OBITUARIO

Adiós a José Ángel de la Casa, el narrador total del deporte y el luchador contra el Parkinson

Fotografía de archivo fechada el 24 de mayo de 2018 del periodista José Ángel de la Casa durante una entrevista con la agencia EFE en Talavera de la Reina (Toledo).

¡¡¡Señoooor!!! Ese grito —con gallo incluido— del narrador José Ángel de la Casa marcó el fútbol español a mitad de los años ochenta: era el 12-1 de España frente a Malta y la clasificación de nuestra selección que necesitaba esa diferencia de goles. Pero su eco quedó grabado como uno de los momentos de mayor emoción futbolera veinticinco años antes de que se soñara con ganar un día el Mundial.

Fue, también, el comienzo de una gran amistad entre el goleador maño y el periodista toledano, que treinta años más tarde se visualizaría en el abrazo en que se fundieron la tarde en que José Ángel de la Casa presentaba en Madrid el audiovisual en el que narraba su lucha contra el Parkinson que este lunes ha acabado con su vida. 

En la segunda mitad de los años setenta, De la Casa tuvo que tomar una decisión que marcaría su vida: había terminado los estudios de periodismo y jugaba como titular en el equipo del Talavera, a poca distancia de su población natal de Los Cerralbos, mientras iniciaba colaboraciones en Radio Nacional de España. Pronto, aumentó la exigencia profesional del periodismo y se veía obligado a "colgar las botas". Nunca lo lamentó, pero tampoco lo olvidó.

Durante las décadas posteriores se convirtió en la voz de la selección española de fútbol, junto a otros deportes. Quizás para el gran público su figura se hizo habitual cuándo presentó durante varias temporadas Estudio Estadio. Allí coincidió con dos de sus grandes amigos: Alfredo Di Estefano y el cineasta José Luis Garci, como posteriormente le ocurriría durante una década con su otro amigo, casi un hermano, Michel, ex jugador del Real Madrid, al que fichó como comentarista de apoyo en sus narraciones. Y hablo de esos amigos, pero José Ángel tenía muchos más, muchos en Televisión Española, con los que compartió más de veinte años la comida de los viernes en Casa Ciriaco, o las docenas de compañeros de Deportes, desde Matias Prats a Juan Carlos Rivero, que acudieron al homenaje que le otorgaron sus vecinos de Los Cerralbos. 

Y luego llegó el Parkinson, la enfermedad contra la que luchó sin un desmayo durante los últimos veinte años, con entereza y plena consciencia, sin buscar conmiseración y sí difusión de su pelea.

Al decir adiós hoy al amigo y compañero, hay que destacar por encima de cualquier otra consideración su condición de narrador total, preocupado por no "ensuciar" con verborrea las imágenes televisivas, sobrio -menos en el gol de Señor-, eficaz, tratando a los espectadores como aficionados, nunca como hinchas forofos, ecuánime (supo ocultar siempre que su equipo era el Barça, a pesar de ser acusado con frecuencia indocumentada como "madridista"). 

Hoy ha terminado su vida, pero no el recuerdo de una trayectoria profesional impecable y una lucha permanente contra la enfermedad.  

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