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Un papa y un apagón después, 'La familia de la tele' afronta su prueba de fuego

Dos semanas de retraso –por fuerza mayor, y tan mayor, que incluyó diez horas sin luz y provocó lo más temido en televisión: "Irse a negro"– y por fin este lunes se estrenaba La familia de la tele. Pues no; de estreno, nada. Un traslado entre sedes de TVE llenó la primera hora. Tras sendos capítulos de las telenovelas de tarde, un desfile por el interior de Prado del Rey sirvió para ir presentando a los distintos miembros de la familia –sí, sí, la familia es numerosa, pero dos horas para reconocer a sus miembros parece un poco exagerado–.
En un escenario desangelado, como corresponde a los edificios funcionales entre los que discurrían bailarines, comparsas, carrozas, Paloma del Río y Cayetana Guillén Cuervo ejercían como maestras de ceremonia e intentaban ligar un discurso coherente entre el entusiasmo impostado de los participantes, que no paraban de ensalzar lo "histórico" del momento, su alegría por estar dentro del proyecto y, en los casos más señeros, dejar traslucir su disgusto por haber sido despedidos de un plumazo por Telecinco.
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Adiós Sálvame, hola Familia de la tele; pero siempre surge un "pero": esto es Sálvame, pero –otra vez pero– sin su principal protagonista, un Jorge Javier que se quedó en Mediaset y que, tras intentos fallidos, se ha instalado en el horario de tarde en plena competencia con sus antiguos compañeros; de momento ya supera a Y ahora Sonsoles, tarea que no consiguió Ana Rosa.
Para el final quedaba la presentación de los mayores protagonistas –que hasta en las mejores familias hay favoritos– Belén Esteban, María Patiño, Inés Hernand y Aitor Albizua; con ellos al frente, todos se dirigieron al estudio 5... pero se quedaron en la puerta, para no estropear el efecto sorpresa del decorado.
Tras casi tres horas quedaron claras algunas certezas y ciertas preguntas, quizás incómodas: TVE ha demostrado, por inversión y formato, que se trata de una apuesta estratégica de la cadena para llenar la hasta ahora incompleta tarde televisiva, pero junto a esta evidencia quedan por responder cuestiones importantes: ¿hay un plan b si no funcionan las audiencias? ¿Se mantendrá el espíritu de Sálvame en clara contradicción con la trayectoria de una televisión pública? La familia de la tele debe vencer y convencer. No parece una tarea sencilla.