Israel se ensaña contra la población palestina en la Cisjordania ocupada

Un palestino camina por la calle después de un ataque israelí cerca de Yenín (Cisjordania).

Gwenaelle Lenoir (Mediapart)

Deir Dibwan, Burqa, Ramala (Cisjordanie) —

El domingo 16 de junio, festividad de Eid al-Adha, también conocida como Eid el-Kebir, Sayel Kanan, ingeniero y alcalde del pueblo de Burqa, a pocos kilómetros al este de Ramala, pensaba pasar la tarde visitando a su extensa familia y compartiendo el tradicional cordero. Como suele hacerse en cualquier Eid al-Adha. 

Pero no contaba con los residentes de los asentamientos israelíes que rodean Burqa por tres lados. “Al anochecer, vinieron y prendieron fuego a las tierras del pueblo en dos lugares diferentes, primero a un campo de viejos olivos al oeste del pueblo, y luego a la tienda de un pastor al sur", declaró Sayel Kanan a Mediapart por teléfono a última hora de la tarde del domingo. “Llevamos horas sentados viendo cómo avanzan los incendios, totalmente impotentes. Protección civil no se atreve a acercarse. Está oscuro y no sabemos si no estarán preparando una emboscada. Tememos que ahora ataquen el pueblo.” 

Esto no es ninguna paranoia, sino la experiencia compartida con los pequeños pueblos vecinos de Beitin y Deir Dibwan. 

Desde que la extrema derecha israelí llegó al poder, han aumentado los ataques de los colonos. Sus representantes desempeñan un papel importante en el gobierno formado por Netanyahu en diciembre de 2022. Los supremacistas judíos y colonos extremistas Itamar Ben Gvir y Bezalel Smotrich ocupan las carteras de Seguridad Nacional y Finanzas, respectivamente. 

Después del 7 de octubre de 2023 y la masacre cometidas por Hamás y otras facciones palestinas, la brutalidad de los colonos subió a un nivel superior. Su impunidad también. El gobierno israelí les distribuye muchas armas, aunque ya tenían fusiles de asalto y pistolas. 

"Estamos asistiendo a la aplicación de lo que Smotrich llamaba su 'plan decisivo' en 2017", explica Ibrahim S. Rabaia, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Bir Zeit. “En él aboga por la anexión de Cisjordania y esboza tres escenarios para los palestinos: permanecer bajo la ocupación aceptando su condición, marcharse o resistirse y, en ese caso, ser aniquilados". 

Bezalel Smotrich escribía en efecto: "Sólo hay lugar para una expresión de autodeterminación nacional al oeste del Jordán: la de la nación judía" y "Cualquier solución debe basarse en eliminar la ambición de alcanzar la esperanza nacional árabe entre el Jordán y el Mediterráneo". 

Ataque tras ataque

Por toda Cisjordania, los colonos trabajan con determinación, apoyados por el ejército, según los numerosos testimonios recogidos por Mediapart y otros. En el mejor de los casos, los militares israelíes no intervienen para impedir las abusos de los colonos. En otros casos, los protegen y reprimen a los palestinos que se oponen a los agresores. 

Preguntado por Mediapart sobre su política frente a los ataques de los colonos y las acusaciones de connivencia, el ejército israelí no respondió. 

"Cisjordania se ha convertido en el Estado de los colonos, y los habitantes palestinos son considerados residentes no permanentes a los que hay que echar", afirma Ibrahim S. Rabaia. 

No pasa una semana sin que se produzca un ataque. El 10 de junio, Mediapart estuvo en Burqa y Deir Dibwane. Los olivares echaban humo aún. Ninguno de los lugareños quiere correr riesgos allí. Las caravanas de un puesto avanzado están a unos cientos de metros de los árboles, que están terminando de arder. Un poco más allá, los restos retorcidos del desguace Burqa yacen al sol. El dueño del taller ya no podrá obtener piezas de recambio. 

El aire está impregnado por todas partes del humo de los incendios provocados tres días antes, el viernes 7 de junio. 

“Los viernes y los sábados son los más peligrosos para nosotros", explican Sayel Kanan y Taysir Mohamed*, concejales de Deir Dibwan. “Los colonos vienen a aterrorizarnos incluso durante la oración del viernes". Y los dos concejales comienzan a relatar una lista interminable de ataques, dirigidos contra las cosechas, las casas más alejadas del centro del pueblo, los pastores y su ganado. 

Deir Dibwan es muy grande, con una superficie de 730 kilómetros cuadrados. Sus posesiones se extienden casi hasta Jericó, y el ayuntamiento se enorgullece de poseer tierras agrícolas muy fértiles en el valle que desciende hasta la cuenca del Mar Muerto. El 85% de esta superficie se encuentra en la zona C, es decir, bajo completo control israelí, según la división establecida por los Acuerdos de Oslo de 1993.

 

Zona A, zona B, zona C, todo es lo mismo desde el 7 de octubre. Ya no hay autonomía palestina en ninguna parte

Taysir Mohamed, concejal de Burqa

 

Allí no se puede cultivar ni construir nada sin permiso de la llamada administración civil israelí, que en realidad está dirigida por el ejército, a cargo de los territorios palestinos ocupados. 

La Zona A está bajo el control de la Autoridad Palestina, tanto para asuntos civiles como de seguridad, y se supone que las fuerzas israelíes no pueden entrar en ella, salvo a petición de la Autoridad. En la Zona B, son los israelíes quienes mantienen el control militar y policial. 

"Antes eso tenía importancia. Ahora mucho menos, porque de todos modos toda Cisjordania vuelve a estar totalmente ocupada", suspira Taysir Mohamed. “Zona A, zona B, zona C, todo es lo mismo desde el 7 de octubre. Ya no hay autonomía palestina en ninguna parte. Y nuestros ganaderos, nuestro ganado y nuestros beduinos son objetivos permanentes, estén donde estén". 

Aunque los ataques no son nuevos, desde el 7 de octubre han dado un nuevo giro: además del armamento excesivo de los colonos, ahora cuentan con todo el apoyo del ejército, hasta el punto de impedir las operaciones de socorro. “El 7 de junio, el camión de bomberos fue retenido durante cuarenta y cinco minutos por los militares", cuenta indignado Taysir Mohamed. “Oficialmente, ¡porque no podían asegurar la protección del material!” 

El 21 de abril fue directamente atacada la casa de un granjero. Los colonos incendiaron los establos con trescientas ovejas y cabras dentro. “El ejército montó una barricada militar para impedirnos acceder al lugar", cuenta Taysir Mohamed. “Hizo falta el apoyo de la Media Luna Roja para que los militares permitieran intervenir al vehículo de protección civil, que ya había tardado más de dos horas en llegar porque las carreteras están bloqueadas desde el 7 de octubre". 

Desde octubre del año pasado, el tráfico en Cisjordania también está bloqueado como pocas veces había ocurrido. Ya sea en el interior del territorio o cerca de las grandes ciudades, el berenjenal es el mismo, y llegar de un punto a otro requiere un gran conocimiento de una geografía alternativa a la de las rutas habituales. 

Los desplazamientos son un quebradero de cabeza

A primera vista, Deir Dibwan y Burqa parecen lugares agradables para vivir. A unos diez kilómetros de Ramala, reciben el apodo de "Pequeña América", porque una gran proporción de sus residentes, un 80% en el caso de Deir Dibwan y el 50% en el de Burqa, son también ciudadanos americanos. Muchos viven en Estados Unidos, donde suelen tener una situación profesional envidiable. Se han construido casas muy grandes, algunas de ellas con aspecto de palacios kitsch, como lugares de veraneo para cuando se jubilen. 

Al menos la mitad de los residentes permanentes de estos suburbios acomodados tienen que desplazarse diariamente a Ramala, la capital administrativa de facto de la Autoridad Palestina. Estudiantes, empleados, empresarios y enfermos crónicos tienen que dar rodeos, y ahora se tarda una buena hora en hacer el trayecto fuera de la hora punta. 

“Sólo queda una carretera a Ramala, muchas veces cortada por controles móviles", explica Taysir Mohamed, empresario de éxito. “No se puede prever ni planificar nada. Una cosa más que nos hace la vida imposible".

 

El 10 de junio, la salida de Deir Dibwan hacia Ramala estaba bloqueada por varios jeeps israelíes y por caballos de Frisia en la carretera

 

Esa ha sido la suerte de toda la población de Cisjordania durante años, pero aún más desde octubre. En las carreteras que conducen a muchos pueblos han puesto barreras metálicas de color naranja, que se abren o cierran a capricho de los ocupantes. Esas barreras no afectan a los colonos, que tienen su propia red de carreteras, y recuerdan a la segunda Intifada de hace veinte años. 

La ironía, en el caso de Deir Dibwan y Burqa, es que los residentes esperaban firmemente una mejora de su situación. Al menos eso es lo que les prometió Antony Blinken, secretario de Estado americano, cuando vino a visitar a sus conciudadanos en febrero de 2023: iba a pedir a las autoridades israelíes que calmaran a los colonos locales, que volvieran a abrir una de las carreteras cerradas desde hacía veinte años, la más rápida hacia Ramala, y que permitieran a los ciudadanos estadounidenses que viven en Cisjordania utilizar el aeropuerto de Tel Aviv en lugar de tener que ir hasta Ammán, en Jordania, para coger un avión. 

Por supuesto, no tienen noticias de Antony Blinken, y no esperan nada más de la administración Biden, que ha mostrado un ferviente apoyo a Israel desde el 7 de octubre. De hecho, el 10 de junio, la salida de Deir Dibwan hacia Ramala estaba bloqueada por varios jeeps israelíes y caballos de Frisia en la carretera. Se tardó una hora y cuarto en atravesar el bloqueo y una hora más para llegar a la capital administrativa. 

El arma de la detención administrativa

Fue en un puesto de control como ése donde fue detenida el 17 de enero de 2024 la abogada Diala Ayesh. Desde entonces se encuentra en detención administrativa, un procedimiento heredado del mandato británico, que permite a las autoridades israelíes detener a una persona sin juicio durante seis meses, renovables indefinidamente. Los cargos sólo los conoce el fiscal militar y no se comunican al detenido ni a su abogado. 

La detención administrativa, que puede afectar a cualquiera y que niega al detenido toda defensa y toda perspectiva de liberación, es un temible medio de presión sobre la sociedad palestina y sus miembros más activos. 

Diala Ayesh no sabe de qué se le acusa. Pero durante una comparecencia ante el fiscal militar el 16 de mayo, a la que asistió su abogado, describió las condiciones de su arresto y detención como especialmente duras. Fue maltratada por personal militar femenino y desnudada en una habitación equipada con cámaras. Encerrada con otras palestinas en la prisión de Damon, ella y sus compañeras están privadas de todo contacto con el mundo exterior, de intimidad durante las escasas duchas, de alimentos en cantidad y calidad suficientes y de productos de higiene. La ropa de cama no se cambia nunca. 

“Evidentemente, no es un caso aislado", explica su colega Thaher Saaideh, de Lawyers for Justice. Desde el inicio de la guerra contra Gaza el pasado octubre, los israelíes han llevado a cabo una campaña de detenciones masivas en Cisjordania. Están en el punto de mira activistas de derechos humanos, líderes de opinión, personas influyentes y periodistas. Muchos acaban en detención administrativa". 

"Calculamos que después del 7 de octubre han sido detenidas más de 10.000 personas en Cisjordania. Algunos han sido puestos en libertad, pero en la actualidad hay 9.200 en la cárcel, más de un tercio de los cuales en detención administrativa", afirma Jenna Abuhasna, de la organización de apoyo a los presos palestinos Al-Dameer. “Se trata de una campaña de venganza colectiva"

Muchas de las personas detenidas después del 7 de octubre ya habían estado en cárceles israelíes y habían sido liberadas. Houla*, por ejemplo, fue encarcelada por primera vez en octubre de 2020, juzgada por activismo estudiantil, puesta en libertad tras veintiún meses de prisión y detenida por segunda vez en octubre de 2023, esta vez en detención administrativa, para finalmente ser incluida en el intercambio de presos acordado en el alto el fuego temporal del 24 de noviembre de 2023. 

Omar Assaf, de 73 años, ex dirigente del partido marxista Frente Democrático para la Liberación de Palestina (FDLP), entró y salió de prisión entre 1978 y 1995, de los cuales siete años y medio de detención administrativa, y nunca ha sido detenido desde 1995. Al menos por los israelíes, porque también fue encarcelado por la Autoridad Palestina tras encabezar una huelga de profesores.

 

Incluso más que antes del 7 de octubre, los israelíes quieren hacernos abandonar nuestro objetivo nacional, que es tener un Estado

Qaddoura Fares, presidente del Comité de Presos

 

Encarcelado en detención administrativa en octubre de 2023 y liberado el 22 de abril de 2024, cuenta su experiencia con cierta ironía: "Antes y después del 7 de octubre, es como la noche y el día. Antes, los soldados israelíes incluso llamaban al timbre cuando venían a detenerte. Ahora lo destrozan todo, te revientan las puertas con explosivos, lo han hecho con la de mi hijo, que vive justo al lado. Aterrorizaron a su mujer y a sus hijos, los encerraron en una habitación, lo sacaron a rastras con violencia y lo esposaron, ¡y era a mí a quien venían a detener!” 

Omar Assaf, esposado y con los ojos vendados fue llevado en un vehículo a un centro de interrogatorios cerca de Belén. “Vi escenas atroces, gente con las costillas rotas por los golpes, otra llena de excrementos", cuenta. “En cuanto a mí, me trasladaron a la prisión de Ofer [en Cisjordania ocupada, cerca de Jerusalén - ndr]. Recibí la orden de detención administrativa tras una semana de encarcelamiento. Llegué a la conclusión de que ni siquiera sabían por qué me habían detenido". 

El ex profesor de árabe recupera el sentido del humor cuando habla de su comparecencia ante el fiscal militar: "Al principio me acusó de ser dirigente de Hamás, pero luego se dio cuenta de que no encajaba con mi currículum y mis actividades militantes. Así que cambiaron los cargos y me convirtieron en dirigente de un movimiento juvenil. Pero les dije: "¡Que tengo 73 años! Finalmente, me culparon por un post en las redes sociales en el que decía que una alianza entre Arabia Saudí e Israel sería una traición a los palestinos...". 

Las condiciones de detención, descritas ya muchas veces, no son cosa de risa. La descripción de Omar Assaf a Mediapart ha sido documentada por organizaciones de derechos humanos: palizas a los detenidos varias veces al día por parte de unidades penitenciarias conocidas por su violencia, uso de perros de ataque en celdas superpobladas, falta de medicinas y alimentación insuficiente. 

“Incluso más que antes del 7 de octubre, los israelíes quieren hacernos abandonar nuestro objetivo nacional, que es tener un Estado", afirma Qaddoura Fares, director del comité encargado de los asuntos de los presos y ex detenidos. “Es una vieja ambición de Bibi Netanyahu persuadirnos de que nos contentemos con el bienestar económico y dejemos de lado nuestra aspiración a la libertad. Hoy, han decidido utilizar la brutalidad extrema.” 

El hombre que ha sido líder de un grupo armado afiliado a Fatah, el partido de Yaser Arafat, preso durante trece años, diputado y ministro, sirve otra taza de café negro y fuerte y concluye: "Han vuelto a olvidar el soumoud"

Pero esa cualidad de la que se enorgullecen los palestinos, el soumoud, mezcla de tenacidad y resistencia, está siendo puesta a prueba estos días. Y las opulentas casas de los americanos en Deir Dibwan y Burqa permanecerán vacías este verano.

  

Caja negra

*Los nombres de pila han sido cambiados.

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Traducción de Miguel López

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