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Jean-Luc Mélenchon: "Europa se enfrenta a una catástrofe"

Mélenchon, durante un mitin.

Jean-Luc Mélenchon quiere multiplicar las alianzas. El pasado lunes día 2, el líder de Francia Insumisa viajaba a Madrid para impartir una conferencia y luego dar un mitin junto a Pablo Iglesias, de Podemos. Días antes, el 27 de junio, se había reunido en Bruselas con los líderes de los partidos de izquierda finlandeses, suecos y daneses en el Parlamento Europeo con el fin de dar mayor amplitud al movimiento "Y ahora el pueblo", fundado el 12 de abril con Catarina Martins, directora del Bloco portugués, y Pablo Iglesias.

El 29 de mayo, también en Bruselas, el diputado de Marsella celebraba el 13º aniversario de la victoria del no en el referéndum sobre el Tratado constitucional europeo junto a otros políticos de Italia, Alemania, Portugal, España y Grecia. El 9 de mayo volaba a Rusia para apoyar al líder de la izquierda rusa Sergei Udaltsov. En julio, tiene previsto desplazarse a México y después al Magreb. En otoño, estará en Norteamérica donde visitará a Gabriel Nadeau-Dubois, el exportavoz estudiantil convertido en la encarnación de la renovación de la izquierda de Quebec...

A un año de las elecciones europeas, el líder de Francia Insumisa afina su estrategia internacional. Lo repetía este lunes por la mañana en una rueda de prensa, en español, junto a Pablo Iglesias, su socio europeo más cercano: la estrategia de la alianza europea es la piedra angular de una alianza globalizada. A largo plazo, cuenta con que vea la luz un “club”, un lugar donde puedan reunirse los representantes de la alternativa al neoliberalismo.

El fin de semana pasado, Jean-Luc Mélenchon recibía a Mediapart –socio editorial de infoLibre– en su despacho de la Asamblea Nacional para hacer balance de los acontecimientos políticos de Europa y el extranjero. En esta entrevista aborda ampliamente su estrategia de co-construcción, una fuerza globalizada para hacer frente a un liberalismo que considera mortal, pero también se refiere a su posicionamiento relativo a los migrantes varados en el Mediterráneo o a las elecciones del pasado domingo día 1 en México donde, por primera vez, se impuso la izquierda.

P: A un año de los comicios europeos, acaba de ampliar la coalición, con Podemos y el Bloco portugués, a partidos del norte de Europa (la Alianza Rojo-Verde, de Dinamarca; el Partido de Izquierdas, en Suecia, y la Alianza de Izquierda, de Finlandia). ¿Cuál es el significado político de esta iniciativa?

R: Es indispensable para la Historia. Estamos en una fase en la que las políticas liberales han producido un monstruo; en Europa, la mayor parte de la réplica a las políticas neoliberales procede en estos momentos de la ultraderecha, a diferencia de lo que sucede en América Latina, donde la fuerza del volcán se ha puesto de nuestro lado. En la Europa actual, los parásitos se encuentran en todas partes. Sin ir más lejos, en Francia, Le Pen obtuvo 10 millones de votos en las elecciones presidenciales y mejoró su resultado entre las dos vueltas... Los Republicanos y, en algunos aspectos, Macron van a la zaga.

P: Italia tiene un gobierno de extrema derecha, como Hungría o Austria...

R: ¡Y Polonia! El problema es que la emergencia de la ultraderecha está directamente relacionada con las políticas socialmente destructivas de los liberales y al maquiavelismo de los eurólatras con su chantaje permanente: "O nosotros o la extrema derecha”. Sin mencionar la ausencia de una alternativa política humanista creíble en todos los países. Por eso defiendo este "nuevo humanismo", es decir, por resumirlo mucho, la vocación de los seres humanos de integrarse armoniosamente en la sociedad a través de la igualdad, y con la naturaleza y los animales a través de la ecología. Este interés humano general es el que hay que oponer a los racistas y a los productivistas. La izquierda, en Francia, se ha suicidado. Nos corresponde a nosotros [a Francia Insumisa] avanzar, no tenemos elección, es nuestra responsabilidad histórica. Este polo humanista debe existir en Europa a toda costa. Y está todo por hacer. Cuando pienso en Italia, me acuerdo de la imaginación, de la inventiva, las raíces del Partido Comunista Italiano. Todo esto quedó destruido de manera asombrosa. Por lo tanto, tenemos que recuperarnos a toda velocidad, allí y en muchos países. De ahí esta coalición, a escala europea, que sienta las bases para un nuevo punto de encuentro.

P: ¿Cómo pretende liderar esta "batalla cultural", cuando es la extrema derecha la que tiene los vientos favorables?

R: Es cierto que progresamos en condiciones espantosas. Nuestro adversario no es sólo ideológico, sino antropológico, sociológico. En todas partes, el liberalismo ha extendido el veneno del fin de la solidaridad, de la rivalidad de todos contra todos, del hábito a la precariedad y al sufrimiento de los vivos... Por lo tanto, debemos enfrentarnos a este mundo como un todo porque socava las bases fundamentales de lo que somos y de la civilización humana amenazada de extinción. Desde el principio, soy consciente de que se trata de un desafío trágico. Europa se enfrenta a una catástrofe de primer orden y nada parece poder evitarlo. Por lo tanto, el nuevo humanismo necesita ganar rápidamente en al menos un país. El nuestro encendería un fuego global. Pero debemos dar esta batalla, sabiendo que la sociedad que nos interesa, el famoso "99%", no es una masa homogénea.

P: ¿Qué quiere decir?

R: Por supuesto, debemos movilizar a las clases trabajadoras, pero no tenemos que olvidar o rechazar a las clases medias altas sabedoras. Pero éstas odian los decibelios, mientras que el centro de nuestra estrategia es el conflicto, porque sin conflicto, no hay conciencia. Sin embargo, debemos ir a buscar a estos pequeños caballeros burgueses y apostar por su inteligencia y su cultura. Los necesitamos, a a ingenieros, arquitectos, profesores. Son fundamentales para el futuro y, en particular, para la transición ecológica.

Nuestra lucha sufrió un duro revés hace tres años. Recuerdo muy bien cómo celebramos el no de los griegos al referéndum [sobre si aceptar o no el plan de austeridad de la Troika]. Para nosotros, el escenario latino estaba en marcha: finalmente la cadena se había roto en Europa, un pueblo educado durante cinco meses de batalla política en el poder había resistido. Era el clímax. Ocho días después, cuando Alexis Tsipras anunció que firmaba el acuerdo con la Unión Europea, nuestro plan internacional se vino abajo, asesinado desde dentro. La decisión de Tsipras fue un duro revés, nos dejó estupefactos. Nos dijeron: "La respuesta de Tsipras demuestra que sólo sabéis alardear porque cuando llegáis al poder, os doblegáis”.

P: Tres años después, Alexis Tsipras sigue en el poder y le reprocha a usted que se limite a defender una "postura revolucionaria". En ningún otro país europeo ha ganado la izquierda en las elecciones. ¿Qué le hace pensar que su estrategia europea funcionará esta vez?

R: Tsipras no gobierna. Está ejecutando el plan de la Troika. Su país está arruinado, la deuda es mayor que al principio, las libertades han retrocedido. Sus reproches son, por lo tanto, desde la amargura. No lo necesitamos. Nuestros resultados en las elecciones presidenciales, de casi el 20%, fueron abrumadores. La experiencia del movimiento Francia Insumisa es ahora un modelo, como se puso de manifiesto en la entrevista en este mismo medio con Sahra Wagenknecht. Comienza un nuevo tiempo político.

P: ¡Antes de Francia Insumisa ya existía Podemos!

R: ¡Por supuesto! Fue un modelo en muchos sentidos. Podemos ha pagado el pato de este segundo tiempo movementista de la izquierda radical, como se nos llama en ocasiones, aunque a mí no me gusta esa palabra. Nuestra campaña presidencial ha permitido ir todavía más lejos en los planos teórico y práctico. Se nos observa desde todas partes del mundo. Estamos muy lejos de la época en la que se nos consideraba intransigentes, reunidos en torno a un tipo bastante extraño que no quiere hablar con nadie, en resumen, todo eso que todavía oímos en Francia y que se estaba extendiendo por todas partes. Hemos demostrado que podemos ir más allá de los socialdemócratas, en la proporción de uno a tres, algo inédito en Europa, si no contamos a Grecia. Y este resultado nos ha hecho lo suficientemente fuertes como para construir un diálogo fructífero con Podemos y el Bloco.

P: ¿Pero no se queda obsoleto? El Plan B, la posibilidad de dejar la Unión Europea en caso de desacuerdo, todo ello fue una respuesta política a la crisis griega y a la falta de esperanza de parte de la izquierda...

R: Es cierto que desde la creación del Foro del Plan B se han producido muchos cambios: la socialdemocracia ha sido derrotada en Francia; el corazón de la socialdemocracia europea, el SPD alemán, está viniéndose abajo después de haber optado por reconstruir una coalición con Angela Merkel; en el norte de Europa, la socialdemocracia está harta de su incapacidad para tener un socio independiente de las finanzas mundiales y de la presión alemana.

Al mismo tiempo, la integración europea ha llegado a un punto muerto irreversible. Primero porque hasta ahora todo se había basado en el hecho de que Francia y Alemania eran interdependientes. Hoy en día, la mitad del comercio exterior de Alemania es con China. En cuanto a Emmanuel Macron, no ha dado ninguna respuesta a la crisis europea. Diez países de Europa del Norte y del Este han unido sus fuerzas en contra de sus propuestas. No tiene autoridad sobre Europa del Este. El hacer suyas ideas del PS sobre los presupuestos y el Parlamento de la eurozona murió en manos de Angela Merkel. Glifosatos, trabajadores desplazados, pacto social europeo... ¡se lo perdió todo! En resumidas cuentas, estamos asistiendo al hundimiento moral de la Unión Europea: la cuestión de la migración. Después de haber permitido que se desarrollara una guerra económica entre países de la propia UE, después de haber optado por convertirnos en una Europa de la defensa y, por tanto, de la guerra, Europa acaba dejando morir a personas en el Mediterráneo, que también son refugiados de sus guerras y de su política económica. Este hundimiento moral es al menos tan importante como la dislocación económica y el hundimiento de la idea de una Europa de paz.

  “Nuestro futuro está en el Mediterráneo”

P: En cuanto a la cuestión migratoria, en el momento de la crisis del Aquarius, usted firmó una declaración de los diputados de Francia Insumisa y denunció la postura de Francia. Sin embargo, no hizo ningún comentario en su blog, donde viene presentando las noticias políticas que considera más destacadas. ¿Por qué esta decisión de no entrar en el debate?Aquarius

R: Le remito al minuto de silencio de mi mitin de Marsella [durante la campaña de las presidenciales de 2017], a nuestras intervenciones sobre la ley de asilo de inmigración, a nuestras visitas a los campos de internamiento, a nuestro apoyo inquebrantable a los que han participado en el combate, a mis apariciones en los medios de comunicación y a mi reseña de la semana, publicada anteayer sobre el tema. Entrar en ese debate, sí, pero dejarse atrapar por la derecha y la extrema derecha, no. Es la derecha y la extrema derecha quienes quieren hacer de esta cuestión el alfa y el omega del debate político. ¿Qué más quiere decir, salvo que hay que hacer todo lo posible para garantizar que las personas no abandonen sus hogares y que, cuando están allí, deben ser acogidas y atendidas con dignidad? Llevo tres años repitiéndolo. Las advertencias de añadir más son totalmente contraproducentes.

P: ¿Qué significa para usted "ocuparse"? ¿Está a favor, por ejemplo, de las regularizaciones masivas?

R: Hay mucha gente a la que regularizar. Especialmente a los asalariados indocumentados. Y aquellos que han obtenido el derecho al asilo. Y a los refugiados económicos de las guerras y las políticas comerciales de la Unión Europea. Pero quiero decir con la misma claridad que nunca he estado a favor de la libertad de establecimiento, una idea que históricamente no ha partido de nuestras filas. Mi opinión personal es bastante tradicional en nuestra familia ideológica. Jaurès demostró claramente que la mano de obra barata importada se utilizaba en contra de los logros sociales y por qué era necesario garantizar los mismos derechos a todos los trabajadores. Por otra parte, no podemos imaginar un "proteccionismo solidario", tal como está previsto en nuestro programa, sin fronteras. Las fronteras son, en mi opinión, puntos de apoyo para nuestro proyecto. Soy internacionalista y altermundialista. No librecambista y mundialista.

P: Pero usted habla de "responsabilidad histórica" frente al "hundimiento" de Europa. Para usted, la cuestión migratoria ¿no forma parte de ello? ¿No es usted "responsable" de liderar la batalla cultural sobre este tema?

R: ¡Nunca nos lo perdimos! Pero no debemos dejarnos arrastrar hacia donde la extrema derecha quiere llevarnos. Es decir, si aceptamos un barco, debemos aceptar a todo el mundo. Debemos ir más allá del marco impuesto por la extrema derecha, para que llegue el momento de tender puentes con los países mediterráneos. La verdad es que los franceses estamos más cerca de los tunecinos, marroquíes o argelinos que de los letones o estonios. Nuestro futuro está en el Mediterráneo y en el mundo francófono. La Europa alemana no es nuestro destino.

P: Volviendo a Europa, ¿cuáles son los próximos pasos en la construcción de su coalición?

R: Se están manteniendo dos debates muy profundos. Por un lado, con el PS holandés y el Sinn Féin en Irlanda. Son partidos constituidos, que obtienen más del 10% de los votos en las elecciones. También tenemos contactos en Grecia con el partido de Zoe Konstantopoúlou [antes próxima a Tsipras] y en Italia con Potere al Popolo, Stefano Fassina [exministro del gobierno de Letta, que dejó el Partido Democrático Italiano para fundar la izquierda italiana] e indudablemente con el alcalde de Nápoles.

P: ¿Habla con el líder del Partido Laborista Británico, Jeremy Corbyn?

R: Estamos en contacto, pero con Corbyn prefiero dejar que el polvo se asiente... Quiero verlo claro. El Partido Laborista es miembro de la Internacional Socialista... Y no entiendo por qué el Partido Laborista no puede posicionarse sobre el Brexit.

P: A más largo plazo, prevé también la construcción de un “club mundial”... ¿Qué opina de la victoria de AMLO en México, después de una serie de derrotas de la izquierda en Sudamérica y de la deriva autoritaria de varios países como Venezuela y Ecuador, de los que una vez estuvo próximo?

R: No hay una deriva autoritaria en Venezuela, sino una lucha que Estados Unidos y la extrema derecha local han hecho explosiva. En Ecuador, desapruebo formalmente las políticas de demostración de fuerza judicial de la Presidencia. También condeno la deriva de Colombia contra los acuerdos de paz y la política de asesinatos selectivos. Denuncio la de Brasil contra la izquierda y ahora Lula está preso. La elección de AMLO en México y la presencia de Petro en Colombia, en la segunda vuelta, son una gran noticia. Por supuesto, la "izquierda" socialdemócrata ha luchado en todas partes contra nuestros candidatos. Y nosotros, el pueblo, le hemos vencido. Dijimos que la década democrática y social había terminado y vemos que esto no es cierto. Después de AMLO, Lula será elegido en Brasil y Mauricio Macri expulsado de Argentina. Estamos recuperando el control.

P: ¿Qué piensa del fenómeno Sanders en Estados Unidos?

R: También debemos mirar a Norteamérica. Durante mucho tiempo, he perdido el interés por Estados Unidos. ¡Sólo los veía como el imperio del mal! Fue un error. Con Bernie Sanders tenemos que reunirnos en octubre o noviembre. Obviamente, hay que aclarar algunos puntos para disipar cualquier malentendido –quiero asegurarme, en particular, de que ha entendido que yo quería que Francia abandonase la OTAN–. Pero estamos conectados en el resto, en líneas generales. Hasta entonces, acabamos de presenciar una gran victoria en Nueva York, con la sorprendente victoria en las primarias demócratas de una joven, Alexandria Ocasio-Cortez, apoyada por Sanders, contra un barón del partido. El dégagisme [insumisión] es un fenómeno global, la clave para entender lo que ocurre en todos los países mencionados. Y el eje central de nuestras campañas. Para mí, es la principal palanca de nuestro tiempo, frente a la crisis ecológica y social de la civilización humana.

 

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Traducción: Mariola Moreno

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