España se prepara para deshacerse del gas ruso en 2026 con la ruptura del contrato de Naturgy

Tras ocho meses de negociaciones, la Unión Europea pactó a comienzos de diciembre el fin de las compras de gas a Rusia en los próximos meses, poniendo fin a una relación que se remonta al siglo pasado y que ha insuflado durante décadas a la industria europea con energía asequible, especialmente a Alemania. España empezó a disfrutar del gas ruso en 2018 y ahora va a tener que deshacerse de él antes de enero de 2027, un desafío para la economía nacional, pero sobre todo para Naturgy, la única empresa con un contrato a largo plazo ligado a Moscú.

El pasado 3 de diciembre, el Parlamento Europeo y el Consejo pactaron que el 17 de junio de 2026 se cancelarán todos los contratos de compra de gas a corto plazo –que son minoría– para el gas natural que llega en barco (el conocido como GNL, o gas natural licuado). El 1 de enero de 2027, será el turno de los de largo plazo, la medida que realmente marcará un antes y un después. La presión de los países europeos más orientales y dependientes de la energía rusa logró posponer al 1 de diciembre de 2027 el fin de los acuerdos a largo plazos de gas introducido por tubería. Aunque el acuerdo es formal, todavía tiene que ser ratificado, pero no se esperan sorpresas en esas votaciones finales. En el tercer trimestre de 2025, el último dato disponible, el 15% del GNL que importó la UE procedió de Rusia.

Naturgy, la mayor gasista de España, ha construido buena parte de su negocio reciente a través de un acuerdo con la compañía rusa Novatek, aunque la joya de la corona de la energética es el gas que entra por tubería desde Argelia, que no corre peligro. En los seis primeros meses de 2025, el 17% de todas las compras de gas de Naturgy entraron por barco procedentes de Rusia, una cantidad similar a la de 2024, según las cuentas de la empresa.

A nivel nacional, esa vía de entrada es relevante para España, aunque cada vez lo es menos: entre enero y noviembre de 2025, Rusia representó el 10,6% de las importaciones de gas, por detrás de Argelia (35%) y Estados Unidos (31%), según cifras de Enagás. La dependencia española del gas ruso llegó a ser del 21,3% en 2024, un récord.

Desde que comenzó la guerra de Ucrania, Francisco Reynés, presidente de Naturgy, ha negado en varias ocasiones que la energética tuviese motivos para romper su acuerdo con Rusia, y ha defendido que la gasista "cumple con sus compromisos y los lleva a término hasta las últimas consecuencias". Sin embargo, ahora que Bruselas obliga a la compañía a desvincularse de este país, no tiene más remedio que buscar nuevos vendedores para surtir a sus más de 3,3 millones de clientes en España.

Fuentes de la compañía transmiten que, "si bien la contribución del contrato afectado es relevante para Naturgy, se espera que el impacto se mitigue" a través de compras a otros países. El último acuerdo anunciado por la gasista española es de comienzos de noviembre con la compañía estadounidense Venture Global, para traer cada año un millón de toneladas de GNL desde Luisiana, el equivalente a 1.400 millones de metros cúbicos de gas (1,4 bcm, en la jerga del sector), casi la mitad de lo que perderá de Rusia. También ha firmado recientemente un memorando de entendimiento con Omán para explorar acuerdos a partir de 2030.

El contrato con Novatek que Naturgy ahora debe disolver se firmó en 2013 y tiene vigencia entre 2018 y 2041. Incluye importar cada año 3 bcm de gas licuado, el equivalente a 35 TWh (en 2024, España consumió 312 TWh en total). Este combustible que llega a la península, lo exporta la terminal gasista Yamal LNG, un puerto ruso situado en el extremo norte del país que tiene como accionista mayoritario a Novatek, la mayor empresa de gas licuado de Rusia, aunque está participada también por dos compañías chinas y por la francesa TotalEnergies.

El motivo que había esgrimido hasta ahora Naturgy para seguir con ese negocio, al igual que otras gasistas europeas, es que no había obligación desde Europa de romper el acuerdo, ni contaba con cobertura legal para poder disolverlo, exponiéndose a pérdidas milmillonarias. El documento firmado entre Naturgy y Novatek es de formato take or pay, donde el suministrador ruso se compromete a enviar los volúmenes acordados, y el comprador español a pagar por ellos, incluso aunque rechace el producto. De esta manera, una ruptura unilateral por parte de Naturgy iniciaría un arbitraje internacional que probablemente arruinaría a la energética española.

Para resolver este problema, la Comisión Europea se comprometió el pasado mes de mayo a obligar por ley a las compañías europeas a deshacerse de todos sus acuerdos comerciales con gasistas rusas –como ya se hizo con la práctica totalidad del petróleo y sus derivados– y a elaborar una estrategia legal para evadir los futuros arbitrajes. Sin embargo, todavía no ha publicado ese documento, que sigue preparando con apoyo de las firmas afectadas, entre ellas Naturgy. Este mecanismo también blindará a la francesa TotalEnergies –que importa de Rusia cada año 5,6 bcm de GNL en contratos a largo plazo– y a la alemana SEFE –también con compras de 4,2 bcm al año–.

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En 2023 y 2024, además de Naturgy, había otras compañías que traían grandes cantidades de gas ruso a España en forma de contratos puntuales a corto plazo debido a su buen precio comparado con otros mercados, pero muchos de esos comerciantes ahora negocian con otros vendedores más asequibles, según Ignacio Urbasos, analista energético del Real Instituto Elcano. "Ha sido por una cuestión de oferta y demanda, más que por política. Los precios del gas del norte de Europa son este año más atractivos, mientras que Novatek ahora tiene muchos problemas con los metaneros y le interesan más los viajes cortos a Dunkerque (Francia)", opina el analista.

Sobre la estrategia legal que prepara Bruselas para evitar disputas legales con Rusia, Urbasos confirma que Bruselas todavía no ha publicado el documento jurídico donde aborda ese tema peliagudo. "Seguimos a la espera del texto específico. Se supone que la Comisión está revisando los contratos de las gasistas para que se aborde de la mejor manera, aunque parece que las empresas se quejan de falta de claridad legal y de un riesgo de arbitraje", responde.

La ministra de Transición Energética, Sara Aagesen, también confirmó en una reciente entrevista con infoLibre que está en conversaciones con Naturgy para evitar que esa ruptura contractual y ese vacío de suministro –equivalente al 10% del consumo nacional– tenga un impacto en los hogares. "Hemos hecho un análisis y preguntado a las empresas qué podría ocurrir y nuestro principal objetivo es garantizar la seguridad de suministro y que los precios de los consumidores no se distorsionen. Nuestra previsión es que no exista un impacto", señaló la también vicepresidenta del Gobierno.

Tras ocho meses de negociaciones, la Unión Europea pactó a comienzos de diciembre el fin de las compras de gas a Rusia en los próximos meses, poniendo fin a una relación que se remonta al siglo pasado y que ha insuflado durante décadas a la industria europea con energía asequible, especialmente a Alemania. España empezó a disfrutar del gas ruso en 2018 y ahora va a tener que deshacerse de él antes de enero de 2027, un desafío para la economía nacional, pero sobre todo para Naturgy, la única empresa con un contrato a largo plazo ligado a Moscú.

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