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Crisis en la eurozona

Los líderes europeos se dividen entre el ‘grexit’ y un tercer rescate

El presidente francés François Hollande, y la canciller alemana, Ángela Merkel, este lunes durante la rueda de prensa tras su encuentro en el palacio del Elíseo.

Yanis Varoufakis no se anda con rodeos: “Asumiré con orgullo el desprecio de los acreedores”, manifestó este lunes por la mañana el ministro de Finanzas griego al anunciar su dimisión. Las negociaciones entre Atenas y sus acreedores se desarrollarán mejor sin él, quiere pensar, tras ser “informado” de que algunos miembros de la eurozona consideran que ya no es bienvenido en las reuniones de los ministros de Finanzas. “Considero que es mi deber ayudar a Alexis Tsipras a explotar, en la medida que lo considere acertado, el capital que el pueblo griego le otorgó en el referéndum de ayer”.

Desde el inicio de las negociaciones con Alexis Tsipras en febrero, Angela Merkel ha tenido por costumbre decir a los periodistas: “Si existe voluntad, existe un camino”. Con este sencillo lema –que, según se dice, ha tomado prestado a Lenin–, la canciller quería poner de manifiesto su talante. Estaba dispuesta a hacer concesiones a Atenas. Hace diez días, el comisario europeo Pierre Moscovici hizo suya la frase fetiche de Merkel, poco después del anuncio de la convocatoria del referéndum griego. En un guiño respaldado por Berlín, el francés quiso, una vez más, mostrarse conciliador, en uno de los momentos más tensos de las negociaciones.

Pero, al día siguiente de que la ciudadanía griega expresase su rechazo rotundo y sin paliativos a las condiciones establecidas por los acreedores, los homólogos de Alexis Tsipras han recibido una llamada. Por encima del éxito personal incontestable del primer ministro griego, las incógnitas que se abren ahora son múltiples. Se revela necesario replantear toda la estrategia europea con respecto a Grecia, si los dirigentes quieren que Atenas permanezca en la zona euro. Estos son algunos de los eventuales escenarios a la vista:

1. Un no masivo, dirigido a iniciar las negociaciones para un tercer rescateno

Es el escenario con el que sueña Syriza desde el inicio de la campaña relámpago: reabrir las negociaciones lo más pronto posible, a poder ser con los jefes de Estado y de Gobierno, con Atenas en posición de fuerza frente a los acreedores. Tsipras lo repitió el pasado domingo, al término del escrutinio, al referirse a un “mandato para reforzar (su) posición en las negociaciones para buscar una solución viable”.

El primer ministro podrá plantearlo este martes por la tarde, en la reunión de los jefes de Estado y de Gobierno de la Eurozona, convocada en Bruselas por Donald Tusk, presidente del Consejo, a petición de París y Berlín. Precisamente este lunes, Hollande y Merkel celebraron una cena que debía girar en torno a la cuestión griega. La apuesta de Tsipras pasa por que algunos dirigentes europeos acepten ciertas concesiones, especialmente en un asunto clave: el de la reestructuración de la deuda (un fardo que representa a día de hoy el 180% del PIB). “Esta vez, la cuestión de la deuda estará sobre la mesa”, ha avisado Tsipras, que debe hacer frente a una firme oposición por parte de Berlín en esta cuestión.

Técnicamente, ya no se tratará de negociar las condiciones del desbloqueo de la última línea del préstamo con los acreedores (FMI-BCE-Comisión), que expiró la semana pasada. De modo que hará falta volver a poner en marcha un nuevo plan de ayuda, el tercero desde 2010, todavía por definir (y con la participación del FMI en el aire).

Algunos responsables de Bruselas parecen haber recibido el mensaje. Es el caso del italiano Gianni Pittella, líder de los socialdemócratas en el Parlamento, que el domingo por la noche, señalaba: “A partir de mañana, volvemos a abrir las negociaciones desde una base nueva, de solidaridad y de cooperación, teniendo en cuenta la difícil dimensión social de Grecia [...]. Es el momento de que algunos Estados miembros y ministros pongan punto y final a una rigidez inaceptable, al egoísmo nacional y a los juegos políticos nacionales”.

El ministro de Asuntos Extranjeros italiano, Paolo Gentiloni, exhortaba a los líderes europeos a “volver a buscar un acuerdo”. François Hollande, que defendía la continuación de las negociaciones de forma paralela al desarrollo de la campaña electoral la semana pasada, se encuentra en la misma línea, tal y como recogía el diario Journal du dimanche. “Con independencia de que los griegos voten por el  o por el no, seguiré diciendo que Grecia debe permanecer en la zona euro”, según señaló el presidente a personas de su entorno.

El problema radica en que Alexis Tsipras ha contrariado a muchos de sus colegas al sorprenderlos con el anuncio del referéndum cuando las conversaciones todavía no habían concluido. Este aspecto no va a facilitar la reapertura de las conversaciones, congeladas la semana pasada. “Tsipras ha ganado el referéndum en casa, pero ha perdido la credibilidad en el resto de Europa”, juzga el exprimer ministro belga Guy Verhofstadt, líder de los Liberales en Estrasburgo. “A finales de semana, sabremos si Tsipras es un auténtico líder, capaz de aportar soluciones, o un falso profeta, incapaz de aportar un sola idea propia”.

“Alexis Tsipras ha roto en parte los lazos de confianza que le unían a sus socios europeos”, señala por su parte Manfred Weber, al frente del PPE (derecha), el primer grupo político en el Parlamento Europeo. En su opinión, “Grecia se encuentra ahora en una situación muy delicada”. “Si vence el no, será muy difícil para Grecia”, había pronosticado Jeron Djisselbloem, el socialdemócrata neerlandés que preside el Eurogrupo. El domingo por la noche, el mismo Djisselbloem se mostraba aún más tajante. “Es un resultado muy lamentable para Grecia. Si se quiere relanzar la economía es inevitable instaurar medidas y reformas difíciles”.

Sobre el papel, numerosos observadores no ven cómo pueden evolucionar las líneas rojas establecidas por los Estados miembros durante las negociaciones (especialmente en lo que concierne a la reestructuración de la deuda) tras el referéndum del domingo. Sobre todo porque algunos países, entre ellos Alemania, Países Bajos o Austria (aunque no Francia) también tienen que tener en cuenta a sus representantes nacionales: han previsto celebrar una consulta sobre el hipotético plan de ayuda a Grecia, en sus respectivos Parlamentos nacionales.

La empresa se anuncia tan delicada que Jean-Claude Juncker, el presidente de la Comisión, encargado de engrasar los engranajes de las negociaciones, acaba de recibir una importante bofetada política. El lunes antes del referéndum, comenzó a hacer campaña abierta por el sí, en contra de Alexis Tsipras. ¿Cómo va a adquirir ahora un papel central en el proceso? Habrá que esperar a la cumbre de este martes para obtener la respuesta. El domingo por la noche, la Comisión se limitó a “tomar nota” y a “respetar” los resultados del referéndum...

2. ¿Un paso más hacia el 'Grexit'?

Se trata de un escenario que rechaza sistemáticamente Alexis Tsipras, que no ha dejado de explicar a los griegos que un no al referéndum no significaba la salidad de la zona euro. Está convencido de que es posible que su país quiebre, permaneciendo en la eurozona. Pero su opinión no logra concitar unanimidad, y la degradación de la zona euro –y de los bancos, en particular– puede acelerar las cosas. Numerosos halcones en torno a la mesa de negociaciones solo esperan eso: excluir, más o menos rápidamente, a Grecia de la zona euro, lo que permitiría, en opinión de ellos, reforzar la solidez de una zona euro de 18.

Como era de prever, el ministro de Finanzas eslovaco, Peter Kazimir, uno de los fervientes adversarios de Syriza en las discusiones, apuntó el domingo por la noche que el Grexit era ahora un “escenario realista”. Sigmar Gabriel, ministro de Economía alemán, señalaba por su parte en una entrevista publicada este lunes por Tagesspiegel, que Alexis Tsipras ha “cortado los últimos puentes que podrían haber permitido a Grecia y a Europa avancer hacia un compromiso”. Y esta figura del SPD alemán insiste: “Si se rechazan las reglas de la zona euro [...] es poco concebible que se negocie de forma paralela un programa de varios miles de millones de euros”.

Los tiempos en que Mario Draghi, el responsable del Banco Central Europeo, juzgaba "irreversible” la pertenencia al euro parecen lejanos. Benoît Cœuré, miembro de la ejecutiva del BCE, explicaba la semana pasada al diario Les Échos que “la salida de Grecia de la zona euro, que era teórica, ya no se puede descartar, desgraciadamente”. Los tratados no prevén que un país salga de la zona euro, pero sí de la UE (artículo 50artículo 50del Tratado de la Unión Europea).

Sin perspectiva de que esta semana se vaya a alcanzar un acuerdo, las cosas pueden ir muy deprisa. Los próximos vencimientos de Atenas son en torno al 20 de julio, al BCE. Atenas ya ha efectuado un impago, al FMI, el pasado 1 de julio. Y otro de los aspectos clave de los próximos días pasa por conocer si se mantiene el apoyo del BCE a los bancos griegos, para evitar que quiebren, aunque patinen las negociaciones. ¿Y si quiebran los bancos? Toda una incógnita. Como ocurrió en Buenos Aires a principios de siglo, que emitió patacones en lugar de pesos, Atenas podría emitir una moneda paralela, que podría indexarse al euro. Pero, ¿puede permanecerse en la zona euro en estas condiciones? Nadie lo sabe.

Para otros, como es el caso de los tories de David Cameron –que también preparan un referéndum sobre la UE para el próximo año–, Atenas debe decidir ella misma dejar la zona euro. “El callejón sin salida es tal, que la devaluación y el desacoplamiento (de las economías de la zona euro y de la de Grecia) son quizás la opción a largo plazo”, explicaba el domingo sin rodeos Syed Kamall, un eurodiputado británico al frente del grupo ECR (que incluye a los tories de Cameron). “Espero que la UE no reaccione castigando a los griegos por su respuesta democrática”, prosigue.

3. ¿Riesgo de contagio?

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Es una cuestión que puede repetirse durante todo el verano. ¿La zona euro está preparada para encajar el golpe de un Grexit?Grexit Según el relato oficial en vigor en Bruselas, sí, absolutamente. La crisis de 2010 pasó por ahí y la unión monetaria se ha reforzado y ha puesto en marcha “cortafuegos”. “La zona euro ahora está financiera y económicamente inmunizada de una quiebra que sería la continuación más difícil para ellos”, aseguraba el excomisario europeo Pascal Lamy en un entrevista a Challenges.

Pero ya se han dejado oír voces discordantes y el asunto no parece tener una solución fácil. Así, uno de los inventores de la teoría de la regulación, Robert Boyer, alertaba el miércoles en Libération: "¡Prudencia! Un impago abriría un periodo de incertidumbre mayor porque se va a desplegar nuevos comportamientos estratégicos que impliquen un multitud de actores y escapan a la previsión totalmente. Hasta el punto de poder conducir a una configuración en la que todos son perdedores, cuando cada uno de ellos se creía ganador. Del mismo modo que del caos no surge necesariamente el orden, como se puso de manifiesto en la historia de entreguerras”. Por su parte, François Heribourg, consejero de la Fundación para la Investigación Estratégica, confiaba recientemente a Le Monde: “Todo el mundo no está basado en el modelo alemán, me da mucho miedo”.

________________Traducción: Mariola Moreno

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