El calentamiento extremo del Mediterráneo explica las tormentas de granizo... y el tamaño del pedrisco

El Mediterráneo registra estos días temperaturas típicas de mediados de julio, un anticipo de lo que está por venir este verano. Paralelamente, la península ha sufrido varios episodios de pedrisco, ventoleras y lluvias muy fuertes impropias de esta época del año. Los científicos creen que ambos eventos están estrechamente relacionados porque el incremento de la evaporación es imprescindible para que se produzcan danas y tormentas muy agresivas, y podrían repetirse a lo largo del verano. El primer susto se lo llevaron la semana pasada en Teruel y Zaragoza, donde una veintena de personas tuvieron que ser rescatadas.

Los termómetros del mar Mediterráneo marcaban este lunes 24,8 grados alrededor de las Islas Baleares, la segunda cifra más alta desde que comenzaron los registros hace 44 años. Un poco más al sur, a la altura de Murcia, se ha registrado un récord absoluto, según los datos del Socib, el Sistema de Observación y Predicción Costero de las Illes Balears. Lo grave es la anomalía que esto supone frente a la media histórica (1982-2015), que es superada en 3,6 grados.

"Esa anomalía es muy grande porque los mares se calientan y se enfrían muy lentamente", analiza Mélanie Juza, científica y responsable de Teledetección del Socib. "Y no es solo una cosa de los últimos días, llevamos desde mayo con unas anomalías altísimas", añade la experta. También explica que el Mediterráneo balear lleva bajo una situación de ola de calor marina desde el mes de noviembre, ininterrumpidamente.

Los expertos en climatología advierten desde hace años de que el calentamiento del mar debido al cambio climático es el caldo perfecto para danas cada vez más agresivas o tormentas de pedrisco. Carlos Calvo-Sancho, doctor e investigador en climatología adversa en la Universidad de Valladolid, calcula que en lo que va de año han ocurrido en España diez episodios de granizadas violentas (con diámetros de piedras de más de cinco centímetros), cuando la media de los últimos 25 años es de 1,1 eventos hasta el 16 de junio.

"Si la temperatura del mar sigue esta línea y en la atmósfera se dan las condiciones necesarias, podemos estar ante un verano con precipitaciones y granizo severos", señala el experto a infoLibre.

José Luis Sánchez, catedrático de la Universidad de León y experto en meteorología, afirma que las granizadas son normales en estas fechas, pero no de la virulencia que se ha visto estas últimas semanas. Según explica, las condiciones atmosféricas globales de esta primavera propician la formación de danas sobre la península ibérica, y a esto se suma el calor que hay en la atmósfera —aporta energía extra a la tormenta— y las altas temperaturas del mar, que favorecen la evaporación de agua del Mediterráneo. "Una dana es una aspiradora vertical que asciende la humedad hacia las capas frías de la atmósfera. Cuanta más energía y más humedad haya en la ecuación, más probabilidad hay de que se forme granizo más grande", explica Sánchez.

Las temperaturas récord en las aguas del Mediterráneo elevan el riesgo de danas más intensas

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Carlos Calvo-Sancho también participó en un estudio de 2023 que investigó el origen de una granizada salvaje que cayó en agosto en el noreste de España con pedruscos gigantes de hasta 12 centímetros de diámetro que llegaron incluso a matar a una niña de menos de dos años. Su conclusión fue que una ola de calor marina y el cambio climático resultaron indispensables para que se produjese el fenómeno. 

Un Mediterráneo que se asfixia

Además de suponer un riesgo meteorológico, el calentamiento del mar pone en riesgo la vida de la fauna y la flora mediterránea, y abre la puerta a la entrada de nuevos invasores que habitan en climas cálidos. La temperatura media de la superficie del mar europeo ha subido casi dos grados desde 1984 y eso ha provocado un incremento de la salinidad del agua y del nivel del mar, porque el agua aumenta su volumen cuanto más suba la temperatura. 

Manuel Vargas, físico e investigador del Mediterráneo en el Instituto Español de Oceanografía, señala que todavía no tienen evidencias de un cambio palpable en los seres que habitan el mar, pero hay multitud de pruebas de que las condiciones físicas del Mediterráneo han variado. "El cambio en el ecosistema es difícil de constatar, pero hay indicios de una reducción del fitoplancton en el mar, lo que supone un empobrecimiento de las aguas porque son la base de la cadena. Genera oxígeno y sirven de alimento para los pequeños herbívoros", comenta Vargas.

El Mediterráneo registra estos días temperaturas típicas de mediados de julio, un anticipo de lo que está por venir este verano. Paralelamente, la península ha sufrido varios episodios de pedrisco, ventoleras y lluvias muy fuertes impropias de esta época del año. Los científicos creen que ambos eventos están estrechamente relacionados porque el incremento de la evaporación es imprescindible para que se produzcan danas y tormentas muy agresivas, y podrían repetirse a lo largo del verano. El primer susto se lo llevaron la semana pasada en Teruel y Zaragoza, donde una veintena de personas tuvieron que ser rescatadas.

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