoría de los países europeos se centran ahora en evacuaciones no médicas, en particular Francia”. En los últimos meses, Francia ha organizado la salida de estudiantes, artistas e investigadores de Gaza, algunos con sus familias. Desde principios de 2025, Francia ha evacuado a 292 palestinos, según el Ministerio de Asuntos Exteriores.
El viernes 1 de agosto, el jefe de la diplomacia francesa, Jean-Noël Barrot, anunció la suspensión de las evacuaciones desde Gaza hacia Francia. Sus servicios se enfrentaron a una fuerte polémica después de que algunas publicaciones antisemitas fueran desempolvadas por una estudiante palestina que había salido del territorio palestino gracias a las autoridades francesas.
Futuro arruinado
Rami Hamdan responde a los mensajes casi al instante, incluso cuando está de guardia como enfermero jefe en un hospital de campaña de MSF en el centro de Gaza. Envía un vídeo de su hija, Mira, sentada en la tienda que les sirve de alojamiento, dentro de la casa de un familiar, completamente quemada.
Sentada en medio de la habitación, con su larga melena recogida en un moño, la niña de 10 años enumera en un árabe cuidado sus deseos más preciados, girando los brazos a su alrededor y sus grandes ojos negros brillantes. Tras una decena de desplazamientos forzados, Mira sueña con una taza de té en la naturaleza, rodeada del canto de los pájaros, “sin el ruido de los bombardeos y los disparos”.
A principios de año, la niña comenzó a sufrir dolores de estómago. Empezó a tener infecciones urinarias y su cuerpecito tuvo que luchar contra fuertes fiebres. Encontrar material para hacer una analítica es casi un milagro, ya que en Gaza falta de todo. Finalmente, le diagnosticaron un reflujo urinario grave, que le ha provocado daños importantes en los riñones. Si no se opera rápidamente, corre el riesgo de sufrir insuficiencia renal. “Entonces su futuro se verá arruinado”, explica su padre. “El tiempo apremia”.
El enfermero, que atiende a grandes quemados y heridos víctimas de los bombardeos israelíes, asegura que la intervención quirúrgica que necesita su hija es “fácil”, pero imposible de realizar en Gaza.
Entonces preparó rápidamente un expediente para una evacuación médica de urgencia. En cuanto tenían un poco de conexión a Internet, Mira veía vídeos en YouTube para ver cómo es Francia. El sanitario palestino escribió al consulado francés en Jerusalén y a la embajada francesa en Ammán (Jordania), pero en vano. “Estoy explotando por dentro”, dice este padre de cuatro hijos, el menor de los cuales tiene 3 años. Ni él ni Mohamed Wadi se explican el silencio de las autoridades francesas.
Evacuaciones mediáticas
Hani Isleem, de MSF, denuncia por su parte evacuaciones “ad hoc o políticas”, destinadas a la comunicación o a “calmar la ira del pueblo”. Pone como ejemplo a la pediatra Alaa al-Najjar, que perdió a nueve de sus diez hijos y a su marido en un bombardeo israelí el pasado 25 de mayo, una tragedia ampliamente cubierta por la prensa internacional. En dos semanas, fue evacuada a Italia con su hijo Adam, herido en la explosión.
En Francia, una fuerte movilización permitió la evacuación de Bashar al-Belbeisi, un bailarín herido durante el bombardeo del café al-Baqa, el pasado 30 de junio, y que corría el riesgo de sufrir una amputación. Salió del territorio palestino el 30 de julio. “Que yo sepa, es el primer herido adulto evacuado de Gaza a Francia desde el 7 de octubre de 2023”, indicó la doctora generalista de Rennes Catherine Le Scolan, que trabajó mucho para sacarlo de allí.
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El Ministerio de Salud palestino lleva registrados más de 140.000 heridos en los últimos veintidós meses en Gaza. A estas terribles estadísticas hay que añadir los pacientes con cáncer, enfermedades crónicas o patologías congénitas. Las necesidades son inmensas y la apatía de la comunidad internacional condena a miles de palestinos a una muerte lenta.
Traducción de Miguel López
Yazan Wadi es el menor de cinco hermanos, nacido en los últimos días de 2017. “Le quiero mucho”, repite su padre, Mohamed Wadi, con quien hablamos por teléfono desde el norte de Gaza, ya que Israel lleva más de veintidós meses prohibiendo el acceso de periodistas extranjeros a este territorio palestino. El pequeño padece una enfermedad congénita desconocida y ha sido sometido a múltiples operaciones.