Fréscano, el pueblo donde la eólica convive con el ganado: “El 50% del presupuesto municipal son los molinos"

Vacas pastando junto a los molinos de viento del parque de La Estanca, en Fréscano (Zaragoza).

La zona del valle del Ebro es uno de los puntos calientes de viento de España y desde hace tres décadas conviven con aerogeneradores que funcionan a pleno rendimiento alimentados por el cierzo. En Fréscano, un municipio a aragonés de 200 habitantes, tiene 21 molinos en sus alrededores desde hace tres años y, según dicen sus vecinos, allí han logrado una sinergia total entre las renovables y la economía tradicional. La situación que contrasta con otras zonas de España donde la oposición social a la energía verde ha crecido rápidamente en los últimos meses, especialmente en regiones como Galicia, Cataluña o Comunidad Valenciana.  

Jorge Cuartero, alcalde de Fréscano y agricultor de profesión, asegura que la eólica ha dado una nueva vida al pueblo en una época especialmente dura donde la sequía amenaza el campo. "Aportan alrededor del 50% del presupuesto municipal. Nos han dado total independencia económica y podemos mejorar el pueblo sin tener que pedir dinero a Zaragoza", explica el regidor. Concretamente, dos decenas de aparatos dejan unos 80.000 euros al año solo por el alquiler de los terrenos a las compañías, a lo que hay que sumar el IBI, los ingresos por licencia de obras y el impuesto de actividades económicas.

Además de ser una fuente de ingresos inimaginable para un pueblo, las instalaciones no impiden el resto de actividades, según explica el alcalde. De hecho, a unos metros de las tierras que ocupan estas torres de 150 metros pastan las vacas y crece el cereal. "Llevamos 23 años en esta finca y venimos en estas fechas a que coman las vacas, y la verdad es que ni se inmutan con los molinos", opina Julio Martín, ganadero del municipio. 

Aunque en esta zona hay consenso sobre la llegada de molinos –incluso reclaman que les instalen más–, la organización ecologista Aliente se manifestó hace un año en Zaragoza con el famoso lema "Renovables sí, pero no así" contra la instalación masiva de eólica y fotovoltaica en la región. Unos meses después, en mayo, se instaló en esa Comunidad la mayor instalación eólica de España en Villar de los Navarros y hoy cuentan con 176 parques en toda la región. 

¿Por qué en los alrededores de Fréscano no ha surgido esta oposición? Según dicen allí, porque en esta zona han descubierto que es el mejor negocio en un lugar con muy pocos recursos, donde el viento es lo único que sobra. "Estas tierras son de secano extremo y apenas se saca 1.500 kilos de cereal por hectárea cada dos años. En una zona de regadío te puedes pensar dos veces si quieres dar parte de tu tierra a los molinos, pero este sitio es perfecto", opina Fernando Sancho, concejal del municipio.

Pero no solo es una cuestión geográfica, también de planificación. Dos de los trabajadores que trabajan en el parque eólico de La Estanca provienen de la térmica de Andorra, una antigua central de quema de carbón situada a 180 kilómetros, también en la provincia de Zaragoza, que fue derribada el año pasado para reducir el número de centrales contaminantes en España. La clausura irá acompañada además de la inauguración de aquí a 2028 de numerosas industrias y centrales renovables en los alrededores de la antigua central. 

Pedro Fresco, hasta hace tres meses director de Transición Energética de la Generalitat Valenciana, insiste en que este tipo de instalaciones eólicas y solares que revierten en la población local son los que tendrán éxito en los próximos años en la carrera de las renovables que ya está en marcha. "La mejor manera de rebajar la oposición social que hay en este momento es asegurando que los macro proyectos dejen un beneficio real en la población", opina el experto. 

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En el caso de Fréscano, los parques eólicos han permitido en solo tres años renovar todo el alumbrado del municipio por bombillas LED, con el ahorro que eso supone en las arcas, y han cambiado las tuberías del pueblo por unas nuevas de PVPC. "Todo ello con los impuestos congelados desde hace años", apunta orgulloso Jorge Cuartero. El colchón extra les ha permitido acceder incluso a los fondos Next Generation —el consistorio tenía que adelantar parte del dinero— para reformar un antiguo palacio de los Duques de Villahermosa, que ahora tiene en su interior una biblioteca, un coworking y una sala de conferencias.

La herramienta más eficaz para asegurar que las compañías invierten en el entorno es mediante la subasta de nudos de conexión, según señala Pedro Fresco. Como la capacidad de conexión a la red eléctrica es limitada, hay zonas donde no hay espacio disponible, y cuando se cierra una central térmica como la de Andorra se libera un espacio que puede ocupar una mega instalación renovable, una oportunidad jugosa por la que las compañías energéticas están dispuestas a competir. En estos casos, el Gobierno celebra concursos para dar el permiso de construcción al proyecto más atractivo, basándose en el impacto social, económico y de impacto ambiental que cada propuesta deja sobre los alrededores, un incentivo para invertir en zonas rurales. 

Es el caso del concurso del nudo de transición justa Mudéjar, liberado tras el cierre de la central térmica de Andorra, y estudiado por Pedro Fresco en el informe Conflictos sociales por el desarrollo de energías renovables en el territorio. Causas y propuestas de mejora, publicado hace dos semanas. En ese certamen, el 35% de los puntos del jurado se otorgaron por la promoción de industria local, la reinversión de beneficios y el desarrollo de autoconsumo y las comunidades energéticas para los vecinos. En este sentido, el proyecto ganador de Endesa garantiza la creación de 500 empleos fijos en la zona y parte del proyecto se centra en el impulso del turismo local, la agricultura y la ganadería.

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