Las vidas negras importan... o no: el movimiento pierde fuerza cinco años después del asesinato George Floyd

Marine Turchi (Mediapart)

Su muerte durante su detención por la policía en 2020 fue el detonante en Estados Unidos de una toma de conciencia nacional sobre la cuestión racial. El domingo 25 de mayo, el país conmemoró la muerte del afroamericano George Floyd, asesinado hace cinco años por Derek Chauvin, un policía blanco, en Minneapolis (Minnesota). El policía fue condenado por asesinato a más de veintiún años de prisión en 2022.

La ceremonia conmemorativa se celebró en la plaza George Floyd, en el lugar donde este hombre de 46 años fue asfixiado por el policía, que le asfixió con la rodilla en el cuello durante un violento arresto. Los nueve minutos y veintinueve segundos grabados en vídeo dieron la vuelta al mundo.

El viernes anterior por la tarde, los familiares de George Floyd y otras cincuenta personas guardaron un minuto de silencio en la plaza cubierta de obras de arte con lemas de protesta, entre ellas un mural morado en el que se podía leer “Has cambiado el mundo, George”, a cuyos pies se depositaron rosas amarillas.

Ese asesinato dio una nueva dimensión al movimiento Black Lives Matter (BLM, Las vidas de los negros importan), nacido en 2014 tras la absolución de George Zimmerman por la muerte a tiros del joven negro Trayvon Martin y las muertes de Michael Brown y Eric Garner, ambos asesinados por la policía. El movimiento, que quería abordar de una vez por todas las cuestiones del racismo, la violencia policial y las desigualdades sistémicas, se convirtió en pocos días, tras la muerte de Floyd, en un eslogan universal, el MeToo del antirracismo.

En tres días se publicaron más de ocho millones de tuits con la etiqueta #BlackLivesMatter. Medio millón de personas se reunieron en unas 550 localidades de todo Estados Unidos. En las semanas siguientes, entre 15 y 26 millones de personas participaron en manifestaciones o expresaron su apoyo, incluidas personalidades republicanas como Mitt Romney, candidato a la presidencia en 2012, o Nikki Haley, primera embajadora de Trump en la ONU.

En Washington, en el exterior de la Casa Blanca fueron pintadas en el suelo las palabras BlackLivesMatter con enormes letras amarillas, cuando Donald Trump terminaba entonces su primer mandato. La alcaldesa demócrata de la ciudad, Muriel Bowser, rebautizó el lugar como Black Lives Matter Plaza NW. En California, en Sacramento, frente al Capitolio, o en Oakland, en tres manzanas enteras del centro de la ciudad, también se pintaron las letras BLM. Fue probablemente el mayor movimiento social de la historia de Estados Unidos.

El Washington Post recuerda que la muerte de Floyd se produjo en un momento en que gran parte del país aún se encontraba confinado debido a la pandemia del covid. A los negros, hispanos e indios nativos les afectaba el virus de forma desproporcionada, y la gente, atrapada en sus casas, se veía inundada de imágenes de vídeo que mostraban a Floyd asesinado a plena luz del día por un policía. “Ahí se juntaban todos los ingredientes: violencia espectacular, un público atento y activistas dispuestos a movilizar a la gente”, escribe Hakeem Jefferson, profesor adjunto de ciencias políticas en la Universidad de Stanford, en el diario estadounidense.

Pero cinco años después, a pesar de que la violencia policial a nivel nacional no ha dejado de aumentar, el movimiento parece estar retrocediendo. Como símbolo de ello, en Washington ha desaparecido la plaza Black Lives Matter. Por presión de la administración Trump, en marzo se cubrieron con asfalto las grandes letras amarillas.

La reacción contra el segundo mandato de Trump

El contexto ha cambiado. De vuelta a la Casa Blanca desde enero, Donald Trump está deshaciendo todas las reformas destinadas a luchar contra el racismo. Desde las primeras horas de su segundo mandato, el presidente americano ha lanzado una campaña para desmantelar las políticas de diversidad, equidad e inclusión (DEI), incluidas las que se implantaron como respuesta a la muerte de Floyd.

Su gobierno ha suprimido las investigaciones sobre derechos civiles y ha frenado las iniciativas de contratación en favor de la diversidad, como recuerda la AFP. El 21 de mayo, el ministerio de Justicia anunció el archivo de las acciones judiciales contra las policías de Minneapolis y Louisville, acusadas de violencia tras las muertes de afroamericanos que conmocionaron al país en 2020. Y, como símbolo, los aliados más extremistas del presidente le han sugerido que indulte a Derek Chauvin.

“El retroceso actual parece rápido y brutal”, señala el New York Times: “Hace cinco años, republicanos y demócratas se manifestaban juntos para denunciar la violencia policial y proclamar que las vidas negras importan. Hoy, Donald Trump, un presidente que ha promovido durante mucho tiempo el resentimiento blanco, marca la pauta del discurso racial”.

Algunos observadores consideran que la reelección de Trump es en parte una reacción al activismo del BLM, cuyas manifestaciones degeneraron en disturbios en algunas ciudades. De hecho, los conservadores americanos ven en las políticas del presidente una corrección necesaria frente a la violencia en las calles y a las directrices que consideran paralizantes para las fuerzas del orden. “La administración Trump está decidida a detener la delincuencia, hacer respetar la ley, proteger a las comunidades y apoyar a las fuerzas del orden a todos los niveles”, declaró Harrison Fields, portavoz de la Casa Blanca.

El declive de Black Lives Matter

La popularidad de Black Lives Matter ha caído en picado. Aunque una ligera mayoría del público sigue apoyándolo, el movimiento ya no cuenta con el fuerte respaldo que lo impulsó en 2020, y su balance sigue atenuado.

“La gente realmente creía que esas manifestaciones masivas, esas protestas multiculturales a gran escala, iban a ser transformadoras en la lucha por la justicia racial”, explica al Washington Post el profesor Hakeem Jefferson. “Lo han sido, pero no de la forma que la gente esperaba”, opina Jefferson, que cuenta que, tras el punto álgido de las grandes manifestaciones de 2020 —que Trump amenazó con reprimir enviando al ejército—, “el apoyo se derrumbó”.

Este mes, el Pew Research Center reveló que el 72 % de los estadounidenses cree que la mayor atención prestada a las desigualdades raciales desde la muerte de George Floyd no ha mejorado la vida de los negros.

“La revolución antirracista se ha ralentizado, pero nunca se pensó que avanzaría sin obstáculos”, analiza en el New York Times Ibram X. Kendi, promotor del concepto “antirracista”. Desde que fundó en 2020 el Centro de Investigación Antirracista de la Universidad de Boston gracias a 55 millones de dólares en donaciones, ha visto disminuir su notoriedad académica. Por su parte, el profesor Hakeem Jefferson está en una “lista de vigilancia” de la extrema derecha por haber enseñado y estudiado cómo la raza y la identidad moldean los comportamientos y las actitudes políticas.

Tras la muerte de Floyd, la Black Lives Matter Foundation Inc. recaudó 79,6 millones de dólares en 2021. Al año siguiente, esta cifra se redujo a unos 8,5 millones. En 2023, los ingresos fueron de unos 4,7 millones, frente a unos gastos de 10,8 millones, según ProPublica. Han circulado acusaciones de mala gestión, lo que ha empañado la imagen del movimiento.

Resistencia política

Pero en la prensa americana, historiadores y politólogos señalan que los movimientos sociales y la política racial en Estados Unidos siempre han sido cíclicos, con avances y reacciones hostiles. Por ejemplo, el triunfo del abolicionismo fue seguido por el auge del grupo supremacista blanco Ku Klux Klan (KKK) y por el fin de la Reconstrucción (el período de recreación jurídica, política y social que siguió a la guerra civil en Estados Unidos). Las marchas por los derechos civiles se disiparon cuando el republicano Richard Nixon y su mayoría llegaron al poder.

Pero esos avances nunca se anularon por completo. Así, a pesar de la violencia y el terror utilizados por los Estados sureños para reprimir la plena ciudadanía de los negros tras el periodo de la Reconstrucción, la esclavitud nunca llego a restablecerse.

Para Steven Hahn, profesor de historia en la Universidad de Nueva York, el activismo negro es parte integrante del activismo americano, aunque algunos aliados blancos se hayan alejado ahora de él: “No habría democracia en este país, o al menos no una democracia sólida, sin los negros y sus luchas. Son ellos los que más se han comprometido con una democracia auténtica, que no se base en excepciones y exclusiones”, escribe en el New York Times.

Otro elemento es que el movimiento de reforma policial desencadenado por el asesinato de George Floyd ha dejado huellas duraderas: muchos cuerpos policiales siguen exigiendo que los agentes lleven cámaras corporales; en algunas regiones están ahora prohibidas las órdenes de entrada sin previo aviso y se ha reforzado la recopilación de datos sobre la violencia policial.

Por último, los esfuerzos de Donald Trump por erradicar las políticas de diversidad, equidad e inclusión están empezando a suscitar una resistencia popular cada vez mayor, observa el New York Times.

Por su parte, los familiares de George Floyd declararon a la AFP que quieren que la gente siga presionando para que se lleven a cabo reformas a pesar del clima político hostil. “No necesitamos un decreto que nos diga que las vidas negras importan”, afirmó su tía Angela Harrelson, que llevaba una camiseta con la cara de Floyd.

Cada año, desde la muerte de George, se organizan conmemoraciones. El lema de este año (“El pueblo ha hablado”) fue sugerido por el nieto de Nelson Mandela, Nkosi, cuando visitó el lugar. Un lema que pretende reflejar cinco años de protestas, explicó a la AFP la tía de Floyd, añadiendo: “Aunque sea agotador, seguimos”.

Respetar el legado de Floyd era una forma de resistencia política, explicó Jill Foster, médica de Minneapolis, durante el homenaje del viernes: “Donald Trump y su gobierno están intentando reescribirlo todo y se está creando una nueva realidad. Debemos perpetuar la memoria y seguir difundiendo la información”.

George Floyd ayudará a salvar el mundo que le rodeaba

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“Es maravilloso ver a toda la gente venir a celebrarlo”, dice Courteney Ross, que era novia de Floyd en el momento de su muerte. “Se ve una unidad poco común en este país últimamente, y la gente conmemora a un hombre que, ya sabes, dio su vida por nosotros”.

 

Traducción de Miguel López

Su muerte durante su detención por la policía en 2020 fue el detonante en Estados Unidos de una toma de conciencia nacional sobre la cuestión racial. El domingo 25 de mayo, el país conmemoró la muerte del afroamericano George Floyd, asesinado hace cinco años por Derek Chauvin, un policía blanco, en Minneapolis (Minnesota). El policía fue condenado por asesinato a más de veintiún años de prisión en 2022.

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