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Un pueblo de Zaragoza, en pie contra la instalación de una macrogranja que lo dejaría sin agua

Vista de las calles de El Frago (Zaragoza).

Un pueblo de la comarca de Cinco Villas (Zaragoza) pasará las Navidades en vilo a la espera de una decisión que marcará el futuro de sus 73 de habitantes. El municipio de El Frago sufre este año una dura sequía y en el peor momento posible a un conocido empresario aragonés se le ha ocurrido construir una macrogranja de cerdos que dejaría seco el tímido río que ahora les da de beber. El alcalde, Ramón Reyes, ha iniciado una campaña de lucha contra su construcción para salvar lo que él llama "la última resistencia de la Galia" contra un fenómeno ganadero que amenaza el entorno rural de Aragón. "Ya ni siquiera se trata de una defensa del medioambiente, sino de supervivencia", dice el alcalde de un pueblo con seis siglos de historia.

La granja de 8.000 lechones necesitaría cada año seis veces el agua que consume El Frago y el promotor ha pedido extraerla mediante un pozo de 100 metros que se alimentaría del acuífero del río Arba de Biel, el que ahora da de beber a los pueblos de la zona. Como la explotación estaría ubicada a mayor altura que El Frago, los vecinos temen que la granja acabe con la poca agua que llega, ya que el cauce del Araba ha caído 15 centímetros este año debido a la sequía que sufre la zona por escasez de lluvias. 

El problema de este pueblo no es una excepción en una comunidad autónoma que ha pasado a ser la primera potencia en macrogranjas de España. El número de cabezas de cerdo, el principal ganado empleado en las granjas industriales, ha aumentado un 80% en Aragón en la última década hasta rozar los 9,9 millones de animales en 2021. La región también cerró 2021 con 16 millones de aves censadas. 

"Cataluña ha tenido un problema muy grave de contaminación de agua en los últimos años y cuando ha vetado la construcción de macrogranjas, Aragón las ha recibido con los brazos abiertos", afirma Luis Ferreirim, encargado de Agricultura de Greenpeace. Una investigación de este grupo publicada en septiembre junto a Datadista relata cómo los acuíferos de la zona noreste de la península sufren filtraciones de nitratos por culpa de los excrementos y el 34% de las reservas presenta un mal estado químico que convierte al agua en no apta para beber.

Para evitar que la situación empeorase, más de 60 municipios catalanes han vetado la construcción de nuevas macrogranjas, y estas han virado unos kilómetros hasta la sierra aragonesa. "Es una estrategia que se repite en la industria. Cuando creas un problema medioambiental en una zona, te mueves a otra para volver a empezar", resume Ferreirim. 

El Gobierno aragonés defiende que el 58% de las explotaciones de porcino que tienen están en municipios de 1.000 habitantes, por lo que contribuyen "a la lucha contra la despoblación y al desarrollo rural". Estas granjas son mayoritariamente negocios familiares, afirman, y aportan 4.900 puestos de trabajo directos y el 3,5% del PIB de la región.

El ayuntamiento de El Frago es uno de los pocos de la zona que no tiene granjas, y quiere evitar que se construya una a nueve kilómetros de sus casas. El problema es que la explotación se ubicaría en suelo de Biel, un municipio vecino al que Ramón Reyes ha pedido solidaridad para que frenen su construcción.

Camilo Deza, alcalde de Biel, contesta que ellos han dado permiso de construcción porque cumple con la normativa urbanística, por lo que tienen las manos atadas. Ahora el caso está en manos de la Confederación Hidrográfica del Ebro, que deberá decidir si da o no permiso al promotor para extraer agua para la finca, y más adelante deberá contar con el visto bueno de la oficina de gestión ambiental y la agroalimentaria.

Los vecinos de El Frago y de Luna, el siguiente municipio en la cuenca del río, se enteraron de la noticia por sorpresa cuando fue publicada en octubre en el boletín provincial, según relata el alcalde, pese a que son una parte interesada en el caso. Por ahora han presentado alegaciones a la Confederación, con el argumento de que el consumo humano siempre prevalece sobre el ganadero.

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Carlos Casaus, quien dirige el negocio ganadero de la empresa promotora, afirma que desde El Frago exageran las acusaciones y se presentan como "víctimas" sin saber todavía cuáles serían las consecuencias de la granja en el entorno. "Se ha solicitado un pozo, pero no quiere decir que pinchando ahí le quitamos el agua al río", dice Casaus, quien resalta que la empresa en la que trabaja, Servicios Integrales Garcés, está comprometida con el medioambiente y tratan de reducir y reusar al máximo el agua que consumen.

La alcaldía de El Frago va más allá y acusan a Carlos Garcés, el promotor del proyecto, de solicitar un permiso de extracción de agua muy superior a lo que realmente necesita. "Con lo que ha pedido podría dar a cada lechón 10 litros de agua al día, cuando necesitan 2,5 litros", argumenta Ramón Reyes. 

Detrás de esa estrategia, según el alcalde, está una segunda granja porcina con 3.748 madres que ya tiene en Biel y donde tiene que llevar camiones cisterna para dar de beber a los animales. Según el alcalde de El Frago, el empresario querría usar el nuevo permiso acuífero para alimentar a la granja original y más adelante ampliar la nueva hasta los 11.000 lechones, "lo que empeoraría aún más la crisis hídrica del valle", afirma el Ayuntamiento de El Frago en sus alegaciones. También recuerdan que el río Arba de Biel está considerado lugar de interés comunitario, está en una zona de especial conservación y en él se protegen a especies amenazadas. 

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