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Por la transparencia

Mario Diego

Si cabía alguna duda sobre la principal utilidad de los bancos y a quienes beneficia su actividad, el último informe de la ONG Oxfam titulado Bancos en el exilio, nos la quita definitivamente. Los veinte bancos europeos más potentes, entre los cuales se encuentran el Santander y BBVA, obtuvieron 25.000 millones de euros de beneficios en paraísos fiscales.

Estos beneficios realizados en 2015 por dichos bancos, 26% del total realizado, lo han sido por intermediario de sus filiales implantadas, en Irlanda, Luxemburgo o las islas Caimán, beneficios que contrastan con la actividad realizada en dichos países puesto que ésta solo representa el 12% de su facturación total y el 7% de sus empleados.

Los bancos españoles, Santander y BBVA, desgraciados por sus pérdidas de 2014 declaradas en España, 990 y 1576 millones de euros respectivamente, forman parte de los cinco bancos instalados en Irlanda que superaron márgenes de beneficios de más del 100%. Probablemente este exilio voluntario haya contribuido en algo a los beneficios de 2015 alcanzados por el Santander (5.966 millones) y por el BBVA (2.642 millones).

Con tales resultados algunos podrían pensar que las trabajadoras y trabajadores de estos dos bancos tienen el futuro asegurado, pues no, no es así. Al contrario, tanto el Santander como el BBVA vaticinan futuros despidos en 2017 en vista de la futura restructuración del sector bancario. Despidos y supresión de empleos que se añadirán a los 75.000 empleos ya destruidos en el sector bancario desde el comienzo de la crisis.

Últimamente se ha hablado mucho sobre sociedades offshore creadas en paraísos fiscales por toda clase de celebridades perteneciendo al mundo de la cultura, deporte e incluso políticos, con el propósito de evadir capitales, blanquear dinero y no pagar impuestos. Mucho menos se ha hablado de las creadas por las multinacionales y aún menos de la complicidad de los bancos para realizar dichas operaciones.

Esta complicidad entre el mundo empresarial y el financiero, no es nueva. Hoy los dos mundos están compenetrados. Con estas operaciones pretenden enriquecer al 1% de la población más rica, que en esta última década, se apoderó de la mitad del incremento de la riqueza mundial mientras que la mitad más pobre de la población de nuestro planeta solo se ha beneficiado del 1% de ese mismo incremento.

Si este balance revelador ha podido salir a la luz es por la entrada en vigor de una directiva europea que debería facilitar la transparencia de las cuentas de los bancos. No obstante dicha transparencia tiene aún muchas zonas opacas debido a la poca voluntad por parte de los bancos para someterse a dicha directiva.

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Si realmente queremos que la transparencia sea efectiva, tendrán que ser las trabajadoras y trabajadores quienes impongan la supresión total del secreto bancario como el de los negocios y quienes controlen las cuentas, no solo de los bancos pero también del conjunto de las empresas capitalistas.

 

Mario Diego es socio de infoLibre

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