Los gallegos sortean la prohibición de las narcolanchas para recoger la cocaína de semisumergibles

Narcotraficantes de todas las nacionalidades que operan en la Península Ibérica han vuelto a recurrir a los gallegos para adelantar por la derecha a las fuerzas de seguridad. Lo han hecho tras la consolidación de la prohibición de las llamadas narcolanchas, consideradas género prohibido desde 2018 por la vía de un Real Decreto que contempla que su mera tenencia se considere un delito de contrabando. Las organizaciones criminales tienen que seguir aportando la infraestructura precisa para la introducción de la droga por vía marítima, por lo que deben agudizar el ingenio.

Así, en los meses de agosto y septiembre de 2025 se vieron dos ejemplos de que los narcos siguen avanzando en su tecnología para burlar a las autoridades y esquivar cualquier prohibición. Una vez más, la ley deberá volver a adaptarse.

El primero de estos ejemplos se vio en la playa de Casares Costa, en plena Costa del Sol, cerca del límite con el Campo de Gibraltar. En ese punto, y con presencia de gran cantidad de bañistas, un grupo de personas alcanzó el borde de la arena a bordo de una embarcación perfectamente legal, construida en un astillero de la provincia de Pontevedra, que, tripulado por dos personas, descargaba lo que parecían fardos de cocaína atados entre sí. Narcodiario lo contó en primicia.

Otras dos personas se acercaron a la lancha desde un todoterreno, introdujeron los bultos y se fueron. Todo ello a plena luz del día, con personas grabando la secuencia con sus teléfonos móviles. Aquella embarcación había partido de un puerto, pues se trata de un barco que, al menos en apariencia, debe tener todos los papeles en regla.

El segundo, aún más relevante que el anterior, se observó en Galicia en el pasado mes de septiembre. Un narcosubmarino llegó a la punta de la ría de Arousa con 3.650 kilos de cocaína. Para acudir a su encuentro, recoger a sus tres tripulantes y las casi cuatro toneladas de droga, la organización criminal dispuso dos embarcaciones. Su medida, 7 metros y 99 centímetros. El límite del Real Decreto que la convertiría en género prohibido se sitúa en los 8 metros. Solo contaban con un motor. Eso sí, de 350 caballos, potencia suficiente como para transportar una pesada carga a velocidades más que respetables.

Las dos lanchas, de color blanco, estaban amarradas en un puerto de la ría de Muros y Noia, en la provincia de A Coruña, de forma completamente legal, con sus matrículas, tal y como se puede ver en las imágenes exclusivas que acompañan a la presente información.

Es difícil saber si habían sido utilizadas con anterioridad, pero lo que está claro es que fueron construidas específicamente para una función: la carga de la cocaína. Una vez más, los narcotraficantes sortean las trabas que imponen las fuerzas de seguridad en España para mantener el negocio en su máximo esplendor.

El boom de los narcosubmarinos, que llegan a Europa con cargamentos de miles de kilos valorados en cientos de millones de euros, hace que resulte imprescindible una infraestructura ágil y eficaz. Y esa infraestructura ya está en los puertos, y es legal. Ya esquiva el Real Decreto de 2018. Y permite, igual que las narcolanchas, la rápida recepción de los alijos y su introducción en tierra. Las fuerzas de seguridad lo saben, y tienen un nuevo reto en el horizonte. La Policía Nacional ha incautado las dos primeras al poder acreditar que se emplearon para acudir al encuentro del semisumergible, pero con la ley actual en la mano la tarea se presenta casi imposible.

Narcotraficantes de todas las nacionalidades que operan en la Península Ibérica han vuelto a recurrir a los gallegos para adelantar por la derecha a las fuerzas de seguridad. Lo han hecho tras la consolidación de la prohibición de las llamadas narcolanchas, consideradas género prohibido desde 2018 por la vía de un Real Decreto que contempla que su mera tenencia se considere un delito de contrabando. Las organizaciones criminales tienen que seguir aportando la infraestructura precisa para la introducción de la droga por vía marítima, por lo que deben agudizar el ingenio.

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