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La prohibición de las corridas de toros, un debate plagado de cornadas en Francia

Imagen de archivo de un toro durante una corrida.

Ellen Salvi (Mediapart)

Las palabras utilizadas indican por sí solas la dificultad si no la imposibilidad de entablar un debate sereno sobre el tema. Rápidamente aparecen palabras como "barbarie", "abominación", "intolerancia", "perversidad", "autoritarismo" y "oscurantismo". Algunos también hablan de "amenazas" recibidas, otros de "presiones". Varias personas contactadas por Mediapart (socio editorial de infoLibre) han renunciado incluso a pronunciarse. Demasiado doloroso, demasiado peligroso.

El fenómeno no es nuevo ni mucho menos: las corridas de toros siempre han despertado fuertes pasiones, acentuadas a lo largo de los años y creando una brecha cada vez mayor entre defensores y detractores. Como muestra basta observar cómo se ha abordado el tema en las últimas semanas gracias a un proyecto de ley del diputado de La France insoumise (LFI) Aymeric Caron, que pretende su abolición. El debate, inicialmente previsto para el 24 de noviembre, ha sido finalmente aplazado sine die.

Tanto en comisión en la Asamblea Nacional donde fue rechazadocomo en televisión donde rara vez se entra en matices, el texto ha puesto de manifiesto profundas divergencias, sobre todo en el seno de la Nueva Unión Popular Ecologista y Social (Nupes). La mayoría de los diputados ecologistas y “insumisos” la apoyaron, a diferencia de sus colegas socialistas y comunistas. Para Aymeric Caron, "la democracia ha sido ultrajada" bajo el peso de "cálculos bastante mezquinos".

Pero para otros, sobre todo de las famosas regiones taurinas, la historia es bien distinta. Tanto si son aficionados como si pasan totalmente de la tauromaquia, muchos lamentan la "brutalidad" del debate de este otoño, las "caricaturas" que lo acompañaron y sus inevitables consecuencias políticas. "Es difícil soportar que nos llamen bárbaros y perversos", subraya el comunista Vincent Bouget, concejal de Nîmes y consejero departamental del Gard.

Este representante habla de la tauromaquia como de una "religión". "Es un acto sagrado", dice Marion Mazauric, fundadora de la editorial Au diable vauvert, "votante de LFI desde la llegada de Mélenchon, pero después de eso (el apoyo al texto de Aymeric Caron), se acabó". Un tema "difícil de explicar", reconoce Martine Bisauta. "¿Cómo se puede explicar racionalmente lo que no es racional?", se pregunta la Vicepresidenta de la Comunidad de Aglomeración del País Vasco, responsable de la transición ecológica y energética. “Es algo que se vive.”

Entre la fascinación y la repulsa

Los aficionados entrevistados por Mediapart señalan que no son unos fanáticos. Varios de ellos dicen incluso que entienden que las imágenes de toros ensangrentados puedan escandalizar, pero que les gustaría, sin embargo, poder expresar su punto de vista sin ser insultados. "Las personas que van a la plaza de toros no son ni salvajes ni verdugos", insiste Martine Bisauta, que pasó veinte años sin ir, antes de dejarse "atrapar". "Uno vive con sus contradicciones...", confiesa esta representante.

De Picasso a Michel Leiris, muchos artistas y escritores se han sentido fascinados por la tauromaquia y su expresión codificada. Un "argumento de autoridad" que no satisface ni a Aymeric Caron  "Porque un artista sea reconocido por su talento para la pintura o la escritura, ¿deben gustarnos todas las cosas que le gustan y ceder ante su moral?”– ni a la diputada ecologista Sandra Regol: "Sería aceptable si pusiéramos protecciones en los cuernos del toro, pero aquí estamos hablando de torturar y matar.”

Las corridas de toros terminan con la muerte del animal en público. Eso es un hecho. Está prohibida en toda Francia, salvo en algunas ciudades que gozan de exenciones en nombre de una "tradición local ininterrumpida". Ese es otro hecho. El único, a ojos de Aymeric Caron, contra el que hay que sublevarse. "En Nantes está prohibido torturar a un toro, pero en Béziers está permitido. Es una incoherencia absoluta", dice el diputado de LFI, calificando cualquier otro argumento de "cortina de humo".

Un debate público y binario

El diputado antitaurino va aún más lejos. "La tauromaquia es una perversidad que muestra lo peor de algunas personas", declaró a Mediapart. “Reúne el gusto por la sangre, el placer sádico de ver a un ser torturado y ejecutado, el voyeurismo del sufrimiento. Produce el mismo placer malsano que antes producían las ejecuciones públicas.” Una forma de abordar el tema que dice más del mundo en que vivimos que de la tauromaquia como tal, según Noël Mamère.

“Un mundo donde se prefiere el ruido y la furia a la complejidad de las cosas", prosigue el ex candidato presidencial ecologista, que parece indiferente a una posible evolución legislativa. “No se puede explicar en un minuto, en un canal de noticias 24 horas, por qué deben prohibirse las corridas de toros. A la democracia no le gusta la impaciencia.” Cuando aún estaba en los Verdes, Martine Bisauta no luchaba contra las excepciones, sino que "simplemente se aseguraba de que no se extendieran".

El tema, dice, siempre ha sido conflictivo. Pero hoy le parece incompatible con un debate público "en blanco y negro", fuertemente binario. El socialista Jean-Michel du Plaa, en otro tiempo concejal en la oposición en el ayuntamiento de Béziers, recuerda que "la cuestión de las antitaurinos no era tan agobiante en los años 90 y principios de los 2000 como lo es ahora". "Ha habido una evolución de las mentalidades respecto a la relación con los animales", confirma el comunista Vincent Bouget.

Los antitaurinos son la mayoría silenciosa.

Sophie Maffre-Baugé, Presidenta del Colbac

Esa evolución se ha notado sobre el terreno, asegura Sandra Regol. También de Béziers, esta secretaria nacional adjunta de Europe Écologie-Les Verts (EELV) es "de una familia que siempre ha sido antitaurina". Desde muy joven, se implicó en las ferias y "eligió la fiesta", participando en acciones organizadas de camino a la plaza de toros. En los últimos años, ha observado que "las reacciones son cada vez menos violentas". "¡Hasta hay gente que nos da las gracias!”

Sophie Maffre-Baugé, presidenta del Comité de Enlace de Béziers para la Abolición de la Tauromaquia (Colbac), ha observado que incluso Robert Ménard, alcalde ultraderechista de Béziers, reconoce ahora públicamente que no le gustan las corridas de toros, que sin embargo sigue defendiendo. "Los antitaurinos son la mayoría silenciosa", afirma. “No entiendo por qué la tauromaquia es tan apoyada por los cargos electos, mientras que es rechazada por una parte de la sociedad.”

Para Jean-Michel du Plaa, "la evolución de las sensibilidades, el desarrollo del movimiento animalista y la renovación generacional" explican el creciente apoyo a los antitaurinos. Otros aficionados añaden que también se debe a la falta de conocimientos. "Creo que una abrumadora mayoría de franceses votaría por la abolición de las corridas de toros, lo que es normal: cuando uno está en Neuilly (barrio de élite parisino, ndt), con su gato, no ve por qué habría que matar a un toro", dice Michel Vauzelle.

El exalcalde socialista de Arles, que también fue diputado, ministro de Justicia con François Mitterrand y presidente del Consejo Regional de Provenza-Alpes-Costa Azul (PACA), se lamenta también del "clima aterrador de violencia verbal y social". En una sociedad ideal, sin duda habría sido mejor tomarse el tiempo necesario para exponer cada uno de los argumentos, evitar las invectivas de unos y otros y salir de lo que el antropólogo Frédéric Saumade califica de "batiburrillo".

"Es este batiburrillo el que favorece los malentendidos", afirma Saumade, autor del libro Les tauromachies européennes (CTHS), para quien la tauromaquia es inseparable de la cuestión de la cría y la relación con los animales, contrariamente a lo que afirman sus detractores. "La tauromaquia es un diálogo simbólico entre el hombre y el animal; un acercamiento en el combate, no en la destrucción”, dice. “El universo mental de los aficionados es también la defensa del animal. Además, muchos toreros son ganaderos.” Aymeric Caron replica que eso no son más que "cortinas de humo".

Elogiando las condiciones en que se crían los toros de lidia  "un ejemplo de vida animal ideal y respetuosa", escribe en una columna, el comunista Vincent Bouget explica también que prohibir las corridas significará el matadero y el fin de la reproducción. En general, lamenta esta "tendencia a querer prohibir lo que no nos gusta". "Me cuesta imaginar que la izquierda sea una izquierda prohibicionista", afirma Frédéric Saumade.

París y las zonas rurales

Para la mayoría de los aficionados entrevistados por Mediapart, el debate sobre la tauromaquia está mal planteado desde el principio. "Habría un debate sobre el animalismo, de acuerdo, pero no es el caso", dice el ex diputado socialista Paul Alliès, profesor emérito de la Universidad de Montpellier. "Si preguntamos: ‘¿Está usted en contra de la barbarie animal?’ Pues sí, es evidente, gracias", dice la redactora Marion Mazauric. “Abordar el tema a través de la tauromaquia es no entender nada sobre el bienestar animal.”

El antropólogo Frédéric Saumade señala que "el argumento animalista es el de las sociedades modernas, industrializadas y urbanizadas". "Es utilizado por círculos que defienden entidades clásicamente vinculadas a la naturaleza frente a una población rural que tiene una sensibilidad diferente sobre el tema. La ruralidad se basa en la domesticación de la naturaleza y los animales.” En otras palabras, Marion Mazauric dice: "Yo sé lo que son los animales, vivo con ellos todo el día, no Aymeric Caron. Se puede ver claramente lo que hay detrás de su proyecto: el fin de la ganadería y del modelo campesino."

Varios diputados de regiones taurinas señalan el riesgo de que se acentúe la brecha entre las grandes ciudades y las zonas rurales. "No me importan las corridas de toros. El verdadero problema es esta prohibición que viene de arriba", afirma Patrick Vignal, ex socialista y ahora diputado de Renaissance (partido de Macron, ndt). “Lo que me molesta de esta ley es la frustración que genera. ¿Y qué alimenta esta frustración? Alimenta la ira.”

De la cultura popular a la cultura de élite

Patrick Vignal no se desanima: "He conocido a personas que han votado a Mélenchon y que me han dicho: 'Nos han abandonado', 'No queremos que nos sacrifiquen sin escucharnos'... ¡Lo que hay que oír! Hacer política significa también tener cuidado con lo que se dice. Ya existe una ruptura...". Este diputado quiere que dediquemos unos minutos a "intentar comprender cómo lo ven esas personas". "Para ellos, la tauromaquia es cultura. Y ya tienen muy poco acceso a la cultura", argumenta.

Si el tema levanta tantas pasiones en el debate público es porque toca "un patrimonio cultural", según Michel Vauzelle. "Las regiones taurinas tienen un arraigado apego a esa identidad, que ha adquirido una nueva dimensión con la globalización y la americanización", añade el ex ministro de Justicia, que considera la diversidad de culturas como "el fundamento mismo de la libertad". "Tenemos que darnos cuenta de que no todos pensamos, hablamos y vivimos de la misma manera.”

En estas regiones, la tauromaquia sigue estrechamente ligada a otras prácticas populares, como las carreras de La Camarga, el abrivado (en provenzal, conducción de los toros de la dehesa a la plaza, ndt) o el bandido (en provenzal, regreso de los toros a la dehesa, ndt) que al principio realizaban los campesinos y obreros que trabajaban en los campos y salinas. "Aún hoy, contrariamente a lo que a veces se piensa, muchos de los raseteurs (actores de estas carreras) más destacados proceden de las clases populares y son a menudo de origen magrebí", subraya Nicolas Cadène, candidato de la Nupes en las últimas elecciones legislativas.

A nivel local, esto no es un debate. Cada uno hace lo que quiere.

Martine Bisauta, diputada por de Bayona

Con el tiempo, las entradas se han ido encareciendo. Mientras que las ferias siguen siendo espacios de mezcla social, la plaza de toros es ahora prohibitiva para buena parte la población. "La tauromaquia ha quedado para una categoría minoritaria pero poderosa de personas que los políticos no quieren molestar", afirma la presidenta del Colbac, Sophie Maffre-Baugé. “Es un gran negocio", añade Aymeric Caron. “Detrás de los argumentos de la tradición, la conservación de la biodiversidad o las economías locales, hay sobre todo gente que quiere ganar pasta.”

Precisamente porque las corridas de toros atraen cada vez a menos gente, "algunos dicen que morirán de muerte natural", señala Jean-Michel du Plaa, ex político socialista de Béziers. "La corrida terminará sola", dice Patrick Vignal. Pero a Martine Bisauta no le sorprendería que el "radicalismo" de Aymeric Caron produjera otros efectos. A fuerza de "caronismo", la gente volverá a las plazas", afirma la diputada por Bayona. “Es como el parisino que viene a decirnos lo que tenemos que hacer...".

Un argumento que hace saltar al interesado, que quiere ser portavoz de las asociaciones anticorrida constituidas en los pueblos taurinos. "No es París contra el campo, en absoluto. Viene realmente de los lugareños, que están hartos", asegura también su colega ecologista Sandra Regol. “A nivel local, esto no es un debate", matiza Martine Bisauta. “Me presenté varias veces a las elecciones municipales y no era un tema a favor o en contra. La mayoría de la gente es indiferente. Cada uno hace lo que quiere.”

Manipulaciones de la extrema derecha

En la izquierda, quienes abogan por una mayor reflexión sobre la tauromaquia temen que "la negación del debate de fondo" refuerce los gestos identitarios de la extrema derecha. “No abordar este tema conduce a desastres diferidos", afirma el ex político socialista Paul Alliès. “Excitar la opinión sobre una práctica local siempre es peligroso. Es una confusión que producirá malos efectos y se acabará pagando. Tendrá consecuencias en el Sur como las tuvo en Andalucía.”

En España, en efecto, el tema ha sido tomado desde hace varios años por el movimiento Vox, que lo aborda desde un ángulo ultraconservador. El mismo fenómeno no se ha hecho esperar en Francia, donde un sector de la extrema derecha ha encontrado en la tauromaquia una nueva palanca para defender "las tradiciones contra lo que nos quieren imponer", según palabras de Vincent Bouget. "El RN (Rassemblement National, partido de extrema derecha) se aprovecha de ello, basándose en gran medida en una noción de identidad.”

Atacado por el tema y desde todos los frentes durante la campaña legislativa, Nicolas Cadène no querría un debate frontal al servicio de los intereses del RN, que ganó 4 de las 6 circunscripciones del Gard en junio de 2022. "A nivel local, sus representantes, que en realidad no saben nada y les importan un bledo los ganaderos, se hacen pasar por defensores de las tradiciones frente a París", afirma. “Pero tienen un enfoque literalista de estas tradiciones, rechazando cualquier evolución y convirtiéndolas en una herramienta de repliegue identitario.”

Tradición y progreso

De hecho, incluso la extrema derecha está dividida al respecto. La actriz Brigitte Bardot, cuya fundación multiplica las campañas de choque contra las corridas de toros, es íntima amiga de Marine Le Pen. La líder del grupo RN en la Asamblea prefiere escudarse en una postura intermedia la prohibición de las corridas de toros a menores antes que dar la espalda a un potencial electorado.

Aunque se le ha echado en cara varias veces que sus argumentos fortalecen a la extrema derecha, Aymeric Caron considera que "no tiene sentido". “Es como decir: ‘Si no queremos que suba la extrema derecha, debemos aplicar sus ideas’. Obviamente es ridículo". Según este diputado de LFI, la defensa de la tauromaquia se viene sobre todo de "un tejido ideológico francés bastante reaccionario, incluso entre cargos electos del PS o del PCF".

"Es un debate entre reacción y progreso", prosiguió. Cierto número de diputados temen la novedad. Poner fin a una práctica que se ha tolerado, incluso ensalzado, durante 200 años, da miedo. La única pregunta es: ¿estamos cambiando la sociedad o no? ¿Es posible otro mundo? Pero Francia es un país conservador donde domina el egoísmo, mientras que el sentido de lo colectivo es débil.”

Todos los debates iniciados por Mediapart sobre el tema lo demuestran: embarcarse en una reflexión sobre la tauromaquia significa en primer lugar plantearse docenas de preguntas, cada una más vertiginosa que la anterior. Cuestiones políticas, sociales y "místicas", como dicen incluso algunos aficionados. Algunas de estas preguntas pueden en principio responderse, pero ninguna resiste las caricaturas y las opiniones tajantes.

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Para este artículo se entrevistó a unas quince personas. Algunos revisaron sus citas, otros prefirieron no ser citados.

* El texto se presentó de nuevo el 15 de diciembre en la Asamblea Nacional.

ERC fuerza un nuevo debate sobre las corridas de toros aprovechando la iniciativa de Sánchez en 'Sálvame'

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Traducción de Miguel López

 Aquí puedes leer el texto completo en francés:

 

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