Librepensadores

Carlos Soria, el hombre de piedra

Gonzalo de Miguel Renedo

Uno de sus amigos lo considera el alpinista español más importante y completo de todos los tiempos. Tras leer su biografía inacabada, comparto su criterio. Es la vida de Carlos Soria, montañero sobre todas las cosas, la vida que uno envidiaría, la que uno habría deseado tener. Envidia de saber vivir de manera plena los genes que uno ha recibido en herencia de sus padres. Este tapicero abulense de casi ochenta años ha conseguido coronar una existencia digna de mención universal. En su caso, ha sido una evolución in crescendo, empezando desde la base hasta el reconocimiento global, justamente el camino contrario y cómodo que se estila, el de querer llegar triunfar sin esforzarse, el de empezar la montaña por la cumbre como otros empiezan la casa por el tejado. En fin, querer llegar lo más alto posible sin pasar por las preceptivas reuniones. Es verdad que a nuestro intrépido protagonista siempre le ha gustado saltarse algunos campamentos de altura, pero parece que es en lo único en lo que se salta el orden establecido. Ni un resquicio en lo demás.

Carlos Soria, 78 años, es un cascarrabias regañón, según quienes le conocen bien, pero de buen corazón, que no hace montaña: es montaña. Un trozo de pan con carácter, ese amigo que uno querría tener y del que supongo se sentirán orgullosos quienes gozan de su favor. Les envidio. Tras pasar décadas de esfuerzo y disfrute anónimos en la montaña -es verdad que el montañismo siempre ha sido un deporte de cuatro gatos- ha logrado la fama y el renombre internacionales justo cuando se encuentra al final de su ciclo biológico, que no deportivo. En 2017, sin ir más lejos, mantiene un reto doble espectacular: escalar los dos ochomilesochomiles, Dhaulagiri y Shisha Pangma, cumbres que le faltan para completar un reto imposible de creer a su edad. Quien nunca se preocupó de joven por abrir vías y mucho menos de bautizarlas con su nombre -solo buscaba escalar-, se ha convertido hoy en un hito en sí mismo: el primer hombre de su edad que intenta ascender las 14 montañas más altas del planeta. Qué duda cabe que alcanzará su objetivo, pero sin arriesgar. Su prudencia y su sabiduría son proverbiales. También su carácter competitivo. Con todo, ni un mísero rasguño ha sufrido en su larga carrera este hombre de montaña, salvo un desliz esquiando. Sabe bien el castellano viejo que de grandes impaciencias están las grietas llenas, o como diría otro amigo suyo, sabe más por Soria que por viejo, y sabe que la principal cima de todo montañero es bajar con vida para reunirse de nuevo con el mundo... y de paso, para volver a intentarlo.

Antes de leer su historia, uno pensaba que este hombre de piedra era un producto meramente comercial. Hasta que lees el trepidante libro que narra sus aventuras (Carlos Soria, alpinista, editorial Desnivel, 2016), un documental escrito o un libro en formato documental, repleto de testimonios gráficos, y que ha escrito con mano maestra y amiga Darío Rodríguez. Desde el capítulo uno hasta el apartado de agradecimientos se trata de un texto que destila humanidad por las cuatro caras, la norte, la sur, la este y la oeste. Y te preguntas: ¿por qué he tardado tanto en saber de las hazañas de este personaje único? Ha tenido que hacerse mayor para que se haga justicia. Lo cierto es que toda su carrera me atrae más su andadura desconocida de los primeros tiempos que la más popular de la actualidad. Decía Clint Eastwood, con ocasión de recibir un porrón de Oscars por su película Sin perdón, que ello suponía un reconocimiento de su obra, pero de toda su obra, de las películas buenas y también de las malas, aquellos spaguetti western de serie H con los que se dio a conocer. La obra de Darío Rodríguez constituye un homenaje merecido a toda la saga montañera de este alpinista, a su más reciente aventura ochomilista, y también a sus grandes momentos de juventud, desconocidos para el público, pero que son los que han convertido a Carlos Soria, a mi juicio, en el más importante montañero español de la historia de este país.

(Hombre de piedra es como llaman en Chamonix a los hitos que marcan la senda en la montaña).

 

Gonzalo de Miguel Renedo es socio de infoLibre

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